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Foto: Prensa Gustavo Gatica

Gustavo Gatica, candidato al D8: "Si gana la derecha se verán afectados los derechos sociales y la gente saldrá a manifestarse"

Por: Natalia Riquelme Campos | 08.11.2025
En entrevista con El Desconcierto, el psicólogo y candidato a diputado con cupo del PC abordó las polémicas declaraciones de Johannes Kaiser y Evelyn Matthei sobre DDHH y reflexionó sobre el estallido social desde el cual nacieron sus ganas de integrar el Congreso.

Acompañado de su jefa de comunicaciones y su pareja, el psicólogo y ahora candidato a diputado con un cupo del PC por el distrito 8, Gustavo Gatica, apareció sonriente en el salón del Hotel Hub de Providencia para abordar esta entrevista y para dejar en claro que su cruzada solo es el comienzo de una trayectoria política que recién empieza.

Y es que a solo una semana de las elecciones parlamentarias del próximo 16 de noviembre, quien perdió la vista producto de la violencia policial que se vivió en el marco del estallido social de 2019 suena como el favorito para representar a las comunas de Maipú, Cerrillos, Colina, Estación Central, Lampa, Pudahuel, Quilicura y Tiltil por el siguiente período legislativo.

"El estallido social es una manifestación de malestar. La gente salió enojada a decir basta. Y ese malestar todavía está (...) La clase política a conveniencia quiso tapar todo ese malestar con un discurso de que todo era delincuencia, que todo era violencia. No les conviene explorar el fondo del problema", comenta en este espacio en el que se le vio motivado y reflexivo.

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Lo cierto es que Gatica nunca imaginó que aquel 8 de noviembre cambiaría su vida para siempre, aunque las repercusiones del ataque que recibió por parte de la policía no lo definen. La realidad es que, desde ese momento, el profesional iniciaría un nuevo camino que lo entusiasma y que podría llevarlo directo al Congreso Nacional.

Actualmente, uno de los símbolos más dolorosos de las manifestaciones ejerce como terapeuta para víctimas de delitos graves, experiencia a partir de la cual obtendría el impulso para seguir queriendo ayudar a las personas. Esa es la principal motivación para entrar al Parlamento a debatir sobre políticas públicas, señaló.

Durante la conversación con El Desconcierto, el postulante analizó las causas y aprendizaje de las protestas de octubre, defendió el Plan Nacional de Búsqueda del Ejecutivo y criticó duramente las declaraciones de los presidenciables de derecha sobre derechos humanos.

Asimismo y con un ánimo visiblemente propositivo, presentó sus dos principales ejes programáticos -la salud mental y la seguridad- y advirtió que de recortarse derechos sociales para disminuir el gasto público podría haber nuevas movilizaciones para defender los avances de la administración de Gabriel Boric.

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DDHH: un piso mínimo que la derecha amenaza

—¿Cómo evalúas la discusión sobre derechos humanos entre los candidatos presidenciales? Johannes Kaiser dice que podría indultar a los presos de Punta Peuco y Evelyn Matthei afirma que el Plan Nacional de Búsqueda es una venganza...

Pareciera que a estos candidatos presidenciales se les olvida lo que ocurrió durante la dictadura entre 1973 y 1989. En Chile ocurrieron las mayores atrocidades que han pasado en nuestro país durante esos años, las mayores torturas que vivieron nuestros compatriotas.

Ellos que tanto hablan de combatir la delincuencia, de combatir el crimen, que hay que tener una sociedad punitiva, de que hay que encarcelar a quienes cometen crímenes. Bueno, las personas que están encerradas en Punta Peuco son criminales, fueron torturadores, asesinos, desaparecieron a compatriotas.

El candidato a diputado Agustín Romero trató en muy malos términos al presidente, lo trató de cobarde. Creo que ese tipo de declaraciones es inaceptable. En una sociedad democrática creo que el mínimo es respetar los derechos humanos del pasado, del presente y del futuro.

