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La UF, los sueldos y la trampa de los “ajustes”
Foto: Agencia Uno

La UF, los sueldos y la trampa de los “ajustes”

Por: Gonzalo Durán | 06.08.2025
Este pequeño debate sobre la UF termina revelando una cuestión mucho más profunda: la fragilidad de las condiciones materiales de vida de las familias trabajadoras en Chile. También pone sobre la mesa la necesidad urgente de un sistema de negociación colectiva de cobertura universal, que permita construir salarios de manera colectiva y frenar la lógica empresarial de competitividad basada en la precarización.

En los últimos días ha surgido la discusión sobre el uso de la Unidad de Fomento (UF) y la posibilidad de regular su aplicación. La pregunta que muchas personas se hacen es bastante simple, pero no por eso menos profunda: ¿por qué algunos bienes y servicios esenciales se cobran en UF, mientras los sueldos se pagan en pesos?

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Ante esta inquietud, algunas voces han salido a afirmar que los salarios en Chile sí se ajustan por IPC (de forma generalizada), e incluso han señalado que han existido “aumentos reales” en los últimos años. El principal argumento que se ha esgrimido es que basta con observar el Índice de Remuneraciones que publica el Instituto Nacional de Estadísticas para comprobarlo.

Pero es importante precisar ciertos puntos. En Chile, los empleadores no están legalmente obligados a reajustar los sueldos según la inflación. En realidad, han sido los sindicatos quienes históricamente han conquistado esa práctica a través de la negociación colectiva y no ha sido fácil, de hecho, hay que considerar que la reajustabilidad no es piso de negociación.

El problema es que menos del 15% de los trabajadores y trabajadoras está cubierto por este tipo de acuerdos colectivos. Esto significa que una enorme mayoría queda fuera de cualquier garantía de mantenimiento del poder adquisitivo de sus ingresos. En contraste, en Uruguay, por ejemplo, cerca del 95% de los asalariados/as negocian colectivamente.

Entonces, ¿cómo se explica que el Índice de Remuneraciones muestre variaciones por sobre el IPC? Lo que se omite en ciertos análisis es que este índice no sigue la trayectoria de los sueldos individuales, sino que compara promedios entre distintos momentos.

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Esto implica que el índice puede aumentar por razones que no tienen que ver con mejoras generalizadas: puede reflejar nuevas contrataciones con sueldos más altos, reestructuraciones sectoriales, o incluso despidos de personas con salarios bajos que alteran la media. Además, la encuesta que alimenta este indicador excluye a empleadores con menos de cinco trabajadores, es decir, deja fuera una parte significativa del mundo laboral más precarizado.

Una hipótesis plausible para entender este fenómeno es que en Chile una de las pocas formas efectivas de mejorar el ingreso es cambiando de empleo. Esta rotación, forzada o voluntaria, puede implicar aumentos relativos en algunos casos, pero no resuelve el problema estructural: la precariedad persistente de los salarios. Según el propio INE, el 50% de los asalariados reciben menos de $583.000 líquidos.

Este pequeño debate sobre la UF termina revelando una cuestión mucho más profunda: la fragilidad de las condiciones materiales de vida de las familias trabajadoras en Chile. También pone sobre la mesa la necesidad urgente de un sistema de negociación colectiva de cobertura universal, que permita construir salarios de manera colectiva y frenar la lógica empresarial de competitividad basada en la precarización.

Estamos hablando de algo mucho más básico: que el poder de compra de los salarios se mantenga en el tiempo. Y para eso, la herramienta más efectiva es la negociación colectiva por rama o sector económico. Una negociación para todos y todas.

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