Jefe nacional de la PDI contra el Crimen Organizado: "No se puede decir que este es un país tomado por la delincuencia"
“En mis 33 años como policía nunca he tenido un lugar donde no pueda entrar”, responde el prefecto inspector Paulo Contreras.
El jefe nacional Antinarcóticos y Contra el Crimen Organizado de la Policía de Investigaciones (PDI) le responde a los que llama los “entendidos” –entre comillas– que hablan en los medios sobre lugares en Chile donde “la policía no puede entrar”. “Todavía espero que me digan cuáles son esos lugares”, desafía.
En conversación con El Desconcierto, Contreras sostiene que solo existen antecedentes de dos casos concretos de organizaciones con vínculos a bandas venezolanas como el Tren de Aragua; que no hay pruebas concretas de la llegadas de bandas como “Los Chotas” o “Los Espartanos”; y entrega una de las claves para enfrentar al crimen organizado: seguir los flujos de dinero.
Sobre el panorama actual del país en materia de seguridad, el prefecto inspector sostiene que se trata de un “escenario especial”.
–¿En qué sentido?
Es un escenario especial porque elementos que siempre consideramos que podían estar presentes en escenarios prospectivos complejos, relacionados con criminalidad organizada, se comenzaron a dar. Tiempo atrás se previó que variables como la migración irregular y la presión de estos flujos migratorios, propios de problemas regionales, comenzaron a hacernos atractivos con mayor fuerza. También la pandemia, con la logística y la capacidad de ser uno de los primeros países en administrar las vacunas, comienza a ser un elemento que toman en cuenta ciertos grupos de personas que desean estar en un país donde las cosas funcionan mejor. Chile, no siendo el país más grande ni el que tiene mayor población, sí es el que hasta hace poco tiempo -antes de todos estos factores externos que nos están tensionando económicamente- tenía la impronta de ser un país ordenado, con posibilidad de crecimiento y desarrollo. Esos son los espacios que buscan estas personas para poder desarrollarse, todo en el marco de que es un derecho humano en sí.
–¿Cómo se inserta la delincuencia en ese contexto?
Termina impactando delincuencialmente, porque el flujo migratorio viene asociado con muchos factores. Se asocia a llegada de personas, de profesionales, se asocia a la cultura, la gastronomía, pero también está asociado a la delincuencia. Siempre hemos tenido colonias que han estado relacionadas con temas del narcotráfico, principalmente peruanos y bolivianos en la zona norte, con asentamientos irregulares y vinculación de estas personas con organizaciones de sus países, sea como transportistas o pasadores de droga. Era una situación común. Pero, desde hace un par de años, lo que comienza a verse con mayor fuerza es la presencia activa de colombianos y, en este último tiempo, de venezolanos.
–Más allá de la delincuencia común, ¿cómo ha evolucionado el crimen organizado en Chile en los últimos años? ¿Qué pasa con las organizaciones a nivel transnacional?
Hemos tenido algunas experiencias de poder conectar, en el área del narcotráfico, algunas cargas de drogas que estaban vinculadas directa e indirectamente con organizaciones criminales mexicanas, por ejemplo. Tuvimos la experiencia de la operación Azteca 1 y Azteca 2 que son decomisos significativos que se dieron en el puerto de San Antonio y que son cargas que provenían del puerto de Lázaro Cárdenas, en México, un territorio conectado con el cartel de Jalisco Nueva Generación. Investigativamente no logramos tener ningún elemento que los vinculara de forma directa. Pero sí, en la construcción de los ejercicios analíticos, uno trabaja con información acreditada, pero también con presunciones. La cantidad de indicios que estaban dentro de la investigación, uno de los cuales es entender que es difícil para una organización criminal trabajar en un espacio que tiene el control de otra, era difícil entender que ese cargamento no hubiese estado en conocimiento de Jalisco Nueva Generación porque ellos regentan el control de ese puerto mexicano.
Después tenemos algunas experiencias relacionadas con la criminalidad venezolana que se dio en este último tiempo. En un inicio pensamos que podía venir con la clásica exposición de narcotráfico, pero en el corto plazo nos dimos cuenta que la forma de presentarse, para el efecto la organización conocida como Tren de Aragua y a partir de ella algunas exenciones o grupos que se desprenden operativamente como el caso de Los Gallegos, son organizaciones que se dedican con mayor fuerza a la extorsión y el secuestro.
