La educación pública no puede esperar
El miércoles 13 de agosto, al salir de una reunión interministerial estratégica en La Moneda, donde estábamos coordinando, junto a Presidencia y DIPRES, los próximos pasos de la educación pública, nos encontramos inesperadamente con un grupo de estudiantes de la Escuela Yerbas Buenas de Ancud. Estaban en el Patio de los Naranjos celebrando los 180 años de historia de su escuela y viviendo un viaje pedagógico inolvidable.
Ese instante, en el Patio de los Naranjos, nos evocó con nitidez por qué hacemos lo que hacemos. No era solo una visita escolar: era la imagen viva de lo que soñamos para la educación pública chilena. Porque detrás de esa alegría había también una historia difícil: la escuela, al igual que muchas otras de la provincia, enfrentó en los últimos años graves problemas financieros que obligaron a la designación de un administrador provisional en Ancud.
Esa crisis hizo evidente lo que las comunidades ya sabían: que el municipio no tenía las herramientas para sostener el derecho a la educación. Fue esa urgencia la que llevó a adelantar la instalación del Servicio Local de Educación Pública de Chiloé, que desde enero de este año asumió la conducción de los 184 establecimientos y 29 jardines infantiles del archipiélago.
Historias como esta nos recuerdan que un Servicio Local de Educación Pública nunca parte de cero: hereda realidades complejas, muchas veces con problemas financieros, infraestructura deteriorada y ausencia de apoyo pedagógico sostenido.
Los desafíos que enfrenta la educación pública en este contexto no son fallas del nuevo sistema, sino el resultado de décadas en que el Estado careció de herramientas para acompañar equitativamente a todas las comunidades escolares. El verdadero valor de esta reforma está en hacerse cargo de esas realidades y transformarlas.
Y esa transformación ya está en marcha. Cuando asumimos el gobierno, había 11 SLEP en nuestro país; hoy ya son 26, cubriendo 123 comunas, cerca de 500 mil estudiantes, 2.218 establecimientos y decenas de miles de trabajadores y trabajadoras de la educación. Este crecimiento se sostiene en mejoras reales: más acompañamiento pedagógico, inversión en infraestructura, mayor vínculo con las comunidades y un trabajo político sostenido que, en estrecha articulación interministerial, ha permitido dar estabilidad financiera al sistema.
Pero sabemos que no basta con la instalación de los SLEP. Por eso impulsamos un proyecto de ley que perfecciona la Nueva Educación Pública, recogiendo aprendizajes, corrigiendo nudos críticos y asegurando las condiciones para que este sistema pueda desplegar todo su potencial. Ese proyecto ya terminó su primer trámite legislativo, se ha comenzado a discutir en segundo trámite, y estamos trabajando con el compromiso de que quede completamente aprobado en esta administración.
El Congreso tiene ahora en sus manos la posibilidad de fortalecer una de las transformaciones educativas más relevantes de nuestra historia reciente. En este Día de la Educación Pública, no hay mejor homenaje a nuestras comunidades educativas que asegurar que el proyecto quede totalmente tramitado.
Porque con él no solo garantizamos la estabilidad de los nuevos servicios, sino también la certeza de que la reforma a la educación pública seguirá avanzando de forma duradera, justa y capaz de alcanzar un horizonte de mayor equidad para Chile.