Agustín Squella y el nuevo proceso constituyente: “Temo que la borrachera cambie de bando”

Por: Giglia Vaccani Venegas | 07.10.2022
En entrevista con el programa Manos Libres en El Desconcierto, el académico y exconvencional asume que “nos farreamos la gran oportunidad de presentar algo que el país estuviera dispuesto a aceptar”. Pero advierte, sobre todo a la oposición: “La marcha no se detiene (…) No perdamos el espíritu constitucional, no renunciemos al camino que ya elegimos”.

A más de un mes desde el Plebiscito, y en un tono autocrítico respecto al trabajo de la Convención Constituyente, el académico y exconvencional Agustín Squella conversó con el programa Manos Libres en El Desconcierto para reflexionar, mostrar ciertas inquietudes y llamar al optimismo en torno a lo que se viene para el país.

Nos farreamos la gran oportunidad de presentar algo que el país estuviera dispuesto a aceptar. Pero la marcha no se detiene y ahora hay que decidir cómo continuar adelante, y mi punto de vista es que debería ser a través de una elección por votación popular de un órgano similar a la convención ya fracasada, tal vez con menos miembros y con otro sistema de elección, pero de quien se pudiera esperar una propuesta nueva que tendría que ser ratificada en un plebiscito”, comenzó diciendo el abogado y periodista.

De acuerdo con el académico, “lo que se rechazó fue una determinada propuesta, no se rechazó la idea de tener una nueva Constitución. Eso hay que reiterarlo porque cada vez que hay un resultado tan apabullante como este hay quienes tratan de sacar ventaja, y aquel 20 por ciento del famoso Plebiscito de entrada que se pronunció en contra de tener una nueva Carta Magna está tratando en este momento, a veces de manera pública y otras desde una salvaje oscuridad, de echar por tierra esa decisión mucho más mayoritaria que la del 4 de septiembre. Entonces, Chile, y es algo que habla bien de nuestra dignidad como nación, no puede renunciar a reemplazar la Constitución de 1980. La propuesta fracasó, vayamos por otra”.

Sin embargo, Squella advirtió que no hay mucha nitidez de parte de algunos sectores políticos y planteó la siguiente pregunta: “¿Cuánta sinceridad hay entre quienes afirmaron y afirman que fracasado el anterior proceso hay que intentar uno nuevo? Yo ante eso tengo que confesar cierta perplejidad y algo de desconcierto porque de pronto no veo con nitidez una voluntad de continuar este proceso constituyente de una manera que nos conduzca, ya no más a reformar el texto, eso ya lo hemos hecho varias veces, sino a reemplazar la actual Constitución”.

[caption id="attachment_779994" align="aligncenter" width="2560"] Agustín Squella firma una propuesta durante la ceremonia de clausura y entrega de la propuesta oficial de la Nueva Constitución. Foto: AGENCIAUNO[/caption]

Lo que se debiera rescatar para una nueva Constitución

Consultado por los elementos que debieran contemplarse en un nuevo texto que permita satisfacer las expectativas de la ciudadanía en esta materia, el también Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales 2009 sostuvo que existen aspectos recientes y otros de mayor data para tomar en cuenta.

Hay antecedentes próximos que permiten no partir de cero. Los países cuando tienen más de 200 años de vida independiente nunca parten desde cero porque hay toda una historia detrás. Puede ser que se parta de una hoja en blanco en el sentido de que una propuesta de nueva Constitución no está vinculada de manera obligatoria a la Constitución que va a reemplazar, pero no significa comenzar de cero. Y en una nueva partida yo creo -pensando en el trabajo de nuestra convención- hay irrenunciables. Por ejemplo, un Estado democrático de derecho, nadie ha propuesto que yo sepa, cambiar nuestra forma de gobierno, pero sí institucionalmente a nivel de una nueva carta magna hay que mejorar la democracia, no sustituirla por otra forma de gobierno”, explicó.

“Estado Social de derecho también. Se trata de una idea que hasta hace unos años parte importante de los sectores conservadores del país desechaban por considerarla poco menos que un invento de los izquierdistas o del socialcristianismo, etc., fíjense ustedes cómo ahora es algo que se ha impuesto. Entonces, vemos cómo un proceso que falló, ciertamente, va dejando en el camino huellas positivas, son avances muy importantes. Otro punto es lo que la propuesta estableció sobre protección a la naturaleza y el medio ambiente. En ese sentido, todos estamos pidiendo normas más rigurosas respecto del compromiso que nuestra especie debe tener con la naturaleza a la que pertenecemos. Y lo otro intransable son los derechos fundamentales”, detalló.

