Una vez más: La ignorancia y torpeza de la diputada Cordero
Durante la pandemia se suicidó una hermosa persona, ejemplo para el resto por su humildad, talento y empatía. No diré su nombre, pero declaro que marcó mi vida y lo considero hasta el día de hoy uno de los seres humanos más bellos con los que me he cruzado. Tenía un diagnóstico horrorosamente estigmatizado: esquizofrenia.
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Los que lo conocimos sabemos que la sociedad jamás le hizo un espacio, que su muerte está relacionada a la forma en que su diagnóstico pesó más que su persona. Por lo mismo duele ver que una diputada, María Luisa Cordero, más encima médica (a pesar de haber sido expulsada del Colegio Médico por su ética reprobable), diga que «si hay alguien que no se suicida, son los esquizofrénicos. Los que se suicidan son los papás que los tienen que aguantar». Esto no solo evidencia una ignorancia y torpeza profundas, sino otros problemas que intentaré abordar en este texto.
Primero: las personas con esquizofrenia sí se suicidan. Hay muchos estudios al respecto, estudios que una profesional de la salud debiera conocer. Por mencionar uno: Juveria Zaheer y sus colaboradores (2020) realizaron una investigación en Canadá que concluyó que el suicidio es la mayor causa de muerte en personas con esquizofrenia.
El suicidio ocurre en una de cada 58 personas con este diagnóstico. Si alguien como la diputada Cordero, que se jacta de su título médico, no está al tanto de la información y de las investigaciones que se han hecho en torno a los temas de los que habla, simplemente es ignorante y poco profesional. Lo que dijo no tiene sustento, además de ser indolente, pero muestra otras aristas que son importantes de tener en cuenta.
Una de ellas es el suicidio en sí. Y es que no es llegar y hablar del tema, hay que estar informado. Según los estudios de Daniela Belmar Mac-Vicar (2018), «alrededor de 1.500 personas al año se quitan la vida en Chile, pero quienes lo intentan son casi veinte veces más».
La diputada habla del suicidio y la esquizofrenia de manera irresponsable. La razón es simple: el suicidio en Chile es un problema enorme que no ha sido lo suficientemente visibilizado como para que se tome conciencia de él; y por su parte la esquizofrenia es tal vez el diagnóstico con mayor estigmatización, casi como la lepra, pero es al mismo tiempo del que menos se sabe, por lo tanto requiere que se informe a la población sobre cómo es realmente la esquizofrenia.
La diputada, al decir lo que dijo, solo muestra que no sabe nada sobre el suicidio y menos sobre la esquizofrenia. Sus palabras la dejan en evidencia: es una persona ignorante, poco profesional y muy por debajo de la altura de su cargo. Basta recordar lo que pasó con Fabiola Campillai para re-evidenciar su insuficiencia de conocimientos y humanidad que, por alguna razón, pareciera que disfrutara de exponer.
Por otro lado, relacionado con lo que dice esta pseudo-experta sobre los padres, que serían ellos los suicidas, hay que sentenciar que en su familia no hay nadie con esquizofrenia, de lo contrario sus dichos irían en otra dirección. Para las familias significa muchas veces un sufrimiento, sí, pero no porque su hijo sea una persona con esquizofrenia, sino porque son conscientes de lo difícil que será para su hijo tener un espacio en la sociedad. No sufren por él, sino que sufren con él.
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La diputada es un ejemplo clarísimo de un individuo que, no lo dudo, miraría en menos a una persona con esquizofrenia por el solo hecho de tener ese diagnóstico, lo que implica que esta persona genere inseguridades, desconfianza en sí misma y otros pensamientos nocivos que pueden culminar en la muerte por mano propia. Dicho de otra manera, son las personas como la diputada Cordero las que propician el suicidio no solo en esquizofrénicos, sino en todo aquel que se salga un poco de lo esperable, aquello mal llamado normalidad.
Su ignorancia, indolencia, torpeza y violencia, son lo que los sujetos liminares, aquellos sin lugar, guardan en sí mismos como evidencia de que son menos que el resto. Evidencia falsa, por supuesto, pero amparada por una ignorancia atroz como la que muestra una diputada de la nación, elegida por no sé qué tipo de gente.
Vuelvo a lo primero: los esquizofrénicos sí se suicidan. Conozco varios que lo han intentado, que los han encontrado colgando o rodeados de vómito por el abuso de pastillas. La conclusión, similar a lo que dijo alguna vez Schopenhauer, no es que odien su vida, sino que las circunstancias en que esta se les ofrece hacen imposible que puedan vivir como una persona común y corriente. Dicho de otra manera: como sociedad les hacemos imposible tener una vida digna.
Espero que no se vuelvan a elegir para estos cargos públicos personas tan ignorantes, sin comprensión de cómo funciona la realidad, sin capacidad de reflexionar, o siquiera de informarse como debieran, y que terminan generando acciones totalmente opuestas a lo que se espera de un diputado.
Finalizo con un poco de luz sobre el tema: hay lugares en los que las personas con psicosis, no solo esquizofrenia, son acogidas, tratadas como los humanos que son, que sufren, aman, odian, desean y quieren vivir. Uno de esos lugares, que hace un trabajo hermoso al respecto, es Corfapes (sugiero buscarlos en internet, seguirlos, darles apoyo y ver lo que hacen). Celebro la existencia de lugares como este, pero al mismo tiempo lamento que sean tan pocos.
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En síntesis: la diputada Cordero es ignorante y torpe; las personas con esquizofrenia sí se suicidan, y mucho; el suicidio no es un tema para llegar y hablar sin haberse informado antes; y por supuesto que es complejo para las familias tener un hijo con un diagnóstico tan estigmatizado, pero eso supone un sufrimiento en conjunto con el hijo, no por el hijo. Además, huelga decir qué personas como esta diputada sean electas refleja un problema mayor, que requiere otro texto, pero que se resume en que -en general- nadie sabe por quien vota. Y, finalmente, vale la pena destacar que hay lugares que sirven como refugio para personas marginadas por la sociedad, como Corfapes.