Notas sobre la reforma laboral: La insoportable levedad del programa
Hoy es un día histórico, el día en que se consolida el modelo de relaciones laborales fraguado en dictadura. La reforma laboral prometía dejar atrás las bases heredadas del régimen militar, sin embargo se convirtió en su completa validación, en su profundización más brutal en momentos históricos en que la sociedad exige avanzar hacia una democracia real, con acento en los derechos sociales y políticos.
Con el término de la dictadura se esperaba que el gobierno democrático que la reemplazó modificara las bases legales y constitucionales que no sólo son ilegítimas, sino profundamente contrarias a los Derechos Humanos, al Derecho fundamental de la Libertad Sindical y a los principios internacionales de la OIT acogidos por Chile, sin embargo, nada de esto ocurre. Al parecer la Concertación compartía el diagnóstico neoliberal que crucificaba a los Derechos Colectivos del Trabajo (sindicalización-negociación colectiva-huelga) y los culpaba del retraso económico.
Un sector importante de los trabajadores organizados que ha sido protagonista del ciclo de movilizaciones abierto por los contratistas del cobre el año 2007, criticó el proyecto de reforma laboral presentado por La Moneda, las criticas se realizaban en orden a entender que no alteraba los puntos claves que dan forma al Plan Laboral de la dictadura, toda vez que no se modificaban las principales barreras que hacen ineficaz la acción sindical y que precisamente no permiten a los trabajadores constituirse en un contrapeso real al empresariado, estos puntos son la Negociación Colectiva enclaustrada al nivel de empresa y La Huelga ineficaz y reglada. A esta propuesta gubernamental, un sector importante del movimiento sindical tanto fuera como dentro de la CUT respondió haciendo una extensa y dura crítica, indicando una serie de puntos que si configurarían una verdadera reforma laboral como contrapropuesta social.
Hace pocos días el ejecutivo presentó una serie de indicaciones que buscaban lograr el consenso necesario para reformar las relaciones laborales. Sin embargo, resultó sorpresivo, incluso para un sector de la Nueva Mayoría, que se insistiera en indicaciones que la propia comisión de trabajo del Senado había rechazado por considerar que se apartaban del espíritu de la reforma y la libertad sindical. Esto da cuenta de la condición de minoría absoluta de las posiciones de izquierda al interior del pacto de gobierno, siendo ésta la gran derrotada con la reforma en curso. Revisemos los puntos relevantes de una reforma que no reforma, sino que profundiza lo existente.
No a la negociación por rama de producción, un no del gobierno que se basa, Según fuentes informantes de El Mercurio, en que de implementarse dicha negociación pondría “en serio riesgo el crecimiento de la economía” y el crecimiento esperado del PIB para este año. Luego de más de 30 años el criterio neoliberal sigue dominando en el centro de la ex-Concertación, hoy Nueva Mayoría. Esta lógica contrapone la aplicación de Derechos Fundamentales y el crecimiento esperado por el empresariado, apostando por las posturas de estos últimos. En conclusión, la negociación colectiva como reconocido mecanismo redistribuidor de riquezas queda cercado al nivel de empresa, siendo un derecho inexistente para la inmensa mayoría de trabajadores en Chile. Uno de los más importantes efectos de la negociación colectiva es el de fijar condiciones mínimas y no máximas de trabajo, por tanto, es falaz el principal argumento neoliberal para atacarla: la imposibilidad de sostener negociaciones colectivas en las pequeñas y medianas empresas. La negociación colectiva en los países de la OCDE, es diametralmente distinta, con una cobertura del sobre 50% de los trabajadores, versus un escaso 11% aproximado de trabajadores chilenos que negocian colectivamente.
No a la huelga efectiva. En el gobierno se comparte la visión empresarial que declara a la huelga como el principal desincentivador de la economía, la postula como algo indeseable. La moneda, lejos de incentivar la organización y huelga de los trabajadores, la declara como un derecho que debiese desaparecer, recordemos las declaraciones de la ministra Blanco quien señaló que: “Aprobada la Reforma Laboral prácticamente no habrán huelgas en Chile”.
Adecuaciones necesarias. Facultad genérica no determinada que permite al empleador obligar a los trabajadores no involucrados en la huelga, a desarrollar las actividades laborales señalada en sus contratos, adecuando sus labores a lo que “sea necesario para el funcionamiento mínimo de la empresa”, vale decir, el reemplazo de los trabajadores en huelga con personal interno de la empresa, situación actualmente prohibida o limitada por afectar el contenido esencial del derecho a huelga. Estas adecuaciones habían sido incluidas como indicaciones con fecha de 9 de diciembre, pero fueron rechazadas por la Comisión del Trabajo del Senado por considerar que no se adaptaba al espíritu de las normas internacionales suscritas por Chile que regulan la libertad sindical y los derechos colectivos de los trabajadores
Pactos de adaptabilidad. La “reforma laboral” incluye pactos de flexibilización, mediante los cuales los trabajadores podrán pactar con el empleador sus derechos mínimos laborales, esto no sería problema si existiera un sindicalismo fuerte con la posibilidad real de negociar colectivamente en un nivel supraempresarial y con una huelga efectiva, sin embargo, nada de eso ocurre ni ocurrirá con esta reforma. Lo que convierte a estos pactos de adaptabilidad en una concesión a los empresarios en orden a afectar, aún más, los escasos derechos laborales con los que hoy cuentan los trabajadores.
En conclusión, esta reforma, lejos de cambiar las bases del Plan Laboral de la Dictadura, las mantiene y fortalece. ¿Podemos catalogarla de una efectiva “reforma laboral” ?, entendiendo a la reforma como un conjunto de elementos que modifican el estado actual de las cosas. Sí, es una reforma, pero una reforma a favor del empresariado, una reforma que no modifica, sino que profundiza el Plan Laboral, una reforma que ataca conscientemente las bases por las cuales se erige la Libertad Sindical, estas son, la Sindicalización, Negociación colectiva y el Derecho a Huelga.
Al parecer los oscuros años 90’ aún no terminan para la Nueva Mayoría y será labor del movimiento sindical, social y político dar vuelta el estado actual de las cosas en el mundo del trabajo y terminar con la política de “la medida de lo posible”. Urge una alternativa política honesta que, sin tener lazos sanguíneos y económicos con el empresariado nacional, pueda expresar los anhelos de una democracia real que coloque los intereses de las mayorías en el centro de su acción.