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Un simple accidente, la película iraní que ganó el último festival de Cannes, cierra esta edición de SANFIC

Un simple accidente, la película iraní que ganó el último festival de Cannes, cierra esta edición de SANFIC

Por: Felipe Rodríguez Cadiz | 24.08.2025
El filme de Janar Panahi, uno de los cineastas más singulares de la actualidad, es una obra moral y surrealista sobre la venganza y la normalización de los sobornos en ese país. Se exhibe a las 18.55 horas en Cinépolis La Reina.

Dos días antes de terminar el rodaje de Un simple accidente, la película que ganó la Palma de Oro del último festival de Cannes, el cineasta iraní Janar Panahi y su equipo fueron rodeados por quince policías vestidos de civil. Cuando reconocieron al director, imposibilitado por el régimen teocrático de estar a cargo de películas, los agentes de seguridad le dijeron que requisarían todo su material. Panahi se negó, pero les ofreció llegar a un acuerdo. Les mencionó que tenía perfumes, un computador, cigarros y algunos discos. Los policías aceptaron y se finiquitó el problema.

En Un simple accidente -que se exhibe hoy a partir de las 18.55 horas en Cinépolis La Reina en el cierre de esta edición de SANFIC-, el iraní incluye un par de escenas del mismo calado. Pequeños gestos de corrupción normalizados en su país y que suelen estar al borde del absurdo. 

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Panahi es un personaje contradictorio en Irán. Fue detenido por primera vez en 2010 durante dos meses por apoyar a la oposición de los teocráticos que gobiernan a su país desde 1979. Lo tuvieron en una celda solitaria vendado y lo interrogaban entre dos y ocho horas diarias. Le prohibieron dirigir y salir de su país. Pero utilizó el ingenio para obviar el veto. En 2011, su documental, Esto no es una película, fue grabado en un Iphone y sacado del país en un pendrive. Dos años después, rodó Cortina Cerrada en su casa, con las ventanas a oscuras. A mediados de 2022 también fue detenido durante siete meses por realizar “propaganda contra el sistema”. Pero silenciarlo no es tan fácil. El cineasta es uno de los artistas más valorados en el mundo y el grupo que gobierna sabe que, por un lado, su cine les molesta, pero por otro, distingue la labor cultural iraní.

Un simple accidente, su película más social, se inicia con una pareja y su hija conduciendo en la noche de Teherán. De pronto, un fuerte golpe en la parte delantera hace bajar al conductor. Atropella a un perro y, debido al desperfecto que genera, concurre a un taller cercano. El mecánico reconoce al dueño del auto -por su cojera-. Es su antiguo carcelero y torturador. Allí comienza a fraguar una venganza para la que recurre a varios amigos que también sufrieron agravios físicos y psicológicos que deben confirmar la identidad del torturador. Es una película dura, que va desde la tragedia a la comedia con escenas totalmente surreales y donde se expone la vida cotidiana de los iraníes, donde el soborno está aceptado por la sociedad y en que el grupo de protagonistas -personas aparentemente normales- pueden tener explosiones de violencia por las vejaciones que sufrieron en épocas anteriores.

Es una radiografía contemporánea del pueblo iraní, con un director como Panahi que es sinónimo de valentía y que imprime una reflexión que el mismo cineasta ha buscado destacar en sus opiniones sobre el filme. “Quiero mostrar lo que pasa en mi país, porque lo amo, y porque queremos la libertad de poder decir lo que queremos y nos vistamos como queramos”.

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