
Buscan implementar centros para la tercera edad estilo sala cuna: "El envejecimiento es la urgencia del presente"
Mientras el Sistema de Cuidados es tema de discusión en el Congreso, la ONG Mente Sana llamó la atención respecto de la urgencia de incorporar el principio "Me cuidan también", mediante la implementación de centros diurnos para adultos mayores con alzheimer y otras patologías severas.
Lo que esta entidad visualiza apuntando al sistema de las salas cuna, que permiten la conciliación laboral.
"Con el desempleo femenino llegando a 9,9% y el aumento del empleo informal como salida forzada para compatibilizar trabajo y cuidado, Mente Sana plantea que la ley debe incluir subsidios, cotización previsional y una red de centros diurnos, evitando que el cuidado siga expulsando a las mujeres del empleo formal y precarizando sus pensiones".
Según argumentan desde esta ONG, "el actual proyecto reconoce el derecho al cuidado, pero no entrega herramientas para compatibilizarlo con el trabajo remunerado, condenando a miles de familias -principalmente mujeres- a la informalidad".
De hecho, de acuerdo a lo que detalla esta entidad, entre las mujeres "miles migran a la informalidad, no por elección, sino para compatibilizar el cuidado y el sustento familiar".
Y pese a esta realidad, "el proyecto no contempla apoyo económico, compensación previsional ni infraestructura suficiente", por lo que, en consecuencia, “nos enfrentamos a exclusión laboral, desigualdad económica y pensiones mínimas para quienes sostienen la vida”, advierte Carola Rivero, directora de Mente Sana.
Mujeres sostienen su hogar en condiciones de sobrecarga
“Después de quedar sin trabajo, mi papá enfermó con alzheimer. No he podido buscar pega formal porque no puedo dejarlo solo. A veces, cuando una vecina me lo cuida un rato, me coloco como colera en la feria o vendo cosas en la semana”, revela Rosa, una mujer de 52 años que convive con esta compleja realidad.
Contexto en el que Rivero recalca que "miles de mujeres sostienen su hogar en condiciones de sobrecarga, sin apoyo del Estado y sin derechos previsionales. El sistema actual simplemente no las ve"
De este escenario surge el principio "Me cuidan también", que apela a una serie de garantías para quienes cumplen la labor de ponerse a disposición de alguien que requiera cuidados, considerando además "cotización previsional y de salud financiada por el Estado".
Asumiendo además el "reconocimiento del cuidado como trabajo, con acceso a capacitación y reinserción laboral".
“No es asistencialismo: es justicia social para quienes hoy pagan con su empleo y su pensión el costo del cuidado”, dice Rivero al tiempo que busca materializar la implementación de Centros de acogida diurna para personas dependientes, o "Salas mayores", definidos como "espacios comunitarios donde dejar a adultos mayores con patologías severas (alzheimer, demencias u otras condiciones que requieren supervisión permanente), al estilo de las salas cuna".
Que, según releva Rivero, son "muy distintos a los actuales centros Senama", dado que estos "son escasos, operan medio día y tienen un enfoque recreativo", no estando "diseñados para compatibilizar empleo".
Por lo que la propuesta que se está haciendo aboga por "horarios extendidos, alimentación, estimulación y atención básica, con foco en conciliación laboral real".
“Si no hay dónde llevar a un padre con alzheimer, la igualdad laboral es un espejismo. Chile necesita espacios para dependientes”, sostiene la directora de Mente Sana.
Salas mayores, claves para conciliar trabajo y cuidado
Paralelamente, en diálogo con El Desconcierto Rivero profundiza en un tema en el que, asegura, estamos atrasados dado el acelerado envejecimiento de nuestra población.
- ¿Qué tan relevante puede resultar la implementación de Centros de acogida diurna para personas dependientes, o “Salas mayores”, como proponen ustedes desde la fundación, entendiendo también la doble funcionalidad que estos tendrían, ayudando a quienes cuidan y también a quienes requieren ser cuidados?
Como ONG Mente Sana, consideramos que las que hemos denominado como Salas mayores pueden ser una pieza clave para un Chile que quiere conciliar trabajo y cuidado. Hoy hay miles de mujeres —y también hombres— en comunas como Renca, Recoleta o Lo Prado, que no pueden aceptar un empleo formal porque no hay dónde dejar a un padre con alzheimer o a una madre postrada. Así de simple: si no hay red de apoyo, el esfuerzo individual no basta.
No se trata de inventar la rueda. Así como existen salas cuna para la infancia, necesitamos espacios seguros para personas dependientes, con horarios que permitan trabajar, con alimentación y estimulación. Países como España y Canadá lo hacen desde hace años. Chile no puede seguir mirando para el lado
Si no hay dónde dejar a un padre con alzheimer, la igualdad laboral es un espejismo.
"Cuando el Estado no cuida, alguien cuida"
- Considerando que Chile está envejeciendo aceleradamente, ¿qué tan compleja puede llegar a ser esta doble problemática que involucra a quienes necesitan trabajar formalmente, pero también deben asumir el cuidado de un adulto mayor que requiere de este apoyo?
Esta es una especie de una bomba silenciosa. Chile ya es el país más envejecido de América Latina, con más de 3,6 millones de personas mayores. De ellos, alrededor de 600 mil tienen algún grado de dependencia. Esto significa que, en la práctica, cada hogar que enfrenta esa situación queda atrapado: o cuida, o trabaja. Esa es la disyuntiva de miles.
Hoy el desempleo femenino bordea el 9,9%, pero hay un dato oculto: muchas mujeres no figuran como cesantes porque se van a la informalidad para poder cuidar. Son las emprendedoras que vemos en Independencia o Conchalí vendiendo en ferias porque no pueden aceptar una jornada laboral completa, no les permite cuidar y tienen que elegir.
Esto es bien claro: cuando el Estado no cuida, alguien cuida. Y ese alguien casi siempre es una mujer que deja su empleo, sus ingresos e incluso su pensión.
- El envejecimiento de nuestra población, qué otros requerimientos demanda proyectando el Chile de un par de décadas?, ¿estamos atrasados abordando esta inminente realidad?
Estamos algo atrasados para decirlo sin rodeos. Se ha hecho mucho también, y por eso es posible esperar que podamos avanzar más. El Chile que viene no solo será más envejecido, será más demandante: requerirá salud mental para adultos mayores, formación para cuidadores, tecnología de asistencia, ciudades amigables y, sobre todo, políticas que reconozcan el cuidado como un trabajo.
Hoy tenemos programas dispersos, pero sin un sistema robusto, las familias se las arreglan solas. Y la soledad tiene un costo altísimo: en bienestar y en economía. Si no actuamos ahora, el envejecimiento será el nuevo rostro de la desigualdad en Chile.
El envejecimiento no es un problema del futuro, es la urgencia del presente. Y no actuar ahora sería la peor forma de improvisación.