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Incivilidades empresariales: Cuando las empresas deterioran el espacio público
Foto: Alonso Laborda

Incivilidades empresariales: Cuando las empresas deterioran el espacio público

Por: Alonso Laborda | 07.11.2025
Declarar en una página web el compromiso con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) –como hace Cencosud con el ODS 11 sobre “Ciudades y comunidades sostenibles”– resulta totalmente vacío e inútil si sus operaciones logísticas usan las calles de la ciudad como estacionamiento privado, degradando el espacio público y afectando la convivencia urbana.

En los últimos años se ha masificado en Chile el uso del concepto “incivilidades” para dar cuenta de una realidad que aqueja a gran parte de los barrios de Chile. Así el concepto se hace cada vez más presente en debates políticos, públicos y académicos.

Las incivilidades corresponden a prácticas y acciones que, sin constituir delitos, degradan y deterioran el espacio público, afectando propiedad pública y privada. Algunos ejemplos son la acumulación de basuras en espacios públicos, los ruidos molestos sistemáticos o la conducción temeraria de scooters en las veredas entre muchas otras. Recientemente el Municipio de Ñuñoa anunció severas multas (5 UTM, aproximadamente $346.000) a diversas acciones tales como orinar en espacios públicos, no recoger heces de mascotas o tirar colillas de cigarros en plazas y calles.

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Entre los principales efectos de las incivilidades se encuentran el daño a la convivencia y el aumento en la sensación de inseguridad, generando impactos negativos para la ciudad y la ciudadanía.

Todos estos elementos dan cuenta de la creciente relevancia de este tipo de prácticas para el debate público y la acción preventiva y punitiva al respecto.

Sin embargo, estas incivilidades no sólo corresponden a acciones individuales. Existen también prácticas realizadas por grandes empresas que también generan deterioro del espacio público y afectan las posibilidades de sana convivencia.

Un ejemplo de “incivilidad empresarial” corresponde al uso inadecuado de la avenida Grecia por parte de Cencosud. De forma diaria y constante, camiones se detienen por tiempos extensos esperando para ingresar al centro comercial y descargar sus productos, formando a veces largas filas de tres o cuatro camiones. Si bien esto no constituye un delito –técnicamente están detenidos, no estacionados– sí es una práctica que deteriora el espacio público, haciendo un uso inadecuado de la vía pública y afectando el libre tránsito.

Sus efectos negativos son evidentes: inhabilita el uso de una pista para el tráfico de vehículos, generando un atochamiento totalmente evitable. Los camiones estacionados afectan el paso de ciclistas (en ese tramo de avenida Grecia no hay ciclovía, por lo que las bicicletas deben circular por la pista derecha) que ven reducido el espacio que les corresponde en la calle. Esto podría ser un factor que aumente la conflictividad cotidiana (Mora et al., 2025) entre los ciclistas y los choferes de los camiones que esperan detenidos en la calzada.

Además, los camiones obstruyen la visual para los peatones que necesitan cruzar desde la vereda hacia el paradero del transporte público, ubicado en el corredor de avenida Grecia. De la misma forma, para los automovilistas que salen del estacionamiento del centro comercial la presencia de los camiones disminuye su campo visual para poder decidir en que momento es seguro salir del estacionamiento.

Una situación aún más grave que lo anteriormente descrito es que frecuentemente el grifo de agua ubicado a pocos metros del centro comercial esté obstruido por camiones, lo que impediría que bomberos pudiera usarlo ante una emergencia.

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Otro caso donde se evidencia que algunas grandes empresas son responsables de incivilidades corresponde a lo denunciado por los vecinos del acomodado barrio El Golf en Las Condes y expuesto por The Clinic recientemente.

En su denuncia, los vecinos describen que la empresa Vida Security ha deteriorado el espacio público y la convivencia en este conjunto habitacional a fin de presionar a los vecinos que se resisten a vender sus departamentos a esta gran compañía.

Como parte de este hostigamiento cerraron la galería comercial del edificio. Progresivamente el deterioro del espacio ha llevado a que los locales comerciales se transformen en un foco de delincuencia e incivilidades que afecta no sólo a residentes, sino también a quienes trabajan en ese barrio.

Estos son sólo dos casos, sin duda en Santiago y en otras ciudades de nuestro país existen más ejemplos en que grandes empresas son responsables de incivilidades. Estas situaciones nos obligan a ampliar la definición del concepto y reconocer que no sólo los individuos, sino también las empresas, deben ser responsabilizadas por la construcción de espacios comunes inclusivos.

Declarar en una página web el compromiso con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) –como hace Cencosud con el ODS 11 sobre “Ciudades y comunidades sostenibles”– resulta totalmente vacío e inútil si sus operaciones logísticas usan las calles de la ciudad como estacionamiento privado, degradando el espacio público y afectando la convivencia urbana.

Ante esto quedan algunas interrogantes: ¿Por qué una gran empresa organiza su operación logística deteriorando el espacio público y dañando la convivencia? Y más aún: ¿no debería el Estado y los municipios fiscalizar con mayor fuerza estas incivilidades empresariales que impactan en la ciudad y en la vida de las personas?

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