Esos son mínimos civilizatorios que yo esperaría en el debate político. Podemos pensar distinto en muchas materias, podemos pensar en programas políticos distintos, en cómo nos imaginamos el país del futuro, pero hay un mínimo, un piso desde donde nos debemos sentar a conversar y creo que la derecha está haciendo temblar ese piso, incluso llevándonos a conversaciones que no deberíamos tener.

Este tema debería estar zanjado y deberíamos ponernos de acuerdo en que el respeto a los derechos humanos es un mínimo civilizatorio.

Foto: El Desconcierto

—En ese sentido, ¿cómo evalúas la gestión en materia de derechos humanos del gobierno?

Yo creo que el gobierno ha hecho cosas que a mi parecer son correctas, ha avanzado en materia de derechos humanos. Por ejemplo, el Plan de Búsqueda es un programa que felicito, que ojalá en el próximo gobierno se mantenga.

Yo creo que en Chile hemos llegado a un punto donde la mayor sociedad tiene la convicción de que el tema de los detenidos desaparecidos es grave y necesitamos tener una solución. Me parece que hay un consenso de todas las partes políticas de decir que esas son unas atrocidades que no deben volver a ocurrir y el Plan de Búsqueda viene a sanar esa herida. Me gustaría que se mantenga en el tiempo.

Ahora, mi evaluación respecto al gobierno, uno siempre esperaría y las organizaciones de derechos humanos siempre van detrás empujando a que los gobiernos actúen. Entonces, ¿quedaron cosas por hacer? Probablemente sí y esta candidatura, mi candidatura va en esa línea.

Espero en el futuro, en el Congreso, si la gente me elige como diputado, trabajar en esa agenda, trabajar en materia de derechos humanos y resolver estas deudas que el Estado tiene. También el programa Pacto es un programa que felicito, que atiende el gobierno popular, pero efectivamente siempre uno esperaría que haya más avance.

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La apuesta personal: del trabajo en la Estación Central a la política

—¿Qué te motiva a enfrentar esta elección? ¿Cuáles son las razones por las cuales decidiste entrar en esta carrera? ¿Y cuáles son las principales propuestas que estás presentando en este programa?

Yo vengo de una familia bien política, a pesar de que mis padres no son partidistas, nunca militaron, ni nadie en mi familia ha militado nunca. Es una familia donde siempre se habló de política, siempre había una opinión.

Cuando llegaba el momento de las elecciones, mis padres conversaban por quién se iba a votar, tenían una visión crítica también del sistema. Mi papá es muy de izquierda siempre. Entonces yo vengo de esa matriz política donde entiendo cómo funciona el sistema.

Luego, ya creciendo, también me fui haciendo mi propia percepción del mundo. Cuando entré a la universidad también conocí a otras personas y en esas conversaciones también se fue complejizando mi manera de entender el mundo. Y cuando me ocurre esto del estallido social, me tocó también ponerme en constante diálogo con otras posturas.

Durante estos años también hice un podcast donde tuve que conversar con artistas, con periodistas, con músicos, con comediantes y ese roce con una realidad me hizo que se fuera engendrando en mí un deseo de tener una participación más activa.

Y yo creo que lo que corona todo este proceso fue mi trabajo. Yo soy psicólogo, trabajo en Estación Central en una unidad de víctimas. Son personas que han sido víctimas de delitos muy graves y ahí me tocó enfrentarme a una realidad bien dura.

En Estación Central ocurren delitos de mucha connotación social, delitos muy graves. Familias que han sido víctimas del asesinato de algunos de sus miembros de la familia, violencia intrafamiliar, mamás cuyos hijos han caído en la drogadicción, de la pasta base.

Son realidades muy crudas y al verme enfrentado a atender a estas personas en un contexto donde estas personas se abren conmigo y me cuentan su experiencia, yo dije, está bien, en este paso yo puedo aportar. Soy psicólogo, ayudo a esta persona que se siente un poquito mejor y eso me satisfacía mucho en el corazón.

