Chile desarrolla un nuevo tipo de cable que no propaga el fuego y protege instalaciones críticas
En medio del avance de la electromovilidad, la minería verde y los centros de datos, un elemento técnico empieza a ganar atención en la transición eléctrica chilena: los conductores.
Su evolución, antes casi imperceptible, se ha vuelto decisiva para garantizar seguridad, continuidad y eficiencia en sistemas que hoy dependen de flujos eléctricos cada vez más exigentes.
La industria de los cables vive un cambio profundo. Los conductores rígidos, predominantes por décadas, han sido desplazados por versiones flexibles que facilitan la instalación y elevan los estándares de seguridad.
A ello se suma la expansión de materiales libres de halógenos y con mejor comportamiento frente al fuego, que ya son fundamentales en obras de infraestructura crítica.
En ese escenario surge una innovación relevante: el primer conductor RZ1-K categoría A fabricado en Chile, desarrollado por COVISA.
El avance apunta a un objetivo central en sistemas modernos: evitar la propagación del fuego y asegurar que instalaciones esenciales —como hospitales, faenas mineras o sistemas de transporte— puedan seguir operando incluso bajo condiciones extremas.
Otro cambio en curso es la incorporación de la eficiencia energética como criterio técnico. El diseño eléctrico tradicional buscaba minimizar la inversión inicial, pero hoy crece el enfoque de reducir el costo de operación.
Especificar conductores de mayor sección permite disminuir pérdidas por conducción, una medida que puede generar ahorros significativos mientras aumenta la estabilidad del sistema.
La actualización normativa es otro desafío. Con tecnologías avanzando a un ritmo acelerado, existe consenso en que las reglas deben adaptarse para reflejar nuevas exigencias de seguridad y eficiencia.
Desde el sector apuntan a la necesidad de coordinación entre autoridades, certificadoras, fabricantes y usuarios para evitar que la regulación quede atrás frente a la modernización del sistema eléctrico.
Para la industria, estos cambios representan un giro estratégico: los cables dejan de ser un insumo secundario para convertirse en una infraestructura crítica.
Innovar en materiales, elevar estándares y optimizar el desempeño energético ya no son mejoras técnicas aisladas, sino condiciones esenciales para que la transición eléctrica avance de manera segura y sostenida en Chile.