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Chile violento
Foto: Agencia Uno

Chile violento

Por: Ignacio Moya Arriagada | 21.11.2025
Al insistir en defender a la dictadura de Pinochet, la derecha chilena revive el pasado una y otra vez. Lo cierto es que, dado el éxito no sólo de Kast sino de Kaiser, el caso del ex-presidente Piñera (un Presidente de derecha que no ensalzaba a Pinochet), se presenta lamentablemente como una excepción, un fugaz destello dentro de una derecha chilena que aún es pinochetista hasta la médula. Esta derecha es irrespetuosa con la dignidad de un pueblo que derrotó una sanguinaria dictadura.

Esta es una carta a nuestra historia, a nuestro pasado colectivo como chilenos. Y es, también, una disculpa a nuestra memoria. 

Que hoy esté parado, detrás de vidrios blindados y con una alta probabilidad de ser el próximo Presidente de Chile, un fiel heredero de la dictadura de Pinochet constituye un acto de violencia del más alto nivel. Es un acto que agrede la dignidad y la humanidad de millones de chilenos. Muchos de esos chilenos están vivos aún. Trágicamente, miles más están muertos. Lo triste es que un pueblo como el chileno, con una historia tan sufrida y heroica, se convierte en su propio verdugo cuando le abre la posibilidad a que Kast sea nuestro próximo Presidente.

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Kast es el rostro del pasado que, con su sola presencia, vuelve a revictimizar a millones de chilenos y a revivir los horrores de una dictadura que durante diecisiete años cubrió a Chile de muerte. A estas alturas, es un lugar común señalar que en política es necesario mirar hacia el futuro, pero ¿cómo nos piden que olvidemos el pasado cuando el candidato de la derecha es la reencarnación misma de ese pasado?

Con cada suspiro y con cada palabra que emite Kast, Pinochet se hace presente. Esto no es antojadizo. Cuando Kast dijo que si Pinochet estuviera vivo, votaría por él, no tengo dudas de que eso es cierto. Detrás de Kast está el espectro de Pinochet y es por eso que, justificadamente, para muchos chilenos, ver a Kast es ver a Pinochet. 

Miles de chilenos, sus familiares, y sus cercanos, son violentados cada vez que Kast aparece en pantalla y cada vez que habla de indultos a violadores de derechos humanos. Su sola presencia en el nivel más alto de la política chilena es una falta de respeto con la historia y la dignidad de un pueblo que luchó por derrotar una dictadura y establecer la democracia que hoy todos vivimos. Los chilenos cuyos derechos humanos fueron violados por agentes del Estado y los miles de otros chilenos que derrotaron a la dictadura son ninguneados y pisoteados cuando se contempla la posibilidad de que Kast sea Presidente.

Somos muchos los chilenos que derrotamos a la muerte, la censura, las desapariciones, el exilio, los fusilamientos, la tortura, los secuestros, el miedo y el horror de vivir en un país donde el Estado era enemigo y verdugo de hombres, mujeres y jóvenes. Fue una lucha difícil y dolorosa que, afortunadamente, la ganamos todos los opositores a Pinochet. Y mientras tantos dábamos esa lucha, Kast aparecía en un spot publicitario de “Sí” durante la campaña plebiscitaria del 88.

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Y, para recalcar: esto no es sólo un tema del pasado, agua bajo el puente. No. Kast está, hoy, reviviendo el pinochetismo, relativizando los crímenes de la dictadura. Cuando, después de visitar Punta Peuco, dijo que “conozco a Miguel Krassnoff y, viéndolo, no creo todas las cosas que se dicen de él”, está abriendo, con saña, las heridas del pasado. Decir que no cree que Krasnoff haya sido capaz de cometer los crímenes que cometió no es una mera opinión. Es una bofetada a todas las víctimas. Y mientras él da estas bofetadas a miles de chilenos, pretende, al mismo tiempo, ser Presidente de todos los chilenos. 

Es una grave falta de respeto para la memoria de nuestro pueblo y para el futuro de la república que la derecha chilena no haya sido capaz de generar un candidato “libertario” o conservador que no esté ligado con la dictadura y que no se esfuerce en reafirmar ese vínculo. De surgir tal candidato, el debate político se podría centrar más nítidamente en el plano de las ideas. En ese escenario las virtudes de los ideales de la derecha podrán ser evaluados como corresponde.

Sin embargo, al insistir en defender a la dictadura de Pinochet, la derecha chilena revive el pasado una y otra vez. Lo cierto es que, dado el éxito no sólo de Kast sino de Kaiser, el caso del ex-presidente Piñera (un Presidente de derecha que no ensalzaba a Pinochet), se presenta lamentablemente como una excepción, un fugaz destello dentro de una derecha chilena que aún es pinochetista hasta la médula. Esta derecha es irrespetuosa con la dignidad de un pueblo que derrotó una sanguinaria dictadura. 

Termino esta carta constatando que en política todo es posible. No es mi intención transmitir un mensaje fatalista o derrotista. En esta elección no todo está dicho y, por pequeña que sea, existe una posibilidad de que Kast no sea elegido Presidente. Por respeto a la memoria de Chile y a la dignidad de un pueblo que fue perseguido y asesinado, el llamado a es a no votar por Kast.

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