CRÍTICA| Paulina García y Francisco Melo desnudan miserias familiares en puesta en escena tele-teatral

CRÍTICA| Paulina García y Francisco Melo desnudan miserias familiares en puesta en escena tele-teatral

Por: Elisa Montesinos | 28.07.2020
La familia cuenta la historia de una madre y un padre, separados luego de una tragedia, que intentan proseguir sus vidas. La madre (Paulina García), está en una crisis de mediana edad, desesperada por emparejarse y abusando de alcohol y pastillas. El padre (Francisco Melo), largo tiempo ausente de la crianza de su hija, intenta una paternidad tardía y torpe. Ambos le hablan a un tercer personaje que no aparece en escena, desnudando sus sentimientos de culpa, soledad y una mal asumida paternidad y maternidad. 

Más allá de discusiones absurdas (“El teatro por Zoom no es teatro”), es innegable que luego de la parálisis inicial de la actividad producto de la pandemia, la escena ha salido a apropiarse de la virtualidad con energía. Ese camino exploratorio se ha desarrollado con velocidad, y ha visto nacer desde las estandarizadas obras de teatro-conferencia de The Cow Company, a los experimentos humorísticos de Los Contadores Auditores (los Varietés pandémicos y la comedia Buenas impresiones), y donde poco a poco se ha empezado a interrogar sobre las posibilidades que la imagen mediatizada pueda adaptarse al lenguaje teatral.

Y si hay algo que había marcado este periodo de exploración, es que el espacio virtual de las obras (lo que en el teatro físico es la puesta en escena) aún no había logrado ser parte de una idea escénica cercana a una posible teatralidad. Con elementos en contra (ausencia de proximidad física, esta suerte de no-escenario que es la imagen mediatizada), los esfuerzos no habían logrado trascender de buena manera al estatismo del teatro-conferencia (o por Zoom). 

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En ese sentido, lo conseguido por La familia es un notorio paso adelante. La obra del Teatro Finis Terrae dirigida por Luis Ureta (Estado de emergencia, Cuarteto) según un texto de Marco Antonio de la Parra (a su vez basado en su propia pieza La vida privada), explora de manera acertada las posibilidades dramáticas del espacio sin convertirse en un ejercicio audiovisual (como es el caso de otra obra recién estrenada: Branko). 

Y esto me parece que funciona porque Ureta, junto al diseñador Cristián Reyes, ocupan ese espacio físico de acuerdo a las necesidades dramáticas de los personajes y, por sobre todo, porque la historia es catalizada por un personaje invisible y del que nosotros como espectadores, subjetivamos directamente lo presenciado.

La familia cuenta la historia de una madre y un padre, separados luego de una tragedia, que intentan proseguir sus vidas. La madre (Paulina García), está en una crisis de mediana edad, desesperada por emparejarse y abusando de alcohol y pastillas. El padre (Francisco Melo), largo tiempo ausente de la crianza de su hija, intenta una paternidad tardía y torpe. Ambos le hablan a este tercer personaje, desnudando sus sentimientos de culpa, soledad y una mal asumida paternidad y maternidad. 

Lo interesante es que la puesta en escena integra varios ángulos en que se desenvuelven los personajes, quienes habitan la escena no desde una idea de edición audiovisual (o sea fragmentariamente), sino que desde el ocupar esa espacialidad y donde el receptor es este tercer personaje. De esa manera, como espectadores, somos interpelados directamente generando un vínculo propiamente teatral que le da un espesor particular al nervio dramático, incluso por momentos soslayando la inevitable mediatización de las imágenes vía Zoom. En ese sentido, el personaje de Paly García logra apropiarse de esos ambientes desnudando su desesperación en un cruce de energías contradictorias que está bien concebido desde los ángulos y tomas elegidas, y que además la emparenta con su celebrado personaje de la película Gloria.

No resulta igual de aprovechado el espacio en relación al padre, puesto que el personaje de Francisco Melo hace muy evidente esa interpelación con el tercer personaje con exceso de gestos y tics. En ese sentido, la obra va de más a menos, ya que al ir revelándose su núcleo argumental los personajes no logran un desarrollo adecuado que permita entender su evolución.

La obra utiliza además imágenes de transición que más que informar, otorgan una atmósfera misteriosa que nos sugiere posibles caminos a seguir. Esta yuxtaposición entre el apoyo audiovisual y la puesta en escena tele-teatral, dan cuenta de la posible coexistencia de formatos sin caer en la hibridez ni en la confusión de si es teatral o no, aportando una especificidad que puede ser un camino válido de exploración de las posibilidades de la imagen escenificada. 

En sus mejores momentos, La familia propone una reflexión sobre las posibilidades de este teatro mediatizado donde el espacio dramático y las imágenes se compenetran buscando un camino propio que no dependa de las rigideces del formato ni del peligro de audiovisualizar lo teatral.

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La familia

Dramaturgia: Marco Antonio de la Parra, basada en su propia obra La vida privada.

Dirección: Luis Ureta

Dirección técnica: Cristián Reyes

Elenco: Paulina García, Francisco Melo

Funciones jueves a sábado 20:00 hrs. 

Hasta el 1 de agosto en www.teatrofinisterrae.cl 

Entrada única: $4.000