En tal sentido, Agustín Squella se detuvo para analizar lo que ocurrió en este aspecto en el reciente trabajo constituyente. “Sí, nuestra propuesta fue demasiado extensa en cuanto a los derechos fundamentales, no porque estableciera muchos derechos, sino porque la redacción, la presentación lingüística sobre la disposición de estos derechos, acusó algo así como una sobreescritura, se nos fue un poco la mano en eso. Pero vámonos dando cuenta que tenemos amplios acuerdos para avanzar. Agreguémosle los órganos autónomos de la administración del Estado, Defensoría Penal Pública con rango constitucional que hoy no tiene, Fiscalía Nacional, Banco Central. Vale decir, ya hay mucho en lo que estamos bastante de acuerdo. En consecuencia, yo no quiero por ningún motivo, perder la esperanza de que una nueva Convención Constitucional, si lo hace con prudencia, sabiduría y compromiso, pueda aprovechar los antecedentes que se han ido acumulando”.

Y luego enumeró otros ingredientes para un próximo proceso: “Incluso cosas de esta propuesta desechada, el proyecto de Michelle Bachelet, la propuesta programática de Eduardo Frei Ruiz-Tagle, la propia Constitución de 1980 en lo que tenga de rescatable o la de 1925, o las constituciones recientes de otros países. Tenemos material sobre la mesa y debemos forzarnos a un ejercicio de compromiso con ciertas causas, pero también con la prudencia, con la buena presentación, evitando dejar aspectos muy indefinidos como nos pasó, por ejemplo, con la plurinacionalidad que creo que no quedó bien expresada. No hay que tener miedo a las palabras, pero sí hay que consentir en que, al hablar de plurinacionalidad, nuestra propuesta dejó una apertura difícil de interpretar. Entonces, con esa denominación u otra, entendida como el reconocimiento de los efectos políticos, económicos, culturales y educacionales de los pueblos indígenas, que es lo fundamental, lo llames como lo llames, va a estar en una nueva propuesta constitucional, pero yo espero mejorada respecto a la forma en que nosotros la presentamos, que, de hecho, terminó intimidando a una parte importante del electorado”.

[caption id="attachment_779997" align="aligncenter" width="2560"] El exconvencional Agustin Squella durante una sesión en el ex Congreso Nacional. Foto: AGENCIAUNO[/caption]

Los gobiernos y los procesos constituyentes

Más adelante, Agustín Squella se refirió al rol que jugó el actual gobierno durante la campaña previa al Plebiscito, defendiendo su opción de vincularse al Apruebo.

“Los gobiernos tienen éxitos y fracasos, y era difícil imaginar que este mandato no iba a comprometerse, sin faltar a la ley ni al derecho, en este proceso. El gobierno de Sebastián Piñera se descomprometió con el proceso constitucional que inició Michelle Bachelet. Tuvo en sus manos la posibilidad de que el proyecto de Nueva Constitución que había ingresado al Congreso. Ese gobierno, ni siquiera en voz de su presidente, sino de su ministro del Interior (Andrés Chadwick), en una reunión de empresarios, que no era el lugar más adecuado para ello, desechó esa iniciativa. Entonces, es absurdo pensar que los gobiernos no toman partido. Claro, el gobierno actual, al apoyar el proceso y al aprobar la propuesta, tomó un riesgo, pero los gobiernos también están para tomar riesgos, ahora tienen que rehacerse y a mí me parece que Boric ha adoptado la actitud correcta. Es de esperar que todos sus partidarios actúen igual”, señaló

En este contexto, añadió que el espíritu es “decir hemos perdido una oportunidad, aceptemos este paso en falso y no interrumpamos el seguir añadiendo eslabones a este proceso constitucional que se puede mirar como una cadena que partió en 1989. No hemos rematado con el eslabón final, pudimos haberlo hecho nosotros, lamentablemente fallamos, y la ciudadanía nos dijo que no. Pero, pese a ello, insistamos porque la verdad no resulta muy presentable para un país democrático que hayamos tardado 42 años en reemplazar la Constitución de una dictadura. Uno entiende que al comienzo se haya elegido el camino de las reformas, era lo más que se podía hacer después de derrotar a Pinochet en el plebiscito del 88, pero han pasado más de 30 años. ¡A mí eso me ruboriza! ¡Dónde estábamos! Si bien Bachelet demoró en ingresar el proyecto, la oportunidad estuvo. O sea, al presidente Piñera le faltó, como siempre, el olfato político, él hace bien los negocios, pero políticamente tiene un déficit, lo digo respetuosamente”.

