Reforestación y cosecha de agua: soluciones comunitarias cobran impulso contra la sequía
Chile es uno de los países del mundo con mayor estrés hídrico, y en su mayoría quienes enfrentan en primera línea las consecuencias de la sequía son comunidades rurales y campesinas. Con organización comunitaria y apoyo estatal, privado o extranjero, crecen las experiencias acumuladas de proyectos que buscan hacerle frente a la falta de agua, a corto y largo plazo, desde los territorios secos.
Al rescate del Agua Potable Rural
En las localidades de Mashué y Liquiñe, en la región de Los Lagos, vecinas y vecinos de los comité de Agua Potable Rural (APR) trabajaron en un proyecto pensado en restaurar y mantener la salud y capacidad de infiltración y recarga de agua, de las cuencas que abastecen sus sistemas de APR.
El proyecto, financiado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y con asistencia técnica de Conaf, financió acciones como la instalación de viveros en las APR e intercambios de semillas, para sembrar plantas nativas que luego las y los vecinos utilizaron para reforestar las cabeceras y bordes de las cuencas.
Se capacitó a vecinas y vecinos sobre manejo, restauración y valorización del bosque nativo, además de instalar bebederos para animales, para evitar que el ganado ingrese y contamine los cursos de agua.
Una de las mayores innovaciones del proyecto, fue aplicar un modelo de pago por servicios ecosistémicos: una tendencia que crece en el mundo y que ofrece incentivos económicos a quienes tomen acciones para restaurar los ecosistemas y su capacidad para mitigar efectos del cambio climático y la sequía.
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Cosechas de agua en el desierto
Tal vez una de las iniciativas comunitarias pioneras en Chile, es la de la comunidad campesina de Peña Blanca en la región de Coquimbo, donde hace casi 20 años se instaló una serie de atrapanieblas, con el que vecinas y vecinos restauraron y riegan un bosque nativo de 100 hectáreas, que desafía el avance de la desertificación hacia el sur.
La región de Coquimbo está en el corazón del avance del límite del desierto de Atacama hacia el sur del país, por el cambio climático, la megasequía y la erosión del suelo causada por la actividad agrícola intensiva. Así, comunidades campesinas que vivían de cultivar los suelos hoy viven en zonas secas, como era el caso de Peña Blanca.
El proyecto de la comunidad es apoyado por la fundación Un Alto en el Desierto, y además de restaurar la salud de los suelos, proporcionar sombra y que la fauna regrese al sector, ha mejorado el acceso al agua para consumo humano de las y los comuneros, así como proyectos que diversifican los ingresos de estas personas, como una cerveza artesanal hecha con agua de niebla.
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Itrofill Mogen
En la región de la Araucanía, dos proyectos combinan saberes ancestrales de las comunidades mapuche con conocimientos científicos para instaurar proyectos que restauran la salud de los cuerpos de agua, inspirados por el concepto Itrofill Mogen, que en mapudungún hace referencia a la interconexión entre las distintas formas de vida.
Uno de ellos es el proyecto Kumelko, impulsado por National Geographic y organizaciones locales como Bestias del Sur Salvaje, que reforestó junto a vecinos y vecinas los suelos de tres lugares estratégicos de la microcuenca del Pangue con 3.000 plantas nativas, además de realizar acciones de monitoreo comunitario del agua y su calidad, y recolección de hierbas medicinales.
El otro, financiado por un fondo concursable de la fundación Lepe, trabajó con 20 familias de la comuna de Tirúa, que se abastecían de cuerpos de agua como vertientes, arroyos o esteros presentes en sus terrenos, pero que se estaban secando, llevándoles a recurrir a los camiones aljibe.
Através de técnicas agroecológicas, combinando saberes ancestrales y orientación técnica, reforestaron los bordes de los cuerpos de agua en sus terrenos con bosque nativo comestible, para que sea no solo una forma de devolver la capacidad de infiltrar agua la suelo, sino también una forma de soberanía alimentaria y de generación de ingresos para subsistencia, aprovechando los alimentos del bosque nativo.
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La ciencia detrás
Tanto organismos internacionales como diagnósticos encargados por el Estado de Chile, han concluido que las soluciones más rápidas, baratas y sostenibles en el tiempo para enfrentar la sequía, son las soluciones basadas en la naturaleza, que buscan recuperar la salud de los ecosistemas y su capacidad para captar y filtrar el agua.
Recientes estudios también han comprobado el estrecho vínculo entre la deforestación y la reducción local de las lluvias. Las ciencias de la naturaleza, han demostrado que aunque el cambio climático es una tendencia imposible de revertir a corto plazo, el uso que damos a los suelos alrededor de los ríos y cuerpos de agua puede acelerar o ayudar a revertir estos procesos de sequía.
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