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El Metro como un facilitador de la salud mental y el bienestar: ¿Qué dice la Neurociencia Humana?
Foto: Agencia Uno

El Metro como un facilitador de la salud mental y el bienestar: ¿Qué dice la Neurociencia Humana?

Por: Francisco Parada Flores | 30.09.2025
Chile podría ser un líder en diseño urbano basado en ciencia cognitiva. Las nuevas líneas podrían ser espacios que no solo nos transporten, sino que nos cuiden. No basta con movernos rápido. Necesitamos movernos bien. Porque la salud mental y el bienestar no comienzan en la consulta psicológica ni psiquiátrica; empiezan en la estación donde tomamos el metro cada mañana.

¿Puede el Metro afectar nuestro cerebro y bienestar? Quizás es una pregunta que no se hacen los más de 13 millones de personas que lo usan cada mes, ni quienes toman decisiones sobre nuevas estaciones. Pero debería. El Metro de Santiago avanza en el desarrollo de las nuevas líneas 7, 8 y 9, que abarcarán el aeropuerto, Lo Espejo y Maipú poniente. Entre trazados, plazos y presupuestos, nuestra actividad cerebral parece un detalle menor. Pero no lo es.

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Moverse por la ciudad no es sólo trasladarse: es un acto cognitivo y corporal. Cada recorrido activa mapas mentales, patrones sensorio-motores, predicciones sensoriales y decisiones sociales. Los espacios que habitamos influyen en cómo pensamos, sentimos y nos relacionamos. El Metro no es solo una red de transporte: es una interfaz entre cuerpo, mente y ciudad. Una estructura que impacta nuestros ritmos biológicos, estados emocionales y decisiones cotidianas. Nada de esto es anecdótico.

Desde la Neurociencia Humana contemporánea -y particularmente desde la perspectiva 3E de la Cognición- entendemos que la mente no está encerrada en la cabeza. Es un fenómeno biológico (Embodied), apoyado por el entorno físico y social (Environmentally scaffolded), y en constante interacción con él (Enactive). Dicho de otra forma: la forma en que nos movemos, los espacios que recorremos y el entorno que habitamos configuran lo que somos.

Por lo tanto, un sistema bien diseñado puede disminuir el estrés, fomentar el sentido de agencia y promover interacciones sociales positivas; uno mal diseñado puede hacer todo lo contrario: desorientarnos, saturarnos, generarnos ansiedad. Investigaciones recientes muestran que la calidad del entorno construido puede modular procesos como la atención, la regulación emocional y el sentido de pertenencia.

Espacios caóticos pueden activar circuitos de estrés crónico; espacios coherentes, accesibles y sensibles al cuerpo pueden apoyar la autorregulación y el bienestar. Mucha evidencia interdisciplinar, así como la que desarrollamos en el Centro de Estudios en Neurociencia Humana y Neuropsicología (CENHN) UDP, que fue publicada en la Revista Internacional de Investigación Ambiental y Salud Pública, así lo indica.

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¿Qué hace que el Metro pueda promover la salud para el cuerpo y la mente?

La evidencia es clara: un diseño que favorezca el movimiento fluido y autónomo; señalética clara que reduzca la carga cognitiva; iluminación y ventilación que respeten nuestros ritmos circadianos; espacios multisensoriales que no saturen ni aíslen; por nombrar algunos puntos clave. Todo esto puede parecer accesorio, pero no lo es. Un cuerpo incómodo no piensa bien. Una mente en alerta constante no aprende, no crea, no se vincula.

Y por sobre todo, la equidad importa. Las nuevas extensiones incluyen territorios históricamente marginados como Lo Espejo y sectores de Maipú. El Metro puede ser un verdadero vector de justicia cognitiva si se diseña con atención a las diversas experiencias de sus usuarios. De lo contrario, puede reproducir -aunque sin intención- las mismas exclusiones de siempre.

El año pasado, en el CENHN trabajamos también en un artículo publicado en la Revista Europea de Neurociencia sobre el diseño de entornos más inclusivos, sensibles y eficaces para el bienestar mental. La inversión en infraestructura es clave para el desarrollo del país y una oportunidad para impactar positivamente a la población ahora y a futuro.

Chile podría ser un líder en diseño urbano basado en ciencia cognitiva. Las nuevas líneas podrían ser espacios que no solo nos transporten, sino que nos cuiden. No basta con movernos rápido. Necesitamos movernos bien. Porque la salud mental y el bienestar no comienzan en la consulta psicológica ni psiquiátrica; empiezan en la estación donde tomamos el metro cada mañana.

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