
Llevar la escalada a niños y niñas de entornos complejos: Fundación crea muro móvil para democratizar el deporte en Santiago
Un grupo de niños de La Pintana espera ansioso en las dependencias de Hangar, en San Miguel, para su primera experiencia de escalada. Es octubre de 2022 y lo que parecía una actividad exitosa pronto revelaría una problemática estructural que cambiaría para siempre el enfoque de quienes organizaban la actividad. El viaje desde La Pintana hasta San Miguel tomaba dos horas en transporte público, el mismo tiempo que duraba el taller.
Esta experiencia fundacional marcó el nacimiento de la Fundación Emovere y una premisa revolucionaria que redefinió su estrategia. "El muro se tiene que acercar a los niños y no los niños al muro", reflexiona su fundadora tras constatar las barreras logísticas y económicas que impedían el acceso equitativo a este deporte.
Un problema de distribución desigual
La escalada en Santiago presenta un panorama especialmente centralizador. Mientras en comunas como Providencia, Las Condes, La Reina y Ñuñoa proliferan los gimnasios especializados, niños, niñas y adolescentes de La Pintana, San Bernardo, Recoleta o Maipú enfrentan travesías que pueden superar las dos horas para acceder a una actividad deportiva.
"Nosotros llevamos la escalada a niños, niñas y adolescentes que no pueden acceder a este deporte, ya sea que les quedan muy lejos o porque no tienen la materialidad económica para costearse lo que implica la escalada", explica Valentina Callejas, directora y fundadora de la organización en conversación con El Desconcierto.
Esta realidad motivó un giro radical en su propuesta pedagógica y territorial.
La organización identificó que democratizar y deselitizar el deporte requería más que buenas intenciones. Necesitaba una transformación logística que eliminara las barreras geográficas y económicas que mantienen a miles de niños y niñas alejados de oportunidades deportivas y de desarrollo personal.
La innovación del muro móvil
Así la solución llegó en forma de innovación práctica. En lugar de continuar trasladando niños y niñas hacia los centros de escalada, Emovere adaptó un furgón familiar para crear un muro móvil portátil. Lo que permitió llevar la experiencia de escalada directamente a los territorios donde viven los menores.
Emovere trabaja específicamente con escalada en boulder, una modalidad que se practica en muros de baja altura sin necesidad de cuerdas ni arneses. Los escaladores utilizan únicamente zapatillas especiales y sus propias habilidades físicas, mientras que colchonetas colocadas en la base del muro proporcionan seguridad en caso de caída.
"Partimos en Hangar, que nos abrió sus puertas para realizarle los talleres a unos chicos de La Pintana, de un espacio popular", recuerda Callejas. Sin embargo, dificultades en el transporte dejaron a la luz la necesidad de invertir la lógica tradicional del acceso deportivo.
Es por esto que, para Emovere el muro móvil representa más que una solución logística. Se convierte en una herramienta de apropiación territorial que permite a los niños y niñas experimentar la escalada en sus propios espacios cotidianos. "Realizamos apropiación territorial desde los niños y niñas adolescentes, desde el espacio que ellos habitan, ya sea la plaza, la calle, el pasaje", detalla la directora.
Además, Callejas cumple múltiples roles en la organización, desempeñándose simultáneamente como directora, tallerista y chofer del muro móvil. Una versatilidad que es muestra del carácter autogestionado de una iniciativa que mantiene operaciones con recursos limitados, pero con un compromiso hacia la democratización deportiva.
Por otra parte, la fundación complementa la experiencia llevando a los participantes con mayor continuidad a escalar en roca natural. "Los llevamos a roca, que eso ya en espacios como de naturaleza, entonces igual también creamos una apropiación con el territorio que ellos habitan, que sería como todo este valle, cordón montañoso de los Andes", explica.
Más de 1.000 vidas impactadas
Desde noviembre de 2022 hasta la fecha, Emovere estima haber trabajado con "alrededor o más de 1.000 niños, niñas y adolescentes" entre talleres y jornadas. Esta cifra refleja el alcance de una propuesta que en ocasiones ha logrado hacer escalar a escuelas básicas completas de 200 estudiantes en una sola jornada.
"Es difícil dar una respuesta exacta, ya que desde noviembre del 2022 hasta la fecha han pasado muchas personitas por el muro, en ocasiones hemos hecho escalar a escuelas básicas completas (de 200 estudiantes) en un día", reconoce la organización.