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–El Fiscal General de Colombia, Francisco Barbosa, habló sobre organizaciones que estarían en Chile, como “Los Chotas” y “Los Espartanos”. ¿Es así? ¿Cuáles son las principales organizaciones que están en el país?
Ese correlato que el fiscal señaló en un medio de comunicación, nosotros no teníamos conocimiento. Sí tenemos constante coordinación con la Policía Nacional de Colombia y con todas las fuerzas policiales de Sudamérica, a través tanto desde Interpol pasando por Ameripol y algunas otras instancias internas operativas. Pero en el caso de las bandas a las que él alude, solo podemos dar cuenta que acá en Chile hubo un caso de homicidio por el mes de abril, donde falleció una persona en el centro de Santiago por impactos balísticos. Aparentemente fueron percutados por una banda de colombianos que argumentan ser del grupo de “Los Chotas” y que la víctima habría sido del grupo de “Los Espartanos”. Eso fue un caso puntual, no tenemos otros antecedentes ni investigaciones que estén relacionados con ese tipo de agrupaciones.
Entendemos que tampoco podríamos estar exentos de que esto pudiera pasar nuevamente o que esté pasando, porque son grupos criminales que responden a la separación desde una organización más grande que existe en Buenaventura, y que están disputándose el control de las líneas de salida de cargas de droga que vienen del Valle del Cauca. Siendo así, si tenemos migración colombiana irregular en Chile, se puede prospectar que eventualmente hayan grupos de esas denominaciones. Debemos estar pendiente de este posicionamiento territorial que tenemos principalmente en Santiago y en algunas ciudades del norte, donde pareciera que la intención es hacerse con el control de sus lugares. Pero nosotros a través de nuestras investigaciones de alta complejidad, el modelo MT-0 (microtráfico cero) y el modelo de investigación preferente, estamos haciéndonos cargo de tomar estos grupos e irlos neutralizando para que eviten generar el auto convencimiento de que están tomando el control de un territorio determinado. En eso nosotros no vamos a ceder el espacio.
–¿Y el Tren de Aragua?
Tenemos dos grupos que estamos seguros de su pertenencia a organizaciones venezolanas, que son el Tren de Aragua, desarticulado con el líder “Estrella” en Iquique; y la banda de Los Gallegos, desarticulada en Arica, en el Cerro Chuño. Y no hay más. Todos los demás que están dando vuelta y que han caído detenidos dicen “lo dije por decir, yo no soy del Tren”. Entonces, no tenemos para decir “llegó el Tren de Aragua”. Sí, estuvo acá en Iquique y lo desarmamos. Nosotros nos hacemos responsables de dos operaciones donde efectivamente había vínculos con organizaciones, las que, además, siguen siendo ambas materia de investigación activa.
–Entonces, ¿está operando el Tren de Aragua en el país?
Sí, claro que llegó, estuvo en Iquique.
–Pero dice que la desarticularon en ese caso y que no hay más casos en que se haya comprobado su participación.
La cúpula fue detenida. Si dicen que “llegó el clan de Sinaloa a Chile”, respondo sí, venía con un cargamento de mil kilos, les pillamos el cargamento y se fueron presos. “Ah, ¿entonces lo desarmaron?”, no. Esto no se desarma, esto se neutraliza. De la noche a la mañana no los vamos a extinguir, porque ellos tienen ánimo de hacer negocios. Lo que les dices es “oye, ya sé quién eres, se acabó el encubierto. Aunque estés preso, el que te venga a ver también lo vamos a perseguir, y con quien este se junte también lo vamos a seguir”. Ahora, ¿eso significa que ya están acá? Veremos. Funcionamos con un método científico, tienen que haber pruebas que me permitan contrastar la hipótesis del caso. Ante ello, sería muy irresponsable decir que los detuvimos, los mandamos presos y nos olvidamos. Estamos mirando, porque ese es uno de los errores clásicos cuando enfrentas criminalidad organizada, creer que porque mandaste a un grupo a la cárcel, se acabó. Eso es no entender que una de sus características es la permanencia en el tiempo y la capacidad de renovación de la gente. Ellos tienen esa característica, por lo tanto esto es una lucha constante. ¿Qué queda para Chile? El premio de ser el primer país en Sudamérica –después vino Perú– que le pegó un golpe al Tren de Aragua.
