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Develan que 80% de los antibióticos que usan las salmoneras termina en el mar, propiciando bacterias resistentes
Centro salmonero en el sur de Chile. Imagen referencial. Foto: Agencia UNO.

Develan que 80% de los antibióticos que usan las salmoneras termina en el mar, propiciando bacterias resistentes

Por: Michael Lieberherr Pacheco | 08.12.2025
Mientras en los hospitales crece la resistencia a los antibióticos, la industria salmonera vierte a los mares del país toneladas de este componente para evitar que los salmones se enfermen dentro de las jaulas. Gran parte de los antibióticos vuelven al medio marino aumentando los genes de resistencia en bacterias.

El seminario “Salmonicultura en tensión: equilibrando ciencia, regulación y naturaleza”, organizado por la organización Oceana, dejó en evidencia que los impactos socioambientales de la industria salmonera siguen siendo profundos, especialmente por el uso intensivo de antibióticos e insumos pesqueros globales, además de la falta de garantías para un modelo realmente sostenible. La discusión incluyó la perspectiva del sector a través del presidente de SalmonChile, Arturo Clement, quien reconoció la necesidad de contar con normativas más duras y una fiscalización intensa.

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La evidencia más preocupante la instaló el investigador Felipe Cabello, miembro de la Academia de Ciencias de Chile y de la Academia de Microbiología de Estados Unidos, quien lleva dos décadas estudiando el efecto del uso de antibióticos en la industria del salmón. Cabello explicó en que “el 80% de los antimicrobianos que se usan en la salmonicultura, en el alimento a los salmones, pasa al ambiente, porque se elimina por las deposiciones y por la orina, pasando al ambiente con su actividad microbiana intacta, generando la aparición de resistencia”. 

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Esta contaminación genera alteraciones profundas en el microbioma marino y favorece la aparición de genes de resistencia que después pueden circular y afectar a humanos. Agregó el investigador que la mayor parte de estos productos no están en la medicina humana, sino en la producción industrial de animales, especialmente salmones. 

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“Entre el año 2000 y el 2015 se importó (a Chile) un promedio de 226 toneladas de tetraciclina por año y para medicina humana se importaron solamente 2.5 toneladas”, precisó, destacando que esta desproporción es clave para entender por qué la resistencia antimicrobiana en el país está aumentando. 

Cabello citó en su presentación tres estudios recientes, donde analizan 39 hospitales del país, donde se concluye que “existe un problema creciente de resistencia a los antimicrobianos que está teniendo impacto en la mortalidad, en el ingreso a las unidades de cuidados intensivos y además está teniendo impacto en el costo del tratamiento, ya que se deben usar múltiples antibióticos”.

Salmones y salud pública

Cabello destacó que la relación entre salmoneras y salud pública no es teórica, al existir evidencia que las conecta directamente.  Citó investigaciones realizadas en Puerto Montt donde “bacterias del sedimento marino y bacterias aisladas de infecciones urinarias de pacientes del Hospital de Puerto Montt tenían los mismos genes de resistencia a las quinolonas, indicando que existe una comunidad que comparte elementos genéticos de resistencia en el sedimento marino y en los patógenos humanos”.

Por su parte, el científico marino de Oceana David Costalago, explicó que para alimentar los salmones se requiere harina y aceite de pescado producido a partir de anchovetas, sardinas y otros pequeños pelágicos. “Para producir un kilo de harina de pescado se necesitan en torno a cuatro y seis kilos de este tipo de pescado y para producir el aceite la situación es incluso peor, ya que se puede llegar a necesitar hasta 62 kilos de pescado para producir un kilo de aceite”, señaló.

Arturo Clement, quien fue parte del panel de comentaristas, aunque defendió los avances destacando ciertos esfuerzos sectoriales, sostuvo que “no tenemos ningún problema en que nos fiscalicen y que sea lo más intenso posible, porque eso también nos ayuda a mejorar”. 

Con respecto a la sobreproducción salmonera constatada a través de múltiples fiscalizaciones y procedimientos sancionatorios, donde en algunos casos se estaría optando por pagar la multa al ser menor que lo que ganan por incumplir la norma, Clement fue incluso más lejos: “Me parece condenable, improcedente, que una empresa haga uso de las sanciones como un modelo de negocios. Es absolutamente condenable y ojalá las sanciones sean lo más altas para que ese modelo de negocio no exista”. 

Actualmente existen varias empresas que han incurrido en prácticas de sobreproducción constatadas por organismos del Estado.  En el caso de SalmonChile, ocho de sus nueve asociadasCooke AquacultureBlumar, Yadran, Marine Farm, Multi X, CamanchacaVentisqueros y Australis Seafoods

Una investigación reciente publicada en CIPER Chile reveló que en específico la empresa Australis Seafood habría incurrido en 92 ciclos de sobreproducción entre 2013 y 2024, excediendo los límites autorizados en cerca de 136 mil toneladas de salmón. Según los cálculos de la investigación, esas toneladas extra habrían generado entre 230 y 345 millones de dólares en ganancias adicionales para la empresa. 

Decenas de estos casos podrían quedar sin sanción, ya que algunos se encuentran prescritos y otros fueron abordados mediante programas de cumplimiento, lo que permitiría que la sobreproducción no tuviera ninguna sanción económica, a pesar de los beneficios obtenidos.

Clement también hizo referencia a las dificultades del Estado para fiscalizar en terreno: “Sernapesca tiene una lancha para recorrer todo el sur austral chileno para fiscalizar, es de una pobreza paupérrima”.

Desde su perspectiva, la falta de regulación moderna genera incertidumbre tanto para la industria como para las comunidades costeras: “Nuestra regulación es súper antigua, al gobierno le entregamos una agenda larga de puntos y no hemos avanzado en ninguno”.

Finalmente, al ser consultado sobre los resultados del Informe del Barómetro Regional Aysén 2024, que ubicó a la industria salmonera en el séptimo lugar entre las actividades económicas que la población considera como parte del futuro de Aysén expresó que “la verdad es que nosotros hicimos encuestas que difieren de eso, pero sin duda que, más allá de la posición relativa en que estemos, yo creo que en Aysén estamos en deuda y se lo decimos a los ayseninos. Casi el 50% de la producción de engorda se hace en Aysén, pero no queda el 50% del valor en Aysén, por múltiples razones”, explicó Clement.

La suma de los datos expuestos por Cabello y Costalago, junto con las declaraciones del propio gremio salmonero, revelan un problema estructural. La resistencia antimicrobiana está documentada en ecosistemas marinos y en pacientes humanos. Y la institucionalidad chilena -según la misma industria- carece de herramientas modernas para garantizar cumplimiento.

El seminario confirmó que el modelo salmonero, tal como funciona hoy, depende de un nivel de fiscalización que el Estado no está en condiciones de ejercer. La insistencia de la industria en que “la fiscalización intensa nos ayuda a mejorar” contrasta con los hechos: cuando se supervisa y aplican sanciones, las empresas desconocen sus incumplimientos y cuestionan la institucionalidad.

Esta nota es publicada en alianza con la campaña Salvemos la Patagonia.