No obstante, la fundación prioriza el impacto cualitativo sobre las métricas cuantitativas. "Pensamos que es difícil medir o cuantificar en lo que respecta al desarrollo de una emoción o la progresión de un estado de ánimo. Este es un proceso que se va develando con el paso del tiempo, con el cariño y respeto mutuo que se crean en vínculos intergeneracionales genuinos", explican.
Casos de transformación
Entre los casos más destacados se encuentra el de un joven que participó en talleres en Mejor Niñez y posteriormente fue becado con clases de escalada por León Pino, escalador de élite que ha representado a Chile en competencias internacionales y es propietario de Atomik Boulder.
"Con este joven realizamos un trabajo de rescate emocional, adquisición de compromisos y responsabilidades mutuas. Entendiendo que estos contextos, como Mejor Niñez, están cargados de historias de vulneraciones, abusos de sustancias, abandono sistemático y constante soledad", relatan desde la organización.
Otro caso relevante involucra a un preadolescente de una escuela de una comuna céntrica de Santiago que, tras experimentar una jornada con Emovere, se inscribió en talleres anuales gratuitos y posteriormente fue becado con clases particulares los sábados. "Con él pudimos ver el componente transformador del deporte en cuanto a la socialización, de ser una persona reservada y recatada comenzó a socializar desde la genuina espontaneidad de las emociones", describen.
Fundamento teórico y metodológico
La propuesta de Emovere se sustenta en principios de la neuropsiquiatría infantil, específicamente en los planteamientos de Amanda Céspedes, reconocida médica cirujana y neuropsiquiatra infantil chilena. "Creemos fervientemente, como bien es mencionado por Amanda Céspedes, que educar es amar y que educar debe tener una conexión que requiere mucha humildad para conectar con un otro", señalan desde la organización.
Esta base teórica se materializa en una metodología que busca "derribar las barreras del adultocentrismo y la crononormatividad". El equipo busca "siempre el diálogo eficiente y empático, basándose en la comunicación no violenta", poniendo "atención plena, reconociendo sus individualidades y poniéndolas en valor" en cada interacción.
La organización entiende que "todas las respuestas están en cada niño, niña y adolescente, en sus expresiones corporales al subir el muro, en el interés genuino que se despierta al vibrar con algo que les gusta hacer". Esta perspectiva horizontal reconoce que "nosotros también aprendemos de las niñeces y adolescencias con las cuales nos vinculamos".
Desafíos de sustentabilidad
El financiamiento constituye el principal obstáculo para Emovere. "Actualmente la fundación se financia de la autogestión y el apoyo desinteresado de todas las personas que aportan por esta causa", explican desde la organización.
El costo mensual aproximado alcanza los $700.000 pesos, considerando "contador, abogados de la Fundación, servicio de publicidad, gastos del vehículo y si los talleristas cobraran una retribución por su trabajo (algo que aún no se materializa, pero que sí apostamos que ello ocurra en un futuro cercano)".
Proyección hacia el norte
Aunque ya piensan en planes de expansión que apuntan específicamente hacia el norte de Chile. "Como Fundación tenemos intenciones de salir fuera de la región Metropolitana, pues uno de nuestros objetivos es democratizar el deporte no solo en sectores vulnerables, sino que también en áreas rurales y/o de difícil acceso", explican.
La fundación ya tiene experiencia regional, aunque limitada. "Solo una vez Emovere fue a la región de Atacama y eso fue solo porque nuestra fundadora llevó ese proyecto a la comuna de Freirina y Vallenar completamente gratis", reconocen.
El obstáculo principal para la expansión sigue siendo económico. "Uno de los obstáculos es el financiamiento, al inicio muchas municipalidades se ven interesadas, pero al momento de enviar un presupuesto dejan de contestar", lamentan desde la organización.
Finalmente, Callejas tiene una visión clara sobre el potencial del norte. "En lo personal tengo toda la intención e interés en llevar a Emovere al norte de Chile. Llegar a comunidades alejadas entre el desierto, llegar a pueblitos pequeños y desolados", explica, argumentando que mientras en el sur existen gimnasios de escalada y sectores de roca, "en el norte de Chile te encuentras con un gimnasio de escalada en Caldera, Antofagasta e Iquique, pero el norte es mucho más que eso".