–¿Cómo opera el elemento territorial? Son organizaciones que buscan controlar el territorio.
Por lo general, todos los grupos criminales complejos que tienen origen en Centroamérica o en la parte norte de Sudamérica presentan una criminalidad con fuerte ascendencia territorial. Independiente del delito que manejen, van a partir desde la toma de control de un espacio determinado en el cual se hacen fuerte y, una vez producida esa fortaleza, lo transforman en un centro de comando de operaciones. Guarda mucha relación con lo que los teóricos han escrito sobre el tema del crimen organizado. Es difícil entregar una definición del concepto. Si caemos en la clásica pregunta de decir ¿en Chile tenemos organizaciones criminales? Tengo que responder “en base a qué”.
Desde el prisma de la Convención de Palermo, no tenemos, porque es bastante estructurada en su definición. Se toma como experiencia organizaciones como la ‘Ndrangheta, la Onorata Societa, o la criminalidad organizada de Nueva York, que tienen otros conceptos. Pero si tomo la recomendación de algunos autores que lo definen en función de su territorio, puedo decir que sí tenemos organizaciones criminales. Cuesta instalar esa diferencia que debemos tener al momento de opinar sobre el tema, porque si no la gente asimila el concepto a grupos de origen colombiano o mexicanos con camionetas blindadas que están haciendo desaparecer gente, y eso no pasa acá. Tampoco podemos olvidar que, por más que hayan subido los homicidios y, más que subir, haya cambiado el modus operandi, como el homicidio por encargo, seguimos siendo un país con un 4.8% de tasa de homicidios, a nivel regional sigue siendo el más bajo.
[caption id="attachment_797438" align="alignnone" width="900"] FOTO: Prefecto inspector, Paulo Contreras.[/caption]
“El sistema ha hecho la pega”
“Lo primero es reconocer que, más allá de la contingencia mediática que existe y con todas sus limitaciones, el sistema ha hecho la pega. No se puede decir que este es un país tomado por la delincuencia. A veces aparecen en la prensa algunos ‘entendidos’ que señalan que hay lugares donde la policía en Chile no puede entrar, y yo todavía espero que me digan cuáles son esos lugares donde no podemos entrar. Voy a cumplir 33 años de policía y en mis 33 años nunca he tenido un lugar donde no pueda entrar. Claro que hay lugares más complejos, donde las condiciones tácticas del adversario potencial con el cual nos vamos a encontrar te hace tomar ciertos recaudos. Vas con una unidad más poderosa, con equipamiento más adecuado, porque efectivamente prevés que puede haber una oposición armada. Pero de ahí a decir que no se puede entrar, es ir a la antípoda del concepto”.
–¿Qué le pasa cuando ve a políticos en los medios diciendo cosas como las que menciona?
Nada, porque la mayoría de los políticos que podrían estar opinando sobre temas de contingencia de seguridad pública o seguridad ciudadana son autoridades y la PDI no califica las expresiones de las autoridades políticas o administrativas ni procede a opinar sobre su fundamento. Somos una institución jerarquizada que está organizada dentro de sus funciones profesionales y a eso nos dedicamos. A mí, como jefe nacional, lo que me ocupa todos los días es dar cuenta de los lineamientos que mi director general nos instala en materia de crimen organizado.
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–Las encuestas muestran que la delincuencia está dentro de las principales preocupaciones ciudadanas y se refuerza la idea de que hay más delitos. ¿Es solo una percepción?
No, hay elementos objetivos. Los robos de vehículos no son una percepción, es una realidad. Han incrementado en el tiempo y eso claro que atemoriza. Pero si a eso le agregas que aparecen los medios que en un día hay dos, tres, cuatro muertes en diferentes lugares de Santiago, o un muerto en playa Cavancha en Iquique, por ejemplo, claro que la gente se atemoriza. Pero se atemorizan en Santiago, con justa razón, por la cifras que tenemos que son hechos concretos, pero también se atemoriza el residente de la comuna de Pinto, en Ñuble, y resulta que allá no ocurre. Por eso es importante el esfuerzo que está haciendo el gobierno de poder instalar los consejos en materia de crimen organizado a nivel territorial, porque se van a hacer cargo de recoger la información precisa de lo que está pasando en esos territorios.
