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Incendios forestales: La necesidad de gestionar el espaciamiento de la vegetación
Foto: Agencia Uno

Incendios forestales: La necesidad de gestionar el espaciamiento de la vegetación

Por: Miguel Castillo Soto | 19.12.2025
Más que intentar pensar en la protección total de salto de fuego, los distanciamientos más recomendables son aquellos que equilibran los criterios de prioridad de protección, costos de construcción y mantención, y el tiempo estimado de salto de fuego ante la posibilidad que el frente avance posea un alto nivel de energía.

Chile es un país forestal que posee importantes territorios vulnerables a la acción de los incendios forestales, tanto en bosque nativo, como en plantaciones productivas, y también matorrales y pastizales. En cada una de estas formaciones vegetales el fuego puede adquirir tamaños y formas muy diversas cuando éste se propaga. Entre ellas coexisten también zonas pobladas, conocidas como interfaz urbano-forestal.

En oportunidades cuando no existe una barrera que aminore su fuerza de propagación, puede provocar enormes daños materiales y ambientales. En efecto, cuando se desarrolla un incendio forestal, éste se propaga por la acción simultánea del viento, de la topografía y del material que va quemando a su paso, normalmente vegetación u otro tipo de material combustible.

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En su desarrollo, además de la velocidad de avance, la combustión que se produce y el efecto visual de las llamas, genera calor (energía) y en la mayoría de los casos también emisiones de material incandescente llamado pavesas, las cuales pueden viajar centenares de metros, incluso kilómetros, hasta caer por gravedad en distancias alejadas, pudiendo incluso desencadenar nuevos focos de incendios.

En este contexto es que surgen entonces variados temas que pueden apuntar a gestionar los bosques y en general todo espacio potencialmente inflamable que esté expuesto al encendido –muchas veces promovido por la acción intencional o el uso negligente del fuego– , lo que lleva entonces a plantear si la organización del espacio defendible está considerando las variables del comportamiento del fuego, o sólo criterios basados en la intuición, razonamiento costo/beneficio o experiencia en terreno.

Esta pregunta surgió recurrentemente inmediatamente después de los mega incendios forestales ocurridos en 2017 y posteriormente el tema fue tomando fuerza ante los eventos de 2022, 2023 y últimamente en 2024 con la tragedia de Viña del Mar y Quilpué. Incluso en la temporada de incendios 2025-2026 con lo acontecido en el sector Leoncillo, en Laguna Verde (Valparaíso), donde el confinamiento forestal y la escasez de caminos de evacuación o de atención de los medios de extinción por tierra agravan aún más la posibilidad de encontrar espacios de respuesta para detener el avance del fuego.

En todos los casos el problema es el mismo: el tiempo de reacción o posibilidades de tomar decisiones frente a la posibilidad que el fuego sobrepase una barrera de defensa, o simplemente que por la energía que éste trae, no pueda dar margen de maniobra para poder reaccionar oportunamente.

Esto ocurre no sólo en las zonas de interfaz con las acciones de evacuación preventiva sino al interior de los bosques, en cuyo diseño interior existen cortafuegos y caminos interiores que además de permitir el acceso a vehículos y personas, constituyen barreras que permiten retardar la llegada del fuego desde un frente a avance hacia zonas vecinas directamente amenazadas. Incluso en las quemas prescritas, antes que éstas se ejecuten, deben poseer zonas de resguardo perimetral para evitar incendios secundarios debido a eventuales saltos de material encendido hacia zonas contiguas.

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Con todo, existen referencias que apuntan a determinar o estimar los distanciamientos recomendables para evitar o aminorar la posibilidad que el fuego sobrepase y continúe su avance. Hay distancias propuestas para plantaciones forestales, para zonas de interfaz, para servidumbres eléctricas y otras recomendaciones en situaciones puntuales que aportan a la defensa frente a la posibilidad de salto de fuego.

No obstante en cualquier caso, es necesario volver a las bases del comportamiento del fuego para entender que la vegetación combustible en todas sus clasificaciones (bosques, matorrales, pastizales) avanza de distinta manera y emite distintos montos de energía según se configuran los componentes que se mencionaron inicialmente: el viento y la topografía. Hay especies que liberan más fragmentos incandescentes que otras; otras emiten más llamas y generan más intensidad calórica.

Cualquiera que sea el caso, al momento de construir una barrera cortafuego o corta combustible no hay que necesariamente pensar en la total garantía que el fuego no pueda sobrepasarla; más bien lo que se obtiene es aumentar el tiempo de respuesta para ampliar la base de toma de decisiones frente a la posibilidad de combatir, evacuar o aplicar medidas prioritarias para atender las áreas con mayor proyección frente al daño potencial.

Con ello, más que intentar pensar en la protección total de salto de fuego, los distanciamientos más recomendables son aquellos que equilibran los criterios de prioridad de protección, costos de construcción y mantención, y el tiempo estimado de salto de fuego ante la posibilidad que el frente avance posea un alto nivel de energía.

Todas las combinaciones posibles deben estar a disposición de los planes de protección, de planeamiento urbano y de áreas con alta presencia de incendios en zonas de interfaz. El espacio defendible entonces debe considerar como conclusión, el comportamiento del fuego.

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