[caption id="attachment_762837" align="aligncenter" width="900"] Fotografía de Agencia Uno[/caption]

“En ese entonces podríamos haber salido del tema constitucional, pero Piñera no lo vio ¿Y por qué no vio esa oportunidad? Porque este país se ha venido engañando con el discurso inicial de Joaquín Lavín, que cambia de color permanentemente. Pero en el tiempo de Ricardo Lagos, Lavín decía que la Constitución no tiene nada que ver con los problemas de la gente. Esa frase la instaló él y repitió la derecha hasta el cansancio, ¡hasta hoy día!, y la verdad es que una Constitución tiene que ver mucho directa e indirectamente con los problemas de la ciudadanía”.

En relación a lo mismo, Agustín Squella insistió en que “no renunciemos al camino que ya elegimos por amplísima mayoría, que es reemplazar la Constitución del 80. ¡No por cualquier otra, por supuesto, ya hubo una que falló, tendrá que ser mejor la nueva propuesta! Tenemos que aspirar a una que concite cuando menos el 70% de aprobación del país. A eso tenemos derecho los chilenos, ya lo decidimos, y tenemos que pedir que nuestros legisladores y el gobierno concuerden en una fórmula que no nos permita quedarnos parados, sino avanzar”.

“Uno tiene que creer en sí mismo y en el país en que vive, de repente hay traspiés, este fue uno de ellos, hagámonos cargo, reconozcamos los errores, ¡pero no perdamos el ímpetu constitucional!”, subrayó.

El temor a una nueva borrachera

Finalmente, el académico esbozó cierta inquietud sobre lo que pueda ocurrir con la agenda legislativa del país tras la apabullante victoria del Rechazo.

“Lo que yo temo, de pronto, es que la oposición al gobierno en el Parlamento -un tanto eufórica con el resultado del plebiscito del 4 de septiembre-, vea esto como una derrota del gobierno y vaya a por más. O sea, que vaya ahora en contra de la reforma tributaria, después en contra de la reforma a las pensiones, luego en lo relativo a la reforma de los sistemas privados de salud y así sucesivamente. Yo temo eso, ojalá no ocurra porque el país necesita, sea con este gobierno o con cualquier otro, cambios legislativos, ya veremos los cambios constitucionales en el futuro, pero se necesitan reformas en esas grandes materias. Y un gobierno que no renuncia a eso me parece bien”.

“Pero espero que la oposición no pretenda anotarse puntos, de acuerdo a la próxima elección presidencial a costa de bombardear iniciativas legislativas de la administración actual. En definitiva, lo que temo es un estado de borrachera parecido a los que tuvieron sectores de ultraizquierda en la Convención. Ahí hubo sectores de una izquierda más radical, diría yo, que se entusiasmaron consigo mismos y con el poder que creyeron tener sin darse cuenta de que el poder lo tenía el pueblo, de que nosotros no estábamos autorizados para aprobar una nueva Constitución, sino para proponerle al país, pues yo temo que ahora la borrachera cambie de bando. Yo noto de pronto una euforia, como diciendo 'mira, ahora se las cobramos todas al gobierno'. Eso nos estaría bien porque, por lo demás, lo han dicho ustedes y toda la prensa, la votación del Rechazo fue muy transversal, no fue un triunfo de la oposición, no fue un triunfo de la derecha, los principales líderes de ese sector, incluido Kast, se escondieron porque sabían que si lideraban esa campaña, iban a perder votos”.

“Yo eso lo entendí perfectamente, y, claro, es un tanto penoso darse cuenta de que los políticos se muestran en la cancha cuando tienen posibilidades de ganar, y se salgan de ella cuando puedan perder o sacar silbatinas desde la galería. Pero, bueno, así es la política y no se puede esperar mucho de ella” sostuvo Agustín Squella.

  • El programa “Manos Libres” en colaboración con El Desconcierto se transmite semanalmente en nuestro canal de YouTube.

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