
La ciencia como antídoto frente a la desinformación
En tiempos donde los rumores y las noticias falsas circulan más rápido que nunca, la necesidad de distinguir entre lo cierto y lo manipulado se vuelve urgente. Las redes sociales han abierto un espacio donde los discursos de odio y la información engañosa prosperan con facilidad, poniendo en jaque la confianza en las instituciones y nuestra convivencia democrática.
Ante este escenario, la ciencia no puede seguir viéndose como un ámbito reservado para expertos, sino que debe estar al alcance de todas y todos, transformándose en una aliada cotidiana. El Festival de las Ciencias 2025 llega con ese espíritu.
Esta celebración, que desde 2023 recorre todo Chile, se instala como un espacio abierto, gratuito e inclusivo que acerca la ciencia a cada rincón del país. No se trata solo de aprender, sino de vivir experiencias que invitan a pensar, preguntar, contrastar y reflexionar. El conocimiento, al fin y al cabo, es un bien común, y su valor crece cuando circula y se comparte.
Lo que hace especial a este festival es su carácter democrático, porque aquí las universidades, centros de investigación, comunidades locales, escuelas y organizaciones sociales conviven para mostrar que la ciencia no es patrimonio de unos pocos, sino el resultado de una red diversa y vibrante que aporta al desarrollo del país. Esta visibilidad es clave para fortalecer un ecosistema científico robusto, conectado con los desafíos sociales, ambientales y culturales que enfrentamos.
Además, el Festival es mucho más que una vitrina, es un ágora contemporánea donde la ciudadanía puede ejercer su derecho a aprender y a participar del debate público. La inclusión no es un eslogan, sino una práctica concreta: todas las personas, sin importar su origen o condición, están llamadas a ser protagonistas de su propio aprendizaje.
Porque educar no es solo entregar datos, sino formar ciudadanos críticos capaces de valorar la evidencia y tomar decisiones informadas. En ese sentido, el Festival de las Ciencias encarna un compromiso fundamental: recordarnos que la cultura científica no es un lujo, sino una necesidad vital para cualquier sociedad que quiera ser más justa, democrática y preparada para el futuro.
La desinformación seguirá siendo una amenaza, pero mientras existan instancias como esta, la ciudadanía contará con herramientas para enfrentarse a ella. La ciencia, puesta en común, se convierte en la llave para fortalecer nuestra democracia y construir un futuro compartido.