Pero en algún momento me surgió la inquietud muy intensa en mi estómago o en mi corazón, de las entrañas, de decir, quiero aportar más, quiero intentar poner mi granito de arena para que las cosas cambien. Este sistema que se siente tan impuesto, tan hostil para algunas personas, necesitaba aportar, sentir que podía hacer mi esfuerzo para cambiar las cosas y es ahí que nace mi idea de ser candidato.

Lo hablé con mi círculo más cercano, con mi pareja, con mi familia, por supuesto todos me apoyaron, todos ellos también vienen de un contexto bien político, entonces no me resultó algo ajeno o extraño, sino que me apoyaron desde un principio y así surgió esta idea.

Foto: El Desconcierto

Salud mental y seguridad como derechos

Como soy psicólogo, se me da muy natural que la salud mental sea una prioridad para mí. Y esto, algo interesante, es que cuando lo he salido a exponer a la gente y les cuento que mi principal prioridad es la salud mental, he tenido una muy buena recepción, como que la gente entiende que es una necesidad.

Hace un tiempo atrás salió un estudio que dice que la mayoría de los chilenos considera que la salud mental es el principal problema de salud pública, y eso se nota en la calle, la gente lo agradece, agradece que haya una persona que quiera poner eso en el centro. Entonces esa es una de mis principales prioridades, y la segunda es la seguridad.

Nosotros hemos definido, y lo que yo le digo a las personas en la calle, que la seguridad es un derecho. Esa es la perspectiva, como una construcción de cómo exigimos seguridad desde la izquierda, que no tiene que ver con más cárceles, más armas, no, tiene que ver con entender que la seguridad es un derecho.

Es decir, al igual como exigimos educación de calidad o salud digna, también debemos exigir al Estado que nos provea seguridad, porque esa seguridad es un derecho habilitante de estos otros derechos.

Yo creo en que el Estado se tiene que encargar de proveernos seguridad, no tienen que ser los ciudadanos, y ahí hay una diferencia política con la derecha. Yo no creo que los ciudadanos se tengan que armar, por ejemplo. Yo creo que tenemos que sacar las armas de la calle, de hecho.

El Estado, que ha estado al debe, por cierto, tiene que proveernos seguridad, y así podemos vivir con satisfacción la otra gama de derechos que exigimos. Desde esa perspectiva, construyo esas dos prioridades, la salud mental y la seguridad. Y que, por cierto, se entrecruzan en algún punto, porque una familia que vive insegura no tiene buena salud mental.

La conexión con la gente en campaña

—Como tú me comentabas, atiendes pacientes, ¿cierto? Y, por ejemplo, cuando caminas en la calle, ¿la gente te reconoce? ¿Cómo es el recibimiento? ¿Cómo percibes el apoyo de las personas en la calle o en tu consulta?

Siempre me pasa que me saludan en la calle, a veces con mucha emoción, como un abrazo con llanto, y otras veces me dicen, bueno, Gustavo, y pasan por al lado mío. Durante esta campaña, yo debo reconocer que ha resultado ser bien agotador e intenso, porque a veces tenemos metro en la mañana, a las siete de la mañana estamos en el metro, terminamos muy tarde con reuniones, con actos de campaña.

Pero algo que ha sido bonito es esta energía de las personas. Resulta ser muy... me recarga de energía el poder conectarme con las personas. Estuvimos en el metro Santiago Bueras, por ejemplo, y mucha gente se me acercaba, muchos me cuentan su experiencia.

Recuerdo a un caballero que me decía que su hija tenía TEA y que me admiraba mucho, que ahora iba a entrar a la universidad, de hecho me pidió que le grabara un video saludando a su hija. Estas personas ya se han enterado de que una de mis prioridades es la salud mental, que soy psicólogo.

