El rugido de un avión de guerra estadounidense sobre un aeropuerto civil irlandés
“Este no es un aeropuerto normal”, me dijo Margaretta D’Arcy mientras oíamos el estruendo de un Hércules C-130T que se preparaba para despegar del aeropuerto irlandés de Shannon, un poco después de las tres de la tarde del 11 de septiembre de 2022. Aquel enorme avión de la Marina estadounidense (número de matrícula 16-4762) había volado desde Sigonella, una estación aeronaval de los Estados Unidos en Italia. Unos minutos antes, un C-40A de la misma Fuerza Marina (número de matrícula 16-6696) partió de Shannon con destino a la base militar estadounidense de Stuttgart (Alemania), tras haber volado desde la Estación Aérea Naval Oceana, en Virginia. Shannon no es un aeropuerto normal, dijo D’Arcy, porque – y a pesar de que es un aeropuerto meramente civil – permite que entren y salgan frecuentemente aviones militares estadounidenses, y la puerta 42 del aeropuerto funciona como su “base de operaciones avanzada”.
A sus 88 años, D’Arcy, legendaria actriz y documentalista irlandesa, es miembro habitual de Shannonwatch, un grupo de activistas que – desde 2008 – celebra vigilias mensuales en una rotonda cercana al aeropuerto. Los objetivos de Shannonwatch son “poner fin al uso militar estadounidense del aeropuerto de Shannon, detener los vuelos de entrega a través del aeropuerto y obtener la rendición de cuentas de ambos por parte de las autoridades irlandesas competentes y los líderes políticos”. Edward Horgan, veterano del ejército irlandés que estuvo en misiones de mantenimiento de la paz en Chipre y Palestina, me dijo que esta vigilia es vital. “Es importante que vengamos aquí todos los meses”, dijo, “porque sin esto no hay oposición visible” al paso de los militares estadounidenses en Irlanda.
Según un informe de Shannonwatch titulado “El aeropuerto de Shannon y la guerra del siglo XXI”, el uso del aeropuerto como base de operaciones avanzada de los Estados Unidos comenzó en 2002-2003, y esta transformación “fue, y sigue siendo, profundamente ofensiva para la mayoría de los irlandeses”.
El artículo 29 de la Constitución irlandesa de 1937 establece el marco de la neutralidad del país. Permitir que un ejército extranjero utilice suelo irlandés viola el artículo 2 de la Convención de La Haya de 1907, de la que Irlanda es signataria. No obstante, según John Lannon, de Shannonwatch, el Gobierno irlandés ha permitido, desde 2002, el paso de casi tres millones de tropas estadounidenses por el aeropuerto de Shannon, e incluso ha asignado un oficial permanente al aeropuerto. “El espacio aéreo irlandés y el aeropuerto de Shannon se convirtieron en la propiedad virtual de la maquinaria de guerra de los Estados Unidos”, dijo Niall Farrell, de la Alianza contra la Guerra de Galway. “La neutralidad irlandesa estaba realmente muerta”.
La parada de la muerte
A Margaretta D’Arcy le brillan los ojos cuando relata su paso por el Campamento de Mujeres por la Paz de Greenham Common, situado en Berkshire (Inglaterra) y en el que participaron activistas de Gales, quienes acamparon para impedir el almacenamiento y el paso de misiles de crucero estadounidenses en esta base militar británica. Ese campamento comenzó en 1981 y duró hasta el año 2000. D’Arcy fue a la cárcel tres veces durante esta lucha (de un total de al menos 20 veces que estuvo en prisión por su activismo antibélico). “Fue bueno”, me dijo, “porque nos deshicimos de las armas y la tierra fue devuelta a la gente. Se necesitaron 19 años. Las mujeres luchamos constantemente hasta conseguir lo que queríamos”. Cuando D’Arcy fue detenida, las autoridades penitenciarias la desnudaron para registrarla. Se negó a volver a ponerse la ropa y realizó una huelga de hambre y una protesta desnuda. Con ello, obligó a las autoridades penitenciarias a poner fin a la práctica de los cacheos al desnudo. “Si actúas con dignidad, les obligas a tratarte con dignidad”, me dijo.
Parte de este acto de dignidad incluye resistirse a permitir que el aeropuerto de su país sea utilizado como instrumento de las guerras de los Estados Unidos en Afganistán e Irak. Desde 2002, varios valientes han entrado en el aeropuerto y han intentado intervenir aviones estadounidenses. El 5 de septiembre de 2002, Eoin Dubsky pintó “No way” (de ninguna manera) en un avión de guerra estadounidense (por lo que fue multado); y luego, el 29 de enero de 2003, Mary Kelly sacó un hacha a la pista y golpeó un avión militar, causando 1,5 millones de dólares en daños (también fue multada). Unas semanas más tarde, el 3 de febrero de 2003, los Pitstop Ploughshares (un grupo de cinco activistas que pertenecían al Movimiento de Trabajadores Católicos) atacaron un avión C-40 de la Marina de los Estados Unidos – el mismo que Mary Kelly había dañado anteriormente – con martillos y un pico (una historia relatada vívidamente por Harry Browne en Hammered by the Irish, 2008). También pintaron con spray “Pitstop of Death” (la parada de la muerte) en un hangar.
