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Problemas de desempleo y empleo en Chile
Foto: Agencia Uno

Problemas de desempleo y empleo en Chile

Por: María José Azócar | 13.07.2025
Desde el mundo académico y desde organizaciones empresariales se insiste una y otra vez en el crecimiento económico como la gran solución a los problemas de desempleo y empleo en Chile. Y el crecimiento claro que importa. Sin embargo, cuando se estudian las cifras de empleo en los tiempos en que el país mostró mejores indicadores de crecimiento a los de hoy, ese crecimiento no decantó en la generación de empleos de calidad.

En materia laboral, el impacto de la pandemia aun no se supera en Chile. Aun faltan por recuperar 261 mil empleos para alcanzar una tasa de ocupación equivalente al momento previo a la pandemia. Las últimas cifras de empleo entregadas por el Instituto Nacional de Estadísticas vienen a corroborar la falta de dinamismo y los problemas estructurales del mundo laboral en Chile.

Estas cifras nos muestran que si bien se han creado nuevos empleos (recordemos que la pandemia significó la destrucción de más de dos millones de puestos de trabajo), éstos no son suficientes y el porcentaje de desocupación refleja muy bien este fenómeno. El desempleo para el trimestre de marzo a mayo del 2025 llegó a un 8,9% (afectando aproximadamente a 918 mil personas); cifra aun mayor para el caso de las mujeres, que mostraron un desempleo de 10,1%.

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Sin embargo, las cifras también nos muestran que Chile no sólo tiene problemas de desempleo, también de empleo. Cuando se considera el total de empleos creados desde el trimestre de mayo a julio de 2020, un 37,4% de esos empleos son informales. En otras palabras, más de un tercio de los nuevos empleos creados desde mediados de 2020 no cumplen con garantías legales mínimas como disponer de un contrato de trabajo escrito o beneficios de seguridad social.

Por otra parte, cuando se analizan los empleos formales creados desde mediados de 2020, éstos también están lejos de ser de calidad.

Para demostrar este punto, en Fundación SOL hemos hecho un esfuerzo por salir de la dicotomía formal e informal a la hora de analizar las cifras, dado que este binario no permite entender la heterogeneidad del mundo laboral en Chile. Entonces, proponemos que los empleos formales se categoricen entre aquellos que son protegidos o endebles.

Los primeros son aquellos que cumplen en la práctica con todas las garantías legales, es decir, proporcionan un contrato escrito, el pago de cotizaciones previsionales y de salud, el pago de licencias médicas, derecho de vacaciones, entre otros beneficios. Los segundos – empleos de inserción endeble- son aquellos que en las estadísticas aparecen como formales, pero en la práctica no aseguran protección.

Por ejemplo, aquí cabe incluir los empleos por subcontratación; empleos que por su corta duración no aseguran ciertos derechos legales, como el pago de vacaciones o de un seguro por enfermedad laboral; y otras formas de inserción que no dan en la práctica garantías de protección. Para más información ver nuestro último Informe Mensual de Calidad del Empleo (IMCE).

Cuando se considera el total de empleos creados desde el trimestre de mayo a julio de 2020, un 38,9% son empleos de inserción endeble. Si se suma este porcentaje al de los empleos informales (37,4%), tenemos que un 76,3% de los nuevos empleos creados desde mediados del año 2020 están lejos de ser de calidad.

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Desde el mundo académico y desde organizaciones empresariales se insiste una y otra vez en el crecimiento económico como la gran solución a los problemas de desempleo y empleo en Chile. Y el crecimiento claro que importa. Sin embargo, cuando se estudian las cifras de empleo en los tiempos en que el país mostró mejores indicadores de crecimiento a los de hoy, ese crecimiento no decantó en la generación de empleos de calidad.

El uso de la figura de la subcontratación es un caso emblemático en este punto. El sector exportador (considerado como un ícono del crecimiento) se ha apoyado en formas de subcontrato, suministro o enganche hasta el punto que hoy, por ejemplo, esta figura legal representa un 21% en la región minera de Antofagasta.

Los empleos vía externalización les permiten a los dueños últimos del capital desentenderse de sus responsabilidades legales; hacen muy difícil la organización sindical (al dividir a la clase trabajadora); y tienen un impacto bien concreto en los ingresos. La brecha salarial entre quienes tienen contratos directos o vía externalización es de un 27,5% promedio.

Frente a este escenario, es vital preguntarnos como clase trabajadora, cómo disputar los principios sobre los cuales se ha anclado el crecimiento en Chile. Pregunta que, como hemos repasado en esta columna, va de la mano con poner al centro nuestra definición de qué es un empleo de calidad.

Desde Fundación SOL proponemos que todo empleo debería tener al menos tres elementos para ser de calidad:

  1. Asegurar protección social;

  2. Garantizar crecimientos reales de salarios;

  3. Dar acceso a la sindicalización para que la clase trabajadora como colectivo (y sin división, como sucede a través de las modalidades de subcontratación) participe en la definición de sus salarios y beneficios laborales.

Sin estos tres elementos, cualquier programa de crecimiento hará bien poco en garantizar la reproducción de la vida y con ello la sostenibilidad de la economía.

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