
Milei bajo seria amenaza: Paliza electoral en Argentina hace tambalear su gobernabilidad y le da oxígeno al peronismo
No eran los números esperados por nadie. Las encuestadoras y consultoras habían empezado a sugerir hace algunas semanas el declive de la popularidad del presidente libertario que eligió Argentina a fines del 2023, Javier Milei. Pero la multiplicidad de variables (resistencia a responder encuestas, impredecible nivel de participación y creciente polarización) hacían prácticamente imposible predecir los resultados finales de las elecciones legislativas de la Provincia de Buenos Aires. Mientras, la mayoría de los especialistas eludía responder.
Circulaban sí varias preguntas que podían anticipar tendencias. ¿Cuánto influirían en el ánimo electoral la dura situación económica y la serie de escándalos de corrupción que bordean a la familia presidencial?, ¿cuántos insultos y destratos estaban dispuestos a aceptar los argentinos como costo a pagar por la ilusión de una economía camino a ordenarse?, ¿es aceptable regodearse en la crueldad como herramienta para movilizar voluntades?
Todo eso en medio de una tormenta perfecta: sucesivas derrotas en el Senado y a nivel de diputados, escándalos de corrupción encadenados, una economía bajo creciente presión cambiaria, represión desatada, sueldos a la baja y la inflación –el único logro que el gobierno podía exhibir- mostrando signos preocupantes.
Finalmente, con el 98,96% de los votos escrutados, Fuerza Patria (el conglomerado que aunaba a las distintas corrientes peronistas) logró 47,28% de los votos frente a un 33,71 % de La Libertad Avanza (LLA), una alianza entre el partido gobernante en sociedad con el PRO, del expresidente Mauricio Macri. Fue paliza.
Las elecciones realizadas este domingo 7 de septiembre en la Provincia de Buenos Aires sacudieron el tablero político argentino y abrieron un manojo de dudas respecto a la sostenibilidad del rumbo político y económico, además de inaugurar un camino hacia las elecciones del 26 de octubre que serán un suplicio para Milei y lo obligará a barajar y dar de nuevo…o pagar el costo de no hacerlo.
Estrategias y errores
Argentina es un país federal con un nutrido calendario electoral. Cada provincia tiene autonomía política y legislativa, en consecuencia, elige a sus gobernadores y a sus representantes locales, como diputados y senadores provinciales, además de enviar otros representantes al Congreso Nacional, pero esto último se encuadra en la disputa de octubre.
Los comicios celebrados el fin de semana permitieron a los bonaerenses renovar las bancas de su legislatura local, es decir se trataba de un proceso electoral cuya importancia -en principio- radicaba en el peso relativo del territorio, que representa casi el 40% del padrón nacional.
Sin embargo, el propio Milei -confiado en un triunfo cómodo- las convirtió en una disputa de alcance nacional al imponer la idea de que el resultado sería indicativo del ánimo nacional respecto a su salvaje plan de recortes y motosierra.
El mandatario esperaba que el resultado le permitiera obtener la venia de los mercados, maniobrar las variables económicas y políticas, llegar a las elecciones legislativas nacionales del próximo 26 de octubre con cartas ganadoras, y obtener así las mayorías necesarias en el Congreso Nacional para imponer el paquete legislativo que sostenga y profundice su plan de achicamiento del Estado, o por lo menos mantener la lógica de decretos y vetos con los que viene avanzando.
Se trató de una apuesta demasiado osada lanzada en medio de una atmósfera política que ya empezaba a mostrar el hartazgo de su estilo confrontativo.
El latiguillo “puede fallar” que el mago argentino Tusam hizo famoso durante un truco televisivo en el que su hijo casi muere ahogado en un tanque de agua, encaja perfectamente en este episodio electoral en el que la gravedad del cálculo puede tener consecuencias imprevisibles para la gobernabilidad y la estabilidad política del país vecino.
Un día de furia
Pocas horas después de publicados los primeros resultados el dólar-cripto subió un 8% y desde este lunes 8 desde temprano las pizarras marcaban una fuerte subida del dólar minorista que al final de la jornada cerró en 1.460, mientras las acciones argentinas en Wall Street cayeron 21% y el riesgo país superó los 1.100 puntos. Un día de furia.
El influyente banco Morgan Stanley, en tanto, publicó un duro informe en el que retira su "postura favorable" sobre el país y cancela su recomendación de "comprar" bonos argentinos.
La semana pasada el ministro de Economía Luis “Toto” Caputo quemó 540 millones para tratar de contener el precio del dólar, además de implementar una fuerte intervención en los dólares futuros.
