La reforma tributaria presentada por el Ejecutivo, que buscaba financiar gran parte de sus promesas de campaña, sufrió una fuerte derrota este miércoles, al ser rechazada en la Cámara de Diputadas y Diputados.

A la iniciativa le faltaron apenas dos votos. Obtuvo 73 a favor, 71 en contra y tres abstenciones, sin que se lograran los necesarios que exige el reglamento. Con ello, se entiende por rechazada la idea de legislar en el primer trámite.

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Tan pronto se supo del fracaso en el Congreso, que podría implicar una espera de 12 meses más para volver a tramitar, empezó la caza de brujas.

¿Quién se equivocó? ¿A quién culpar? Fueron preguntas que empezaron a surgir casi por combustión espontánea de cara a un rumoreado cambio de gabinete. En El Desconcierto conversamos con tres analistas que nos entregan su diagnóstico.

El episodio Ávila vs Delgado

La noche antes de la votación, y en la antesala del Día Internacional de la Mujer, el ministro de Educación, Marco Antonio Ávila tuvo un bullado cruce con la diputada Viviana Delgado.

El hecho claramente despertó suspicacias al día siguiente, porque la legisladora no se presentó a votar y se quedó afuera junto a sus pares Pamela Jiles y Mónica Arce. ¿Venganza?

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Para Kenneth Búnker, doctor en Ciencia Política y académico de la Universidad Central, la “agresividad inaceptable” del ministro Ávila fue una “gran desprolijidad”, puesto que “uno no puede ofender a las personas que después les va a pedir cooperación”.

De todas formas, considera que el proyecto no dependía de los errores no forzados que se cometieran, sino que apunta al proceso previo: Las negociaciones con la oposición.

Análisis similar hace Javiera Arce Riffo, cientista política y experta de la Red de Politólogas, que considera que el episodio con la diputada ecologista “influyó harto” en el desenlace de la reforma tributaria, pero “no fue el responsable principal, sino más bien fue un hecho colateral que contribuyó al desorden legislativo”.

En tanto, el cientista político y profesor de la Universidad de Talca, Mauricio Morales, opina que la situación incidió, pero no debió haberlo hecho.

“Cuando un gobierno va a discutir una reforma estructural tan clave como es la reforma tributaria, no puede llegar con los votos justos a la votación, y mucho menos depender de partidos pequeños que sabemos son particularmente indisciplinados”, explica.

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Dudas sobre la estrategia de Marcel

El rechazo al proyecto significó el fin de la buena racha del ministro mejor evaluado del gabinete de Gabriel Boric, Mario Marcel, quien desde Hacienda ha sido el rostro de la rápida recuperación económica del país.

En ese sentido, para Búnker la estrategia del secretario de Estado no fue suficiente, considerando que el proyecto “había que negociarlo”, ya que no era una mala iniciativa, pero “se amarraron cosas negativas a las cosas positivas”, como el impuesto a la riqueza, uno de los aspectos más controvertidos a su juicio.

“Tal vez el ministro pensó que era una mejor idea hacerlo porque finalmente podría salir después despechado a culpar a las personas que no apoyan su proyecto, pero ahora se sabe que era una mala idea”, señaló.

Pero según Mauricio Morales, “fracasó” la estrategia de negociación de todo el equipo político, sobre todo en un quórum de mayoría, “una elección muy poco exigente”.

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Los fantasmas que rodean a Uriarte

Para Javiera Arce, “la responsabilidad de Ana Lya Uriarte es clave” en la derrota frente al Congreso. La analista opina que no se puede llegar a una votación de esta envergadura, con un proyecto que buscaba financiar el programa de gobierno, “sin contar con los votos”.

No es el primer episodio similar que atraviesa Uriarte, ya le había pasado dos veces en la elección de Fiscal Nacional en el Senado. Además, el día anterior el diputado Guillermo Ramírez (UDI), negociador de la oposición, avisó que no estaban los votos suficientes para aprobar el proyecto.

“Lo que se debería haber hecho era posponer y hacer un trabajo conjunto con Chile Vamos”, y no una “estrategia de andar mendigando” votos en el último minuto.

Morales coincide y apunta que “hay una responsabilidad clarísima en Segpres” y en el equipo político completo, ya que “el gobierno sabía que no había realizado un trabajo lo suficientemente pulcro como para garantizar que la reforma fuese aprobada en este primer trámite”, al buscar a último minuto el apoyo de la diputada Delgado.

Según considera Búnker, “no se juega con algo que sea tan fundamental para un gobierno y se pone en votación algo que se puede perder”, también apuntando que la culpa es del gabinete conjunto, pero que Ana Lya Uriarte cometió “el error más grotesco de todo el episodio”.

En su opinión, “para ella esto está casi para poner el cargo a disposición”.