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Kast, el presidente de la emergencia: Cuando el relato mata al dato
Foto: Agencia Uno

Kast, el presidente de la emergencia: Cuando el relato mata al dato

Por: Ángela Erpel | 16.12.2025
Queda ahora la vigilancia ciudadana al nuevo gobierno, la reorganización de una oposición activa y la narrativa constructiva que debería adoptar la sociedad civil en su conjunto, leyendo la derrota con altura de miras y articulando estrategias con una mirada actualizada, que dé cuenta de la realidad sin apoyarse en falsedades oportunistas y populistas.

El domingo 14 de diciembre se cierra una etapa electoral que confirma un desplazamiento profundo en la política nacional: el ultraderechista José Antonio Kast, con un total de 7.224.800 votos según el Servel, se convierte en el presidente más votado de la historia de Chile, logrando un contundente 58,17%.

Sin embargo, para la representante de la coalición del actual gobierno, Jeanette Jara, también fue una cifra histórica que le da una gran espalda para liderar una oposición legitimada: su 41,83% se compuso de 5.209.756 votos, superando los 4.600.000 con que ganó el actual presidente Gabriel Boric.

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Pero esta victoria tiene un antecedente que data de mucho antes, y se marca patentemente en el resultado final, que tiene mucha concordancia con los resultados del plebiscito del 2022 (62 – 38) y se afirma fuertemente en una narrativa catastrófica donde la imagen de la “situación de emergencia” primó ante todo, con un respaldo sólido de los medios de comunicación hegemónicos que crearon una realidad falseada de crisis, sin datos que lo apoyaran.

De hecho, Chile es uno de los países con menores tasas de homicidio, sin embargo se instaló la sensación de crisis, que fue capitalizada por esta derecha que entrega soluciones simplificadas para problemas complejos. La figura del “gobierno de emergencia” fue mas efectiva que las estadísticas. Esta vez, el relato mató al dato.

La baja cantidad de sufragios blancos o nulos -a los que había llamado el candidato derrotado en la primera vuelta, Franco Parisi- habla que la transferencia de votos fue casi total y fue clave para el triunfo de Kast. Al mismo tiempo, la votación de Jara, aunque insuficiente para un escenario de votación voluntaria, muestra que la centroizquierda mantiene una base considerable: no se desfondó del todo y, frente al rechazo de 2022, mejoró cerca de cinco puntos. Allí hay un capital político que es necesario analizar con mayor conciencia y prudencia.

La geografía del voto arroja claves sobre la naturaleza del giro: las comunas que votaron a Kast y las que apoyaron el rechazo constitucional muchas veces coinciden, y esto puede deberse a temas puestos en la agenda desde el primer día de campaña: seguridad y migraciones. No es casualidad que ciudades fronterizas como Camiña y Colchane marcaran un triunfo de mas de 85% en favor del candidato republicano.

Para la fracción opositora comienza otra etapa de construcción desde la colectividad, sin caer en la fragmentación, la que sería un lujo peligroso. Es necesario articular un discurso común y tener autocritica, porque solo eso conducirá a un adecuado diagnóstico. Reconocer errores como la poca prioridad que le dio el gobierno de Gabriel Boric al crecimiento económico dentro de su narrativa, fue castigado por la ciudadanía.

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Pese a ello, podemos destacar algo que es inédito en otros países de la región, pero Chile es rico en este tipo de fenómenos, así que pudimos ver en la primera vuelta programas de gobierno que no diferían mucho lo unos de los otros. Crear diseños políticos diferenciadores también será un desafío no menor.

Tras los resultados de la elección, Kast anuncia la coformación de una coalición que vaya mas allá de lo electoral. Esto, a diferencia de lo realizado por el gobierno actual, tendrá consecuencias en la composición ministerial y en la relación con el Congreso. La teoría de los anillos concéntricos, que busca integrar desde el centro hasta las periferias, darán paso a una negociación simbólica y práctica en una nueva geografía del poder.

Y por supuesto, el factor de los nuevos votantes -que promovió tantos estudios- aún no dará luces definitivas sino hasta varios meses más, pues el Servel permitirá identificar como fue la incorporación significativa de electores nuevos y cómo votaron. Los indicios preliminares muestran que los nuevos votantes replican patrones del electorado tradicional, pero los datos concretos marcarán la estrategia futura.

Finalmente, hay una responsabilidad colectiva: en Chile votó una mayoría amplia, pero también participaron millones que hoy se sentirán representados o vulnerables ante el cambio. Somos los 13 millones de votantes, y el resto de la sociedad, responsables de todo lo que se viene.

Queda ahora la vigilancia ciudadana al nuevo gobierno, la reorganización de una oposición activa y la narrativa constructiva que debería adoptar la sociedad civil en su conjunto, leyendo la derrota con altura de miras y articulando estrategias con una mirada actualizada, que dé cuenta de la realidad sin apoyarse en falsedades oportunistas y populistas.

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