Entonces, vienen y me comentan y me felicitan por eso, por lo que he estado trabajando. Y eso me llena de energía para esta recta final de la campaña, cuando ya uno se empieza a sentir muy cansado. Eso es lo que me sostiene en pie y es muy hermoso.

Rostros del estallido en el Congreso

—¿Qué te parece la posibilidad muy plausible de que haya otras personas que fueron rostros del estallido social, como Giovanna Grandón, que sean candidatos? ¿Qué te parece que en la Cámara de Diputados haya otras personas que hayan compartido ese periodo contigo?

Yo creo que es válido. Yo creo que es válido si estas personas consideran que pueden representar a su sector. Me parece una buena instancia. Creo que la Cámara de Diputados, en esos 155 diputados, tiene que representar una diversidad de posturas. Y si en esta futura Cámara están representadas estas figuras que se pueden asociar al estallido o a otro momento, me parece positivo para la democracia.

El avance de la ultraderecha

—¿Cómo analizas el avance de la ultraderecha post estallido social? Y también quería preguntarte si tú crees que el gobierno tiene alguna responsabilidad en torno a esto.

Me parece que para entender el fenómeno de la ultraderecha tenemos que ir fuera de nuestras fronteras. Es un fenómeno que está avanzando a nivel mundial, con figuras como Donald Trump, Bolsonaro en su momento, ahora Milei.

Creo que son discursos que apelan a una emergencia, a una urgencia, y a dar soluciones simples. Y pareciera que a veces en esa emoción, en ese miedo que tienen las personas por la delincuencia, le hace sentido ese discurso.

Porque cuando nos sentamos a discutir las razones que llevan a que el sistema esté como esté, o cómo combatimos la delincuencia, pero en serio, me parece que no tienen respuestas. Pasa también con esto de los expertos que hablan de recortar el presupuesto, y cuando se les enfrenta y se les pregunta, bueno, ¿de dónde van a recortar la plata? ¿Cuál es la fórmula? Explíquenos. No tienen respuesta.

Y así pasa entonces con la seguridad, cuando uno dice, bueno, hablemos en serio de seguridad. ¿Cómo resolvemos los temas de seguridad? No hay respuesta. Solo hay cárcel. Ya casi el lema es como bala o cárcel. No hay otra alternativa más profunda, como explorar un poquito más adentro de cómo solucionamos este problema que es tan complejo y tan multifactorial.

Y en la economía, que también pareciera que se destacan ellos por ser grandes economistas, cuando se les enfrenta y se les pregunta, ¿cómo van a hacer esta magia que proponen? Tampoco hay respuesta. Entonces, pareciera que la ultraderecha se construye en un escenario fantasioso que apela al miedo, que apela a la urgencia de las personas, y en ese contexto la gente cree en esa solución mágica.

Yo creo que ahí, como izquierda, lo que nos queda es tener un discurso sólido, que no se construya en el aire, que no se construya en fantasía, sólido, pero que le haga sentido a las personas. Eso creo que tiene que ser la construcción del futuro de la izquierda. Mi candidatura va en esa línea también, es lo que hemos querido hacer.

No sé si se estará logrando, pero la construcción de esta candidatura tiene que ver con ir a problemas concretos, la salud mental, la seguridad, hablarlo en un lenguaje simple que le haga sentido a las personas, y luego en el futuro, en la diputación, si la gente así lo quiere, trabajar en esa línea, en políticas concretas que vayan en la mejora de la calidad de vida de las personas.

Nueva Constitución: no es el momento

—¿Te gustaría o reivindicarías en el futuro un eventual cambio de Constitución, como se habló en algún momento, y que después de los dos procesos constitucionales fracasó ese intento?

Yo creo que en este momento Chile no está preparado para esa discusión. Creo que venimos recién saliendo de dos procesos constituyentes fallidos, y tiene que pasar tiempo para que podamos digerir eso, masticarlo. Lo digo casi como desde una perspectiva psicológica.

