La espada de Damocles y la asistencia escolar
La asistencia a clases en los establecimientos educativos se ha transformado en una verdadera "espada de Damocles", que pende sobre nuestras cabezas para sostener, día a día, la vida de cada aula.
Desde la perspectiva de los aprendizajes, la asistencia es un factor clave para consolidar procesos de enseñanza con la certeza de quiénes están presentes. No se trata solo de contar cuerpos, sino de garantizar condiciones mínimas para aprender, enseñar y convivir.
En redes sociales proliferan campañas que destacan lo que significa un día menos de clases en la trayectoria escolar de un estudiante. La relevancia de estar presentes, de cada niño y niña, repercute directamente en la calidad de los aprendizajes, no solo en lo cognitivo o académico, sino también en aspectos fundamentales como compartir, jugar, socializar y desenvolverse con sus pares y con adultos que, en el día a día escolar, también forman ciudadanía.
La asistencia escolar es, además, un derecho social -constantemente tensionado por ciertos sectores- que establece un mínimo ético y político donde el compromiso debe ser compartido: desde las familias hasta docentes y equipos directivos. En ella se expresa la dignidad de pertenecer y de ejercer la ciudadanía. Es la Patria que se hace presente en sus hijos e hijas.
Desde esta mirada, el sistema de financiamiento por asistencia -en un ámbito paralelo a los aprendizajes- contradice el llamado a resguardar este derecho social, exponiendo a las comunidades escolares a una lógica de sobrevivencia brutal: sostener el funcionamiento con estándares mínimos de calidad y dignidad, siempre amenazados al cierre de cada mes.
Surgen entonces preguntas urgentes: ¿qué ocurre en el sur del país, donde los temporales impiden alcanzar el 90% de asistencia requerido para sostener dotaciones, servicios básicos e inversión en apoyos educativos? ¿Cómo se sostiene una escuela que depende exclusivamente de la subvención, cuando factores externos e incontrolables la debilitan económicamente?
Hoy enfrentamos una crisis evidente que ha transformado la gestión educativa, desplazando el liderazgo pedagógico hacia una preocupación casi exclusiva por la administración, sobre todo en establecimientos que dependen al 100% de recursos públicos variables.
Es necesario enfrentar esta crisis de manera estructural, convocando voluntades de todo el arco político y dando paso a un financiamiento basal por matrícula. Solo así podremos enfocarnos en lo más importante: asegurar la presencia efectiva de los estudiantes para garantizar sus aprendizajes.
A partir de allí, y con una mirada de corresponsabilidad, podrían establecerse medidas como considerar la inasistencia reiterada -por debajo del 85%- como causal de repitencia o derivación a organismos como la OLN o tribunales de familia, cuando corresponda.
Este no debe ser un problema económico que absorba las energías de la comunidad escolar cada mes. Debe asumirse como un problema educativo, con soluciones estructurales, coherentes con el derecho a la educación. La amenaza de la espada de Damocles no puede seguir tensando el cotidiano escolar. El tiempo de actuar es ahora.