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El extraño mundo de Alemania a dos años de genocidio en Gaza
Foto: Agencia Uno

El extraño mundo de Alemania a dos años de genocidio en Gaza

Por: Sascha Cornejo Puschner | 15.10.2025
La realidad asemeja la Alemania de hace 100 años, con el poder judicial, la policía y los medios de comunicación remando hacia el mismo lado, dictado por la llamada “razón de Estado”. Aun así, a pesar de tantos esfuerzos por lavar la cara a un genocidio y la de sus cómplices en la política, medios, academia universitaria e industria, vemos cómo el desenmascaramiento y caída del sionismo como ideología racista llevan consigo la caída del supremacismo occidental y de Europa.

Durante los últimos meses la ruptura entre sociedad civil y clase política ha quedado cada vez más evidente. Ya no hay duda de que la clase política europea se mueve cegada por sus propios intereses y privilegios, incapaz de reconocer el genocidio en Gaza y las acciones criminales del gobierno de Israel. De hecho, conviene aquí brevemente dar cuenta de las posibles razones de continuar un apoyo a un gobierno abiertamente fascista y genocida, lo que dice mucho de la clase dirigente en Europa.

Estas razones pueden ser diversas: partiendo por el rol de Israel para los interés geopolíticos e imperiales de E.E.U.U.; una anclada tradición neo-colonial de la mano con la supremacía blanca cuyo puesto de avanzada en el mundo árabe lo constituye Israel; una falsa pretensión de preocupación por el “pueblo judío”, el cual es, a su vez, falsamente representado por ese Estado que dice actuar en su nombre (de ahí la importancia del uso del “antisemitisimo” como herramienta de difamación y dominación); el posible chantaje (blackmail) por parte de las agencias de inteligencias israelíes a políticos occidentales (véase “caso Epstein” en EE.UU.). En fin, las razones pueden ser diversas y probablemente llenarán estantes de libros futuros.

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No hay duda que el relato sionista se está derrumbando, pero en Alemania vivimos una especie de esquizofrenia donde el relato no se condice con la realidad, en vista a la obvia complicidad del gobierno alemán en su apoyo a Israel. Por un lado, se intensifica la “presión de la calle” en contra de las complicidades del Estado alemán y otros actores políticos y mediáticos, mientras que los medios alemanes siguen comprometidos a justificar una barbarie que la población alemana parece rechazar cada vez más.

De esta forma, la cacofonía de voces pro-israelíes en los medios de (des)información no se condice con el aumento del rechazo por parte de la población civil de las acciones cometidas por Israel en Gaza. A pesar de las marchas multitudinarias con más de 100.000 personas en la calle en Berlín, los discursos mediáticos continúan su narrativa retorcida recurriendo una y otra vez al aumento del antisemitismo en Alemania, o al derecho de autodefensa de Israel. Día tras día se discuten estos temas en la televisión alemana, sin nunca nombrar la causa real de toda esta “guerra”, que no es el llamado “terrorismo de Hamás”, sino la ocupación colonial de tierra palestina y el régimen de apartheid.

Mientras tanto, el gobierno alemán hace malabares para presentar una supuesta cancelación de envíos de armamento a Israel, cosa que ya ha sido desmentida reiteradas veces, siendo incluso los portavoces del gobierno alemán acusados de propagar noticias falsas respecto al proceder del gobierno que dice una cosa pero hace otra. En concreto, el gobierno alemán sigue apoyando el genocidio en Gaza, lo que ciertamente no le favorecerá a la hora de defenderse ante la acusación de complicidad del genocidio por parte de Nicaragua ante la Corte de Justicia Internacional.

Ni este gobierno ni el pasado han respondido a las obligaciones de las Naciones Unidas, que, según la Convención de Ginebra de 1948, dictamina a los Estados hacer todo lo posible para evitar un genocidio en cualquier lugar del mundo. Estos y otros instrumentos legales han servido a un grupo de abogados en Berlín que han demandado parte del actual gobierno y del anterior, así como a CEOs de grandes compañías armamentísticas por complicidad con el genocidio en Gaza.

Todo esto ocurre mientras que la protesta pro Palestina ha sido ampliamente criminalizada por parte de una estrategia de “lawfare” para perseguir y enjuiciar a activistas usando todos los mecanismos y el poder de la ley germana. Mientras que en su capital, Berlín, la policía continúa con su campaña de terror en contra de activistas pro palestinos, aplicando la fuerza bruta, golpes en la cara, llaves de dolor y otras técnicas de intimidación.

La realidad asemeja la Alemania de hace 100 años, con el poder judicial, la policía y los medios de comunicación remando hacia el mismo lado, dictado por la llamada “razón de Estado”. Aun así, a pesar de tantos esfuerzos por lavar la cara a un genocidio y la de sus cómplices en la política, medios, academia universitaria e industria, vemos cómo el desenmascaramiento y caída del sionismo como ideología racista llevan consigo la caída del supremacismo occidental y de Europa.

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Con este camino emprendido, Alemania está no solo socavando su tan orgullosamente defendida “libertad de expresión”, sino que está sacrificando su propia democracia al servirse de diversas formas de autoritarismo policial y jurídico para acallar y perseguir a los disidentes políticos. Irónicamente, todo esto ocurre en nombre de “defender la democracia” en contra de estos elementos “peligrosos” que osan salir a la calle a protestar contra un genocidio.

Pero nada de esto se entiende sin también tomar en cuenta la actual constelación geopolítica y la total sumisión de Alemania a los imperativos de Washington. Alemania parece querer emular lo que hace su gran amo EE.UU., que con Trump evidencia un claro giro hacia el fascismo a través de la persecución de disidentes políticos. Uno de tantos signos de este servilismo europeo son los ataques recientes a TikTok para reclamar la “soberanía cultural” contra los “gigantes de la desinformación”.

Así, Alemania, desde su Ministerio de Cultura, emprende un desesperado intento para tratar de controlar las imágenes del genocidio en Gaza, intensificar la narrativa bélica anti-Rusa y anti-China y reforzar el discurso pro-israelí.

Pero aún así, los vientos de la opinión pública parecen cambiar, y la ciudadanía europea finalmente comienza a despertar llamando al genocidio por su nombre. Necesitamos de todas las marchas multitudinarias porque el clamor de la calle es lo único que nos queda y es lo que nos demuestra que aún queda humanidad en nosotros.

La recientemente interceptada Sumud Flotilla Global cuyos valientes activistas fueron tratados de terroristas por el fanático Ben Gvir después de haber sido secuestrados por el IDF, son la mejor muestra de la lucha por la humanidad y la dignidad en estos tiempos horribles.

Lástima que esto mismo no se pueda afirmar ni de los gobiernos ni de los medios ni de los pusilánimes académicos en Europa. Solo el futuro nos mostrará cuánta presión podrá ejercer la calle sobre estos gobiernos criminales y cómplices, y cuánto poder les resta a las multitudes, las que ahora llaman unísono que paren las matanzas del pueblo palestino. Aunque ahora nos sintamos algo aliviados debido al momentáneo alto al fuego en Gaza, no podemos descartar la posibilidad que el genocidio se reanude en cualquier momento.

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