Telemedicina segura: ¿Por qué la certificación ya no es opcional?
En el marco de la transformación digital del sistema de salud en Chile, es fundamental que la telemedicina se practique bajo estándares claros de seguridad y calidad.
La atención a distancia ha demostrado ser una herramienta clave para acercar servicios a zonas rurales y aisladas, reducir tiempos de espera y garantizar la continuidad de los cuidados, especialmente para pacientes con enfermedades crónicas o necesidades complejas.
Sin embargo, estos beneficios solo se concretan de manera segura si las plataformas utilizadas cuentan con certificaciones que aseguren su capacidad de comunicarse con otros sistemas (interoperabilidad), la protección de los datos personales y confiabilidad en la atención, y que además estén alineadas con las normativas nacionales vigentes y estándares internacionales.
El uso de soluciones no certificadas abre la puerta a riesgos importantes, como la exposición indebida de información sensible, errores en la emisión de licencias médicas electrónicas, descoordinación entre niveles de atención y posibles fallas en el registro clínico, son solo algunos de los problemas que podrían afectar directamente la seguridad del paciente.
El uso de plataformas certificadas fortalece la confianza de la ciudadanía en la telemedicina y en el sistema de salud, lo que facilita la adopción masiva de servicios digitales capaces de mejorar la eficiencia, seguridad y cobertura de la atención.
La certificación no solo garantiza cumplimiento técnico y clínico, sino que también debe reflejar la adaptación a nuevas normativas y estándares actualizados, como la Ley de Telemedicina (21.541), la Ley de Derechos y Deberes del Paciente (20.584), la Ley de Protección de Datos Personales (21.719), la Ley de Interoperabilidad (21.668), la Ley de Ciberseguridad (21.663), y normas técnicas como la ISO 25010, ISO 13131 y la ISO 27001.
Este alineamiento asegura que la telemedicina no solo cumpla con la regulación vigente, sino que también esté preparada para futuras exigencias del ecosistema de salud digital.
Por ello, la certificación en telemedicina no es un mero trámite: es la diferencia entre altos o bajos niveles de confianza y riesgo. Exigir estándares claros, actualizados y alineados con la normativa no es opcional, sino un deber ético aplicado a la salud digital.
Solo con estándares claros, plataformas confiables y una supervisión efectiva podremos asegurar que la tecnología sirva al propósito que nos convoca: cuidar mejor, sin importar la distancia.