Cuando uno vive el duelo de una situación angustiante, dolorosa, tenemos que vivir ese proceso de resignificarlo, entenderlo. Creo que todavía no terminamos de entender el estallido social, por ejemplo. Creo que eso solo el tiempo nos va a dar el discernimiento para entender cómo fue ese proceso.

Desde la ultraderecha solo nos ofrecen términos como estallido delictual, de violencia. Y creo que lo que tenemos que hacer como sociedad es entenderlo desde una perspectiva mucho más amplia, y al igual que los procesos constituyentes. Por eso pienso que aún no es el momento para instalar esa idea de una nueva constitución.

El rescate del estallido social

—¿Qué es lo que más rescatas de ese periodo de manifestaciones? Estoy hablando de las discusiones posteriores. Y también, ¿qué es lo que tú crees que se debería haber hecho distinto?

Del estallido social lo que más rescato es la sensación de unión. Creo que Chile es un país bastante individualista en el día a día. Bien individualista. Y creo que en ese periodo todos quienes estuvimos protestando sentimos una unión, una sensación de ser parte de algo que no habíamos sentido antes. Y creo que hay algo ahí bonito.

Pareciera que a veces desde la izquierda hemos escapado de conceptos como la patria, el país. Y que si uno piensa un rato en qué son esos conceptos, tienen que ver con la vida del colectivo. Y en ese lugar de protestar contra este sistema que nos resultaba injusto, nos encontramos. Y eso es muy hermoso.

Creo que después del 4 de septiembre, cuando se perdió el primer proceso constituyente, volvimos a distanciarnos. Y ahí hay un trabajo que tenemos que hacer. Si queremos liberar a la izquierda del futuro, ¿cómo volvemos a conectar a quienes piensan que este sistema es injusto y que tenemos que cambiarlo? Creo que durante la pandemia, por obligación, por temas sanitarios, médicos, tuvimos que irnos a nuestras casas, encerrarnos, y no hemos podido volver a encontrarnos.

Y cuando hablo de volver a encontrarnos, no tiene que ver necesariamente con estar en la plaza de la dignidad, por ejemplo. Sino que tiene que ver con una postura política, social, donde sabemos que pertenecemos a un colectivo. Un colectivo que tiene deseos, que tiene sueños, que quiere cambiar las cosas.

Creo que, si tú me preguntas qué hay que hacer distinto, es eso. Esa construcción del bien común, de la patria como la proponía Víctor Jara, como la patria pensando como tu tierra, tu familia, tus vecinos. Esa patria que tenemos que construir.

Foto: El Desconcierto

—¿Te parece que la opinión pública o la derecha, de pronto, han silenciado las narrativas que existieron o que existían en el estallido social, y con ello también a las personas que destacaron de ese periodo, entre ellas tú?

Me parece que el estallido social es una manifestación de malestar. Yo parto de entender el estallido social así. Una manifestación de un malestar bien profundo. De hecho, si uno pudiera observar desde un poquito más lejos el estallido social, uno podría haber visto desde antes ciertas microexplosiones.

El estallido social fue un gran terremoto, si uno lo quiere ver así en términos chilenos, pero había altos temblores antes, que nos ponían a indicar que venía algo grande.

Entonces, a veces se cae en esta pregunta de decir, ¿estamos mejor o peor después del estallido social? Y creo que esa pregunta es engañosa, porque nos habla de que el estallido social en sí mismo era el que tenía que cambiar las cosas, y no, el estallido social es una manifestación de malestar, donde la gente salió a la calle a protestar por los TAG, por los abusos de los políticos, por las cuentas de la luz, por todas estas cosas, y la gente salió enojada a decir basta. Y ese malestar todavía está.

Creo que la clase política, o tal vez sí, como que la clase política a conveniencia hubiera querido tapar todo ese malestar con un discurso de que todo era delincuencia, que todo era violencia. Pero pareciera, y creo que es conveniente de la derecha, porque no les conviene explorar un poquito más adentro y darse cuenta de que existe ese malestar todavía, y que no lo han resuelto.