Tenemos delitos medioambientales que no causan percepción de inseguridad de las personas, pero son tremendamente nocivos. La organización criminal no sólo se dedican al narcotráfico y al tráfico de armas, tiene un sinnúmero de delitos en los cuales tiene acciones. El dinero que gana con el tráfico de droga lo va a utilizar en la compra de armamento, la compra de armamento la va a utilizar para dar seguridad a sus grupos, estos grupos están prestando seguridad también en sectores que son productivos lícitamente por ellos, pero que fueron adquiridos de manera ilícita. Ahí puedes tener perfectamente un predio de árboles o un cultivo de salmones.
–Se comportan como empresas.
Son empresas, efectivamente. Si te dedicas a golpear solamente la fase operativa del grupo, los que cometen el delito duro, vas a estar golpeando el primer anillo de la organización. Pero al interior hay dos anillos más. En el segundo anillo están los protectores de la organización, donde está el aparato potencialmente corruptible y ahí aparecen profesionales, jueces, policías, políticos que van a estar blindando el tercer anillo, que es la cúpula directiva. Entre ese primer anillo y el tercero, la única forma de conexión son los flujos de dinero. El líder va a estar lo más alejado posible de la comisión del delito, pero va a estar muy cerca del rédito que le significa. Empezar a mirar los flujos de dinero, es tener una mirada sobre una empresa.
–¿En qué condiciones están las herramientas investigativas de las policías para perseguir los flujos de dinero?
Voy a hablar de la PDI, que integra este sistema de seguridad de justicia que tenemos, donde estamos todos los involucrados en esta batalla: Carabineros, Gendarmería, UAF, SII, etc. Cada uno está muy bien dentro de lo que tiene. Como organización, no podemos decir que no ha habido inversión. Siempre las necesidades van a ser múltiples y los recursos van a ser escasos. Pero si te comparas con la organización criminal, que no tiene ningún presupuesto fijo, todo lo que va incrementando en función a la comisión del delito va a pasar a ser parte de los activos financieros que le va a permitir desarrollarse, es asimétrico. Nosotros nunca vamos a tener el poder económico que ellos pueden potencialmente lograr, porque ellos no están dentro del marco de la ley. Son elementos que van a estar siempre presentes, por más que tengamos leyes más modernas.
Dicho eso, las capacidades que tiene en particular la PDI le permiten una primera aproximación de respuesta a través de la Jefatura Nacional Antinarcótico y Contra el Crimen Organizado. Una vez que tenemos esa aproximación y detectamos que estamos en presencia de organizaciones o bandas criminales que van a constituir alta complejidad, al momento de ser enfrentadas todos los recursos institucionales se alinean. Ahí pasa al segundo nivel de respuesta que son todas nuestras brigadas especializadas. El desafío que tenemos, que está instalado en el espíritu de esta nueva ley contra la criminalidad organizada, es tener una mirada interagencial, donde todas las instituciones involucradas converjan en el mismo objetivo.
“Falta que otras instituciones desarrollen un aparato fuerte en materia de control interno”
–Para controlar el territorio, las organizaciones criminales generan corrupción institucional. ¿Se ha detectado más corrupción en el último tiempo?
Hemos tenido algunos casos de corrupción pública como país, pero, decir que esos casos están conectados a este tipo de organizaciones, pienso que es aventurarse en situaciones que están siendo materia de investigación. La respuesta institucional sí existe. En la PDI tenemos un sistema de control interno que viene desarrollándose desde la década de los ‘90. Operan nuestros contralores a nivel regional, a nivel de jefaturas nacionales, que son funcionarios dependientes directamente de la Inspectoría General. Entendemos que cuando fallamos a nuestro Código de Ética se pierde de inmediato la calidad de oficial policial. Quizás falta que otras instituciones también desarrollen un aparato fuerte en materia de control interno.
–¿Qué instituciones?
El Servicio Nacional de Aduanas, el Servicio de Impuestos Internos o la Unidad de Análisis Financiero, por ejemplo. Por el tipo de organizaciones que hemos combatido acá en Chile, estas instituciones no se han visto directamente afectadas. Les cuesta empatizar con la posibilidad de ser objetivo de una acción de corrupción. Somos organizaciones que reaccionamos al estímulo, si no existe ese estímulo negativo ves el fenómeno de la corrupción como algo lejano. Si estás fuera todavía, cuesta que se visualice como un potencial problema.