En 2012, Margaretta D’Arcy y Niall Farrell entraron en la pista de aterrizaje para protestar contra el uso del aeropuerto por parte de los aviones estadounidenses. Fueron detenidos y condenados, pero aún así, volvieron a la pista al año siguiente vestidos con trajes naranjas. Durante el proceso judicial de junio de 2014, D’Arcy interrogó a las autoridades aeroportuarias sobre por qué no habían detenido al piloto de un avión Hércules estadounidense armado que había llegado al aeropuerto de Shannon cuatro días después de su detención en la pista. Le increpó: “¿Existen dos conjuntos de normas: uno para la gente como nosotros que trata de detener el atentado y otro para los terroristas?”. El inspector del aeropuerto de Shannon, Pat O’Neill, respondió: “No entiendo la pregunta”.
“Este es un aeropuerto civil”, me dijo D’Arcy mientras señalaba hacia la pista. “¿Cómo permite un Gobierno que los militares utilicen un aeropuerto civil?”.
Rendiciones extraordinarias
El Gobierno de los Estados Unidos comenzó a transportar ilegalmente a prisioneros desde Afganistán y otros lugares a su prisión en el campo de detención de la Bahía de Guantánamo y a otros “sitios oscuros” en Europa, África del Norte y Asia Occidental. Este acto de transportar a los prisioneros llegó a conocerse como “entrega extraordinaria”. En 2005, cuando le preguntaron a Dermot Ahern, ministro de Asuntos Exteriores de Irlanda, sobre los vuelos de “entregas extraordinarias” en el aeropuerto de Shannon, contestó: “Si alguien tiene alguna prueba de alguno de estos vuelos, que me llame y haré que se investigue inmediatamente”. Amnistía Internacional respondió que tenía pruebas directas de que hasta seis aviones fletados por la CIA habían utilizado el aeropuerto de Shannon unas 50 veces. Cuatro años más tarde, Amnistía Internacional elaboró un informe exhaustivo que demostraba que su cifra anterior estaba suavizada y que probablemente habían entrado y salido del aeropuerto cientos de esos vuelos militares estadounidenses.
Aunque el Gobierno irlandés ha declarado – durante años – que se opone a esta práctica, la policía irlandesa (la Garda Síochána) no ha subido a estos vuelos para inspeccionarlos. Como signataria del Convenio Europeo de Derechos Humanos (firmado en 1953) y de la Convención de las Naciones Unidas contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes (adoptada en 1984 y ratificada en 1987), Irlanda tiene el deber de impedir la colaboración con las “entregas extraordinarias”, una postura adoptada por el Consejo Irlandés para las Libertades Civiles. En 2014, los parlamentarios irlandeses Mick Wallace y Clare Daly fueron detenidos en el aeropuerto de Shannon por intentar registrar dos aviones estadounidenses que, según ellos, transportaban “tropas y armamento”. No confiaban en las falsas garantías del Gobierno irlandés. “¿Cómo lo saben? ¿Registraron los aviones? Por supuesto que no”, declararon Wallace y Daly.
Mientras tanto, según el informe de Shannonwatch, “en lugar de tomar medidas para identificar la implicación en el pasado en las entregas o para evitar nuevas complicidades, los sucesivos Gobiernos irlandeses se han limitado a negar cualquier posibilidad de que los aeropuertos o el espacio aéreo irlandés hayan sido utilizados por los aviones de entregas de los Estados Unidos”.
En 2006, Conor Cregan conducía su bicicleta cerca del aeropuerto de Shannon. La inspectora de policía del aeropuerto, Lillian O’Shea, que le reconoció por las protestas, se enfrentó a él, pero Cregan se marchó. Finalmente fue detenido. En el juicio de Cregan, O’Shea admitió que la policía había recibido órdenes de detener y acosar a los activistas en el aeropuerto. Zoe Lawlor, de Shannonwatch, me contó esta historia y luego dijo: “estos acosos refuerzan la importancia de nuestra protesta”.
En 2003 y 2015, el Sinn Féin – el mayor partido de la oposición en la Asamblea de Irlanda del Norte – presentó un proyecto de ley de neutralidad para consagrar el concepto de neutralidad en la Constitución irlandesa. El Gobierno, dijo Seán Crowe, del Sinn Féin, ha “vendido la neutralidad irlandesa pieza a pieza en contra de los deseos del pueblo”. Si el pueblo irlandés asume la idea de la neutralidad, será gracias a los sacrificios de personas como Margaretta DArcy, Niall Farrell y Mary Kelly.
Este artículo fue producido para Globetrotter. Vijay Prashad es un historiador, editor y periodista indio. Es miembro de la redacción y corresponsal en jefe de Globetrotter. Es editor en jefe de LeftWord Books y director del Instituto Tricontinental de Investigación Social. También es miembro senior no-residente del Instituto Chongyang de Estudios Financieros de la Universidad Renmin de China. Ha escrito más de 20 libros, entre ellos The Darker Nations y The Poorer Nations. Sus últimos libros son Struggle Makes Us Human: Learning from Movements for Socialism y The Withdrawal: Iraq, Libya, Afghanistan, and the Fragility of U.S. Power (con Noam Chomsky).