Los mercados permanecen a la expectativa de cuáles serán los cambios políticos y económicos que implementará la administración de Milei y advierten por los riesgos de una creciente presión cambiaria, mientras esperan que el gobierno tenga aún margen para cambiar de cara a las cruciales próximas elecciones.
Sin embargo, las señales que llegan desde la Casa Rosada no son muy alentadoras. Este lunes trascendió que la secretaria General de la presidencia y hermana del mandatario, Karina Milei, se resiste a realizar los cambios que exige el mercado, entre los que se cuentan desplazar a los Menem (Martín y Lule, ambos sobrinos del exmandatario Carlos Menem), los principales colaboradores de Karina.
El Presidente convocó temprano a su gabinete, en medio de rumores de cambios de nombres y un brusco giro en la estrategia política. La reunión duró más de dos horas y la poca información que trascendió es que el asesor estrella, Santiago Caputo, le propuso al mandatario que enroque y cambie figuras para armar un gabinete de "unidad nacional" que salve al gobierno.
Según el portal La Política Online, Caputo busca correr de escena a los Menem, mencionados en el último escándalo de coimas en los medicamentos, y bajar la intensidad de Karina Milei en las decisiones del gabinete.
Sin embargo resulta difícil pronosticar qué hará el libertario ante esta enorme crisis que lo atraviesa. Durante las últimas horas, esto es el domingo , en un discurso en el que se lo vio abatido junto a sus colaboradores más cercanos, lanzó señales contradictorias: dijo que reconocía la derrota y que esta implicaba una fuerte autocrítica, pero apenas segundos después aseguró que no contempla moverse un milímetro del plan original: achicamiento del Estado y déficit cero.
"Hemos tenido una clara derrota y hay que aceptarla"
"Hoy hemos tenido una clara derrota y hay que aceptarla”, dijo Milei desde el búnker de campaña montado en la capital provincial, la ciudad La Plata donde reclamó que sus adversarios pusieron “todo el aparato peronista que manejan desde hace 40 años” y auguró que los resultados constituyen “el piso para nosotros (LLA) y el techo para ellos”(Fuerza Patria).
Axel Kicillof, gobernador de la Provincia de Buenos Aires, por su parte, habló rodeado de su candidatos y colaboradores. Contexto en el que planteó que el mensaje de las urnas es que no es posible gobernar "para los de afuera, para los que más tienen".
"Milei: tenés que gobernar para el pueblo (..) hay otro camino y hoy empezamos a recorrerlo", agregó en medio de guiños sobre las legislativas nacionales y, a largo plazo, las presidenciales de 2027.
El público cerró como en todo ritual peronista, con la marcha partidaria.
Un nuevo tiempo en la interna peronista
El gobernador bonaerense fue durante meses centro de las críticas al interior del peronismo por haber decidido, por primera vez, desdoblar los comicios de su provincia y separarlos de los nacionales, lo que era visto por otras facciones del kirchnerismo, incluida la propia ex presidenta Cristina Férnández y su hijo Máximo, como un grave error que podía traer grandes costos políticos.
Pero Axel, como es conocido el gobernador, se rebeló a la autoridad de "la jefa" (CFK), esquivó la conflictividad interna, escondió las grietas intestinas, se echó la campaña encima, puso en juego su liderazgo y finalmente el resultado lo potenció en la disputa interpernonista.
No fue una disputa fácil en esta formación que entró en una profunda crisis tras el triunfo de Javier Milei. El exministro de Economía y candidato a las elecciones de 2023, Sergio Massa, se mantuvo en la mesa de negociaciones y contribuyó al acuerdo de unidad cuando la fractura parecía inevitable, razón por la cual Kicillof le reconoció un lugar en la tarima de los festejos.
A partir de ahora, la convivencia en la Legislatura y la capacidad del peronismo de dejar de lado los egos serán determinantes para el bienestar partidario. Si no se plasma la unidad, habrá ruptura.
En el puzzle que se avecina la paliza electoral –lograda de la mano de Kicillof- se convirtió en una nueva señal de debilidad para el liderazgo de CFK que, condenada y cumpliendo prisión domiciliaria, deberá convivir con el liderazgo potenciado del gobernador y una dirigencia que huele dónde se concentra el poder en ascenso.
Lo cierto es que frases libertarias como “vamos a poner el último clavo en su ataúd”, repetida hasta el hartazgo por Milei, o “la Libertad arrasa” y “vamos a pintar de violeta (el color partidario) la provincia”, están destinadas, por ahora, a ser guardadas en el freezer.
Se inicia un nuevo tiempo en ese peronismo al que continuamente dan por muerto y siempre resucita. Axel Kicillof empieza a caminar rumbo al 2027 y el argot político argentino ya acuña un nuevo término, el "axelismo".