Yo tengo muy claro el recuerdo de políticos de derecha, entre ellos Rodolfo Carter, Macarena Santelices, gente de la UDI, de Renovación Nacional, que durante el periodo del estallido social hacían una autocrítica. Decían, bueno, parece que hemos hecho las cosas mal. Y hoy en día parece que ese discurso se lo olvidaron por completo. Pero, insisto, pareciera que es por una conveniencia de no querer explorar el fondo del problema.

Los 30 años de la Concertación

—En toda esta narrativa, toda esta discusión que se da en torno a los 30 años de la Concertación, ¿tú eres más bien crítico de esos 30 años, o hay algo que tú puedes rescatar de ese proceso, ese periodo?

Yo creo que un proceso es un periodo con luces y sombras. Creo que efectivamente Chile, a nivel económico, progresó muchísimo durante esos años. Y eso es innegable. Ahora, esas son las luces. Ahora, en las sombras, se quedó mucha gente atrás.

Eso yo creo que debería ser una autocrítica de la Concertación. Ese progreso, que en los números parece bien grande, pareciera que no llegó a los grupos menores, a la gente que estaba abajo. Esa riqueza que Chile fue acumulando no se distribuyó de manera pareja.

Entonces, tiene luces, porque efectivamente se creció como país. Mucha gente salió de la pobreza, de la pobreza extrema que teníamos antes, en el siglo XX. Mucha gente pudo estudiar en la universidad, tener una casa bonita, salir de esa pobreza. Pero esa riqueza que incluso hoy tenemos no llega a los sectores populares. Y eso es lo que creo que tiene que cambiar. Siento que ha ido cambiando, sí, pero aún queda mucho por hacer.

Nuevas movilizaciones: una posibilidad real

—Gustavo, para ir cerrando, tú hace algunas semanas comentaste que descartabas la idea de un nuevo estallido social en la eventualidad de que ganase, por ejemplo, José Antonio Kast o Johannes Kaiser en la elección presidencial. Te replanteo la pregunta. Si es que ganase alguno de los candidatos de derecha, ¿tú te movilizarías? ¿Participarías en manifestaciones?

Cuando a mí me preguntaron si es que había un estallido social en la eventualidad de estos gobiernos, yo decía que no, porque para que haya un estallido social se tienen que dar una serie de condiciones. En Chile veníamos acumulando un malestar de mucho tiempo, de décadas incluso, y habían ciertas manifestaciones de ese malestar.

La protesta del 2011, del 2006 antes, después el 2015 con No Más AFP, después hubo una ola feminista en el 2018. Todas protestas que nos hacían ver que había un sistema que resultaba ser injusto y que había que cambiarlo, y se detona todo en la última semana cuando los ministros dicen una serie de declaraciones bien desafortunadas y eso ya indigna a la gente y las motiva a salir a la calle.

¿Estas condiciones se pueden ver en el futuro? Sí, puede haber un estallido social nuevamente. Ahora, creo que en este momento no está. Y no solo porque haya un candidato, bueno, un presidente electo, va a haber un estallido social, sino que se tienen que dar estas condiciones.

Ahora, lo que yo no descarto es que haya movilizaciones. Kast está proponiendo, y Kaiser también, hacer recortes sociales importantes. Ellos dicen que van a hacer recortes al presupuesto, ahorrar 6 mil millones de dólares, Kaiser propone aún más. Pero aún no saben explicar cómo.

Las cifras no dan. Si ellos quieren hacerlo, sí o sí va a ser con recortes a derechos sociales. A la Pensión Garantizada Universal, a la calidad de la educación, a la salud. No sabemos de dónde, pero sí o sí se van a ver afectados.

Y si se ven afectados, la gente se va a molestar y probablemente salga a manifestarse. ¿Por qué? Porque van a haber afectado su calidad de vida. Entonces, yo no descarto que haya movilizaciones. Ahora, para que haya un estallido social, se tienen que dar otras condiciones.