Clasismo progresista: Qué hay detrás de la criticada reacción del mundo del Apruebo
El “Análisis comunal sobre decisión de voto y participación” de la Facultad de Gobierno de la Universidad del Desarrollo (UDD) reveló que el margen de triunfo del Rechazo fue más amplio en comunas de menores ingresos. De hecho, en el quintil más bajo se impuso contundentemente con 75,1%, mientras que el Apruebo apenas sumó 24,9%.
El hecho provocó una ola de reacciones de adherentes del Apruebo, quienes dirigieron su molestia contra una supuesta ignorancia, conformismo y falta de educación de quienes apoyaron el Rechazo.
En redes sociales, varios de ellos se descargaron con habitantes de comunas más pobres, y también contra aquellas que han sobrellevado conflictos medioambientales agudos, como Quintero, Mejillones, Coronel y, especialmente, Petorca.
https://twitter.com/katerine_rodd/status/1566596013770645507
https://twitter.com/iam_rawrrr/status/1566592580908752896
https://twitter.com/nanoxve/status/1566986819413151744
La tendencia incluso permeó a figuras y autoridades públicas. Es el caso del exconvencional Nicolás Núñez Gangas, conocido por haber votado desde la ducha en la Comisión de Medio Ambiente.
En su perfil de Facebook, el exrepresentante escribió mofándose de la gente “rechazona” que deberá continuar con labores precarias, mal pagadas o no reconocidas, bajo la actual Constitución. Hasta la noche del miércoles, las publicaciones seguían vigentes, pero Núñez las borró posterior a la publicación de esta nota.
En la misma línea, generaron polémica las expresiones de la directora de Desarrollo Comunitario de la Municipalidad de Curanilahue, Alondra Jarpa, quien en su Instagram lamentó el hecho que las mismas personas que continúan pidiendo apoyo del Estado, hayan votado Rechazo en el Plebiscito.
Según explica la directora del Observatorio de Desigualdades de la Universidad Diego Portales (UDP), Ángela Boitano Gruettner, el fenómeno es un tipo de “clasismo que supone que las personas no conocen sus intereses. Es un juicio que se hace desde un lugar de superioridad”.
“Estamos muy encima de esta elección, entonces a lo mejor no hay explicaciones aún para saber lo que pasó, pero ciertamente las personas tienen una percepción acerca de lo que es bueno para su vida, que es distinta”, continúa la socióloga y doctora en filosofía.
La experta plantea que “a lo mejor sí quieren agua, pero quizás el agua que quieren no les parece que deba ser parte de un proyecto de cambio de modelo económico. A lo mejor las personas que salieron por el estallido social, a la calle, es posible que quieran consumir en mejores condiciones, y no quieran un cambio de modelo realmente”.
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La variante “facho pobre”
Boitano también subraya que “se ha sobreinterpretado el fenómeno de la calle desde la academia, desde el mundo más elitista, atribuyéndole motivos que, a lo mejor, no están presentes. Es interesante pensarlo y no moralizar el consumo. La gente quiere consumir solamente, y satanizar eso es un error”.
Una lectura más política hace el investigador del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES), Vicente Espinoza Espinoza. A su juicio, el fracaso político de la propuesta constitucional “puso a sus partidarios en una dura posición, porque estaban genuinamente convencidos de que, al menos en gran parte, ese texto respondía a las demandas que les habían llevado hasta la Convención Constitucional”.
El doctor en sociología considera que, “como había un resultado que era muy aplastante, y no se le podía seguir echando la culpa a una campaña del Rechazo porque es muy difícil pensar que 62% de la gente creyó en las mentiras —que era el centro de la campaña—, buscaron echarle la culpa a la propia gente que votó”.
“La variante del 'facho pobre' es una atribución que se dirige hacia personas que respaldan iniciativas que reproducen su opresión o rechazan otras que les favorecerían. Para la izquierda siempre ha sido un problema que los explotados u oprimidos no tengan conciencia de ello”, añade.
En ese sentido, comenta que “atribuir a la ignorancia de otros el fracaso de una propuesta que, con toda buena intención, buscaba favorecerlos es una reacción digna del despotismo ilustrado (todo para el pueblo pero sin el pueblo) o tributaria de una visión mesiánica de la propia acción”.
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La condena moral
Boitano señala que el fenómeno es similar a lo ocurrido durante la segunda vuelta presidencial del 2021, donde el Presidente Gabriel Boric se enfrentó a José Antonio Kast. “Aquellas personas que votaron Kast también fueron moralmente condenadas, y eso es un problema, porque puede que a uno no le guste el votante Kast, puede que a uno no le guste el votante Rechazo, pero de ahí a moralizar al sujeto como un sujeto inferior, es complicado”.
“Es parte de la convivencia democrática aceptar posiciones políticas distintas, ese es el desafío que tenemos. Tal vez esto habla de la mala calidad de nuestras democracias, como algo de fondo”, explica la doctora, quien cree que desde la academia “tenemos un análisis de la realidad que no es consistente con lo que las personas están experimentando en su día a día”, y que se deben buscar distintos modos de comprender lo que las personas necesitan.
Para Espinoza, pese a que estas reacciones son comunes, tienen un factor novedoso, que es que, por primera vez, se observa “un discurso clasista por parte de la gente más progresista”, considerando que normalmente el clasismo se asocia a la derecha más conservadora.
“Viene un clasismo asociado a gente que es media 'mesiánica', que actúa a nombre de los otros, y que espera que los otros finalmente le terminen agradeciendo lo que están haciendo por ellos”, opina. De todas formas, el doctor reconoce que fue un “desahogo del momento” experimentado a través de las redes sociales, y que prontamente hubo una reacción de otros internautas que condenaron estas expresiones.