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¿A encerrarse? No. A recuperar el vivir
Foto: Agencia Uno

¿A encerrarse? No. A recuperar el vivir

Por: Francisco Parada Flores | 05.12.2025
La medida, liderada por la exministra del trabajo y actual candidata presidencial de la izquierda y centro-izquierda, no está inventando nada. Está meramente poniéndose al día. Y lo está haciendo en un contexto en que la salud mental atraviesa una crisis global que no se resolverá con más productividad, sino con mejores condiciones para vivir.

Que alegría siento cada día, cuando llego a mi casa y puedo ver a mis hijos. Sus abrazos, sus besos, las historias que me cuentan. Sueño con un mundo en el que todos y todas podamos abrazar a nuestros seres queridos y compartir -a diario- con ellos más allá de la rutina.

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Pero me encuentro con este tipo de frases para el bronce:

¿Qué saco yo con decirle a la gente ‘mire, usted ahora tiene una jornada de 40 horas, se va a ir más temprano a la casa’, ¿a qué? ¿A encerrarse?”. José Meza, diputado republicano. Estado Nacional (TVN), 24 de noviembre de 2025.

Este comentario no solo expone una visión y una forma de pensar extremadamente simple acerca del vivir humano, sino que también revela una resistencia que yace profundamente desconectada de la evidencia científica y -por qué no decirlo- de la realidad que todos quienes trabajamos vivimos a diario. Además, frente a la creciente y grave crisis de salud mental global, la reducción de la jornada laboral no es una simple postura ideológica: es una política pública urgente, necesaria, basada en datos científicos y, por sobre todo, en sentido común.

Un estudio publicado en julio de este año en la prestigiosa revista Nature Human Behaviour, reportó los resultados de una de las intervenciones laborales más relevantes de los últimos años: la semana laboral de cuatro días sin reducción de sueldo. El estudio incluyó alrededor de 3.000 trabajadores de diversos países de Europa, Norteamérica, África y Asia.

Lamentablemente Latinoamérica y el Caribe no están representados. Sin embargo, los resultados demuestran que existen mejoras muy significativas en salud mental, calidad del sueño y reducción de fatiga. Obviamente uno podría decir “¡claro, si están trabajando menos! Pero la productividad y el crecimiento se verán afectados”. Si bien este argumento merece consideración, los resultados de este gran estudio muestran que los trabajadores también presentan mayor satisfacción laboral, sin pérdida de productividad ni eficiencia organizacional.

Frente a esta evidencia, cuando pensamos en Chile, la idea de una jornada laboral de 40 horas semanales (vamos en 44, y serán 40 horas a partir de abril de 2028) no es para nada una medida radical, comunista, extremista, ni descabellada. Es una medida conservadora.

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Diversos estudios han demostrado que el trabajo excesivo deteriora las capacidades cognitivas, la regulación emocional y la salud en general. Desde la neurociencia humana sabemos que el cerebro no opera aislado: está íntimamente acoplado al cuerpo y al entorno.

Cuando el estrés se vuelve crónico debido a las largas jornadas, apretadas agendas, presiones económicas y falta de tiempo significativo fuera del trabajo, se activan circuitos cerebrales, químicos y fisiológicos que afectan la memoria, el sueño, la empatía y la salud. Por el contrario, el tiempo libre de calidad permite restaurar estas funciones y fomentar procesos fundamentales como la creatividad, el aprendizaje y la autorregulación.

La medida, liderada por la exministra del trabajo y actual candidata presidencial de la izquierda y centro-izquierda, no está inventando nada. Está meramente poniéndose al día. Y lo está haciendo en un contexto en que la salud mental atraviesa una crisis global que no se resolverá con más productividad, sino con mejores condiciones para vivir.

Obviamente, trabajar menos no es la panacea, no solucionará todos los problemas sociales habidos y por haber. Se requiere una mirada más amplia que considere al organismo, su entorno y su quehacer. Sin embargo, la evidencia es clara: las personas con buena salud mental son más productivas, más creativas, más empáticas. Y también son mejores ciudadanos: educan, participan, cuidan, emprenden. Crean y sostienen comunidades.

Entonces, ¿a encerrarse? Un rotundo NO. Salir antes del trabajo significa tener tiempo para descansar, ponerse al día con algunos pendientes personales, respirar, cuidar, amar, crear, aprender, incluso sanar. Y eso, lejos de ser una amenaza al desarrollo del país, es su mejor garantía.

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