Tu futuro tiene deudas

Tu futuro tiene deudas

Por: Francisca Quiroga | 24.04.2019
El 25 marcharé por mí, por mi deuda educativa, por los acosadores en mis aulas, pero también marcho por ella, por su vida endeudada, por su pensión de mierda que no le alcanza para pagar sus remedios, por su doble jornada laboral histórica, porque crió a sus cinco hijos y sus seis nietos. Por ella que es de esa generación postergada que no sabe de autocuidado, porque no hay tiempo de preocuparse de la propia salud mental cuando se trabaja 10 horas y se llega a hacer comida para toda la familia.

Siempre que miro a mi futuro veo deudas, educación, casa propia, la vida misma, más y más deudas.
Soy de izquierda, feminista y una mujer que lucha por una vida digna, que empatiza con la comunidad LGTBQ+ y todas las minorías, porque finalmente también soy una, pero mi abuela, la adulta más importante de mi vida, es todo lo contrario.

Es de las que si hubiera podido votar, habría votado por piñera, de las que dijo ganamos después de la segunda vuelta,  porque la concertación y la nueva mayoría le fallaron, de la que le dio el voto a los mismos que la oprimen, pero es la misma abuela que me rescato de un hogar de menores a mí y a mis hermanos cuando tuvimos mamita y papito corazón.

La misma que vendía pan a las seis de la mañana afuera del terminal de buses para comprarme el uniforme, la que arreglaba la suela de los zapatos para reciclarlos y así el hermano menor los fuera usando cuando le quedaba chicos los propios, la que vivió 55 años con un hombre que la maltrató física, psicológica y económicamente (paradójicamente un abuelo espectacular), que cada vez que me ve me recuerda que me esfuerce, que saque mi carrera universitaria, que le de esa alegría porque el trabajo dignifica.

Es la que nos crió a base de esfuerzo y logro que yo y mis cinco hermanos seamos profesionales, la que nos presionó en el colegio para que no nos descarriáramos, la que no me dejaba pololear porque tenía miedo que me embarazara a los quince, igual que mi hermana.

Ella misma me dice que me titule pronto, tenga mi casa, me case y arme una vida estable que no tuvo, que sea mejor mamá de la que tuve y me enamore de un hombre que sea más bueno que su esposo y mi papá, que al menos no me pegue me dice.

Mi abuela no sabe de alienación, ni de hegemonía, odia a algunos inmigrantes porque le asustó toda su vida perder esa pega que le remuneraba 400 mil mensuales y que desde su precariedad le costó tanto obtener, es la misma que nunca nos dejó a un amigo nuestro en la calle, porque donde comen ocho, comían nueve.

Porque yo desde mi privilegio puedo ver su alienación, desde una comodidad obtenida a costa de su sacrificio. Ella no sabe de educación no sexista, género fluido, deconstrucción, ni educación de mercado. Ella sabe de sacrificio, de sacarse la mierda para poner el pan en la mesa y que el trabajo te hace digno, sabe que le da miedo que marche, porque es de la generación traumada y castrada en la dictadura, de la que veía desaparecer vecinos en la población todos los días.

El 25 marcharé por mí, por mi deuda educativa, por los acosadores en mis aulas, pero también marcho por ella, por su vida endeudada, por su pensión de mierda que no le alcanza para pagar sus remedios, por su doble jornada laboral histórica, porque crió a sus cinco hijos y sus seis nietos. Por ella que es de esa generación postergada que no sabe de autocuidado, porque no hay tiempo de preocuparse de la propia salud mental cuando se trabaja 10 horas y se llega a hacer comida para toda la familia.

Marcho por ella, porque mientras yo tuve la oportunidad de cuestionarlo todo, ella veía el noticiero tres veces al día para tener miedo, para creer que la delincuencia aumenta todos los días y que la individualidad es la única forma para subsistir.  Que solo produciendo y asegurando lo material podíamos vivir tranquilos, el resto estaba en segundo y tercer plano.

Marcho por ella y sus 55 años de matrimonio sufridos, porque para ella fue una obligación y jamás una opción, porque en su paradigma jamás va a entender el aborto libre.

Marcho por ella, porque por su sacrificio y los de su generación, somos nosotras y nosotros quienes podemos cuestionarlo todo, que podemos luchar por una vida más digna. Marcho por su vida precarizada y la de tantas de su edad, por ser la historia de tantas mujeres que parieron a esta generación.

Marchemos el 25 porque nuestro futuro tiene deudas, pero también por ellas y ellos, que su vida fue la precarización por culpa de este sistema asesino y criminal.