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Foto: El Desconcierto

"Estamos en un punto de inflexión": Analista internacional advierte escalada militar de EE.UU. contra Venezuela por narcotráfico

Por: Natalia Riquelme Campos | 20.09.2025
El analista internacional analizó las recientes operaciones estadounidenses contra el narcotráfico cerca de las costas venezolanas y advirtió sobre los riesgos de una escalada militar en la región.

La crisis entre Estados Unidos y Venezuela ha escalado dramáticamente tras el despliegue de una flotilla naval norteamericana en el Caribe y la confirmación oficial de la destrucción de embarcaciones cerca de las costas venezolanas.

El presidente republicano, Donald Trump, justificó estas acciones como parte de la lucha contra el narcotráfico, asegurando que las naves destruidas transportaban drogas desde territorio venezolano. Sin embargo, el gobierno de Nicolás Maduro ha rechazado categóricamente estas versiones, calificándolas como información falsa generada mediante inteligencia artificial y denunciando una escalada militar injustificada.

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Este nuevo episodio de tensión regional se enmarca en la estrategia de la administración Trump de clasificar a las organizaciones narcotraficantes como grupos terroristas, lo que otorgaría facultades extraordinarias para el uso de la fuerza militar.

En ese contexto, Gilberto Aranda, doctor en Estudios Latinoamericanos y profesor titular del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile, analizó en entrevista con El Desconcierto las implicancias geopolíticas de esta crisis y en particular para la región latinoamericana.

El académico, especialista en política internacional y autor de diversos estudios sobre conflictos regionales, advirtió que la situación actual marca un punto de inflexión que podría derivar en una confrontación militar directa con consecuencias impredecibles para todo el continente.

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El mensaje detrás de las operaciones

—Un funcionario estadounidense confirmó que derribó embarcaciones en las costas de Venezuela. ¿Cómo analiza esta situación?

—Desde hace tiempo insisto en que esto se trata de un mensaje polivalente. Por una parte, está diciendo muy claramente a su público interno, a su opinión pública doméstica, que está dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias en materia de lucha contra el narcotráfico. Narcotráfico que ha definido como narcoterrorismo, lo que le da espacio para utilización de las fuerzas armadas.

Pero también, al apostar buques de guerra y material bélico en el área del Caribe, supuestamente en aguas internacionales, da un mensaje claro a la comunidad internacional y a los países de la zona del Caribe de que está dispuesto a responder según sus legislaciones internas respecto a la lucha contra el terrorismo.

También puede haber un mensaje velado al régimen venezolano respecto a que si hay algún tipo de cobertura o asistencia al narcotráfico, que la evidencia señala que la hay, también puede haber fuego contra las costas o de objetivos venezolanos en tierra.

Estados Unidos tiene la capacidad misilística y de drones para alcanzar objetivos en territorio venezolano. La situación se pondría muy compleja y, sin lugar a dudas, estamos en un punto de inflexión.

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Diferencias con operaciones anteriores

—¿En qué se diferencia esto de operaciones similares anteriores?

—Recuerdo que esta no es la primera vez que se destruye una lancha en aguas del Caribe. Hace uno o dos años fue destruida una nave, pero eran hechos aislados. Esto no tenía un guión o un programa con posibilidades de escalar. No estaba cubierto por la clasificación actual que se da a los cárteles como organizaciones terroristas.

El derecho internacional establece reglas de enfrentamiento y protocolos para embarcaciones que transporten drogas ilícitas: primero avisar, después detener, incautar y llevar a los traficantes para ser juzgados. Estos protocolos han sido absolutamente superados por las facultades presidenciales estadounidenses respecto a disponer de armas de guerra en determinados contextos.

La diferencia es que antes podían haber existido casos aislados, pero hoy esto está dentro de un programa, de una calificación de cualquier organización de drogas como terrorista. Eso hace una diferencia importante porque nos habla de que puede haber una narrativa de guerra contra el narcotráfico, así como recordamos la guerra contra el terrorismo hace un cuarto de siglo.

¿Fines políticos o de seguridad?

—¿Considera que esto tiene fines político-económicos o puramente de seguridad?

—Todo esto tiene múltiples facetas. Ciertamente, Estados Unidos, detrás de su gran estrategia, tiene intenciones de posicionarse económicamente o recuperar sitio en la competencia económica. Esta flotilla en el Caribe también es parte de esa gran estrategia.

Pero en lo puntual, la destrucción de naves habla de objetivos políticos y de seguridad interna, de definiciones políticas securitarias internas, y también de un instrumento de política exterior para presionar a los adversarios, para intimidar a los regímenes vistos como hostiles.

La visión de Trump es una visión política estratégica con muchos elementos económicos. A él le interesa básicamente el tema político económico y securitario, pero no está tan interesado como otras administraciones en una transición ideológica hacia la democracia.

Eso no le importa al gobierno Trump. Sí le interesa que los potenciales adversarios hostiles tomen otra actitud, que sean básicamente estados que se sometan al poder de Estados Unidos.

Los peores escenarios

—¿Cuál sería el peor escenario con la información disponible?

—Con la cantidad de efectivos desplegados entre 4.000 y 6.000 personas en esa zona por parte de Estados Unidos, veo difícil una invasión terrestre, un desembarco al estilo de Panamá en 1989, donde había 25.000 tropas en un país bastante más pequeño que Venezuela.

Lo que sí es posible es que se pase de destruir embarcaciones a alcanzar objetivos territoriales venezolanos con misiles o drones. Esto también es una medida de presión al gobierno de Venezuela, que sabemos están en búnkers, en sitios blindados, desplazándose, pero que pueden ser alcanzados.

Estados Unidos ha dicho que si vuelve a haber aviones de Venezuela sobrevolando sus navíos, los puede derribar. Si se lanzan misiles contra objetivos en tierra venezolana o se derriben aviones estadounidenses, entramos en una dinámica de confrontación directa.

No descarto que pase alguna de estas situaciones, o incluso que se intente alguna operación con fuerzas especiales para atacar a determinados altos cargos políticos y llevárselos a otro lugar, una operación de infiltración o captura. Lo más difícil, en lo inmediato, es un desembarco de mayor escala, pero si las cosas se descontrolan podemos llegar a cualquier parte.

Repercusiones regionales

—¿Cómo podría repercutir esto en nuestra región?

—De múltiples maneras. Para empezar, se confirma que el derecho internacional está en muy mal pie, que el sistema multilateral que construyó Estados Unidos está hecho jirones. Se están rediseñando las esferas de influencia en el globo. Estados Unidos define el Caribe como su mare nostrum y el hemisferio como su área de influencia natural.

Venezuela tiene el cartel de Los Soles, una red de contactos entre generales y altos cargos políticos y militares para sacar provecho del transporte de drogas por esa zona. No sabemos si es una organización propiamente tal como otros cárteles o solo una red de contactos, pero de que hay altos cargos militares involucrados en el tráfico, los hay.

Si esa droga deja de pasar por ahí, va a buscar otro espacio: puede llegar al Pacífico, Colombia, Perú, y otros países más al sur pueden ser rutas alternativas. Desde luego, si este conflicto escala a un enfrentamiento más directo, vamos a tener probablemente otro desplazamiento de personas y migraciones importantes. Por supuesto que esto puede afectar a la región, no cabe ninguna duda.