
Las privatizaciones y el gran saqueo de Chile: Los empresarios que se enriquecieron en dictadura
La dictadura cívico-militar de Augusto Pinochet marcó a Chile con una represión brutal y un proyecto neoliberal que desmanteló el patrimonio público mediante la privatización de 725 empresas estatales, generando pérdidas al fisco por más de US$6.000 millones de acuerdo al ajuste inflacionario al año 2005, según el informe de la Cámara de Diputados (2005).
Orquestado por los "Chicago Boys", este proceso enriqueció a una élite empresarial con conexiones directas con el régimen, consolidando una desigualdad estructural que aún define al país. Ricardo Ffrench-Davis, en Economic Reforms in Chile: From Dictatorship to Democracy, describe estas privatizaciones como un experimento neoliberal que sacrificó el interés público para beneficiar a una élite económica.
Fueron privatizadas, entre otras, la Empresa Nacional de Electricidad (Endesa), la Compañía de Acero del Pacífico (CAP), la Industria Azucarera Nacional (Iansa), la Empresa Nacional de Telecomunicaciones (Entel), la Línea Aérea Nacional (Lan Chile), Laboratorios Chile y la Sociedad Química y Minera de Chile (Soquimich).
Asimismo, Gabriel Salazar en Historia contemporánea de Chile, añade que las privatizaciones fueron “un despojo sistemático que consolidó una casta económica a expensas del pueblo chileno”, configurando un saqueo institucionalizado del patrimonio nacional.
Las privatizaciones enriquecieron a una élite empresarial, generando pérdidas millonarias para el Estado. María Olivia Mönckeberg, en El saqueo de los grupos económicos al Estado chileno, señala que la privatización de SQM fue un ejemplo descarado de favoritismo, entregando un recurso estratégico a un familiar de Pinochet a precio de remate.
Los principales beneficiados fueron:
1) Minería y recursos estratégicos
Julio Ponce Lerou: Adquirió Sociedad Química y Minera de Chile (SQM) por US$50,2 millones, frente a un valor real de US$312,1 millones, causando una pérdida al Estado de US$261,9 millones.
2) Energía y electricidad
José Yuraszeck: Participó en la privatización de Chilectra (pérdida de US$96,4 millones) y Endesa (pérdida de US$895,6 millones), usando préstamos estatales para consolidar el control sobre Enersis.
3) Siderurgia e industria pesada
Roberto de Andraca: Compró la Compañía de Acero del Pacífico (CAP) por US$105,5 millones cuando su valor real era US$811,5 millones, causando una pérdida de US$706 millones.
4) Industria forestal y papelera
Familia Matte: Se benefició con la privatización de Laboratorios Chile y con subsidios forestales por US$365 millones, que fortalecieron a CMPC.
5) Sistema financiero, seguros y AFP
Carlos Alberto Délano y Carlos Eugenio Lavín (Grupo Penta): Se beneficiaron con la privatización de aseguradoras y AFP, con una pérdida estimada de US$500 millones.
6) Banca
Grupo Cruzat-Larraín: Adquirió bancos y aseguradoras, incluyendo el Banco de Santiago, con préstamos blandos de CORFO.
Manuel Cruzat Infante: Uno de los arquitectos del modelo financiero, que se benefició de licitaciones irregulares.
Grupo Vial: Compró activos estratégicos en banca y seguros.
7) Otras industrias y grupos diversificados
Grupo Luksic: Participó en la privatización de Compañía Cervecerías Unidas (CCU), con pérdidas de US$200 millones.
Grupo Angelini: Adquirió Copec por US$300 millones frente a un valor real de US$1.500 millones.
Grupo Cueto: Se benefició con la privatización de LAN Chile.
Bruno Philippi: Participó en privatizaciones industriales con pérdidas estimadas en US$50 millones.
Las privatizaciones fueron un ejercicio de expolio institucionalizado. Las empresas se vendieron sin licitaciones públicas, a precios irrisorios y con frecuencia a tecnócratas con cargos estatales. El total de pérdidas por 30 empresas clave fue de más de US$2.200 millones, con un impacto estimado de US$6.000 millones para las 725 empresas privatizadas (Cámara de Diputados, 2005).
Thomas Piketty, en El capital en el siglo XXI, argumenta que las privatizaciones en regímenes autoritarios perpetúan la desigualdad al transferir riqueza pública a manos privadas. Este proceso permitió a empresarios como Ponce Lerou, Yuraszeck, los Matte y otros amasar fortunas mientras el país enfrentaba pobreza y represión.
El legado de las privatizaciones persiste en la economía y política chilenas. Empresas como SQM, CMPC y Copec son pilares del modelo neoliberal, mientras que los escándalos de Penta y SQM evidencian el turbio influjo de estos grupos.
Finalmente, el sociólogo Tomás Moulian en su célebre obra Chile actual: anatomía de un mito, describe el proceso como un traspaso violento de la riqueza social acumulada hacia un grupo reducido de empresarios, muchos de los cuales hicieron fortunas escandalosas a costa del sacrificio del pueblo. Moulian agrega que lo ocurrido fue una verdadera expropiación al revés, donde el Estado regaló empresas estratégicas a un vil precio.
Este saqueo, marcado por irregularidades y complicidad con la dictadura, consolidó una élite económica que hasta el día de hoy perpetúa la extrema desigualdad, priorizando como es su ethos, el lucro y la codicia sobre el bienestar colectivo.