
Renato Garín lanza su ajuste de cuentas generacional con los millennials: “Chile está gobernado por calzonudos”
El abogado, analista político, magister, profesor, exdiputado y exconvencional constituyente Renato Garín González (39) vuelve al centro del debate público con su nuevo libro Los Reemplazantes, una crónica política sin concesiones sobre el largo ciclo de descomposición institucional que, a su juicio, vive Chile.
Con la mirada ácida que lo caracteriza sin importarle "los costos", dice, en entrevista con El Desconcierto, Garín aborda su evidente desencanto con su rol político, enfrenta lo que ve como el colapso del Frente Amplio, explica la reconfiguración de la izquierda, apunta a los millennial (los nacidos entre 1981 y 1996) como “problema estructural”, critica la banalización de la salud mental y defiende su diagnóstico pesimista sobre el futuro electoral y social del país.
-¿Cómo va en ventas el libro?
-Bien, está número uno en varios rankings como El Mercurio, Amazon, BuscaLibre, Librería Antártica.
-Felicitaciones. ¿Tendrá algo que ver tu visión crítica hacia el Frente Amplio y los millennials el éxito de ventas?
-Hay mucho interés de entender a la generación millennials y hay muy poco escrito respecto de Chile.
-Hablando de reemplazantes: ¿Cómo ves el escenario del Frente Amplio para las Primarias?
-Muy difícil. Yo creo que está desfondado en su base de apoyo y que muy probablemente la elegida sea Jeannette Jara.
-Entre los cuatro candidatos, ¿ves al frenteamplista Gonzalo Winter último?
-No, tercero.
-De todos modos, ¿sería un resultado que impactaría al gobierno frenteamplista de Gabriel Boric?
-La verdad que no creo que mucho porque creo que el gobierno ya tiene más o menos asumido el escenario. Sí creo que implicará un cambio en la vanguardia en la izquierda. El Partido Comunista recupera el control político respecto al Frente Amplio y eso va a tener consecuencias en la parlamentaria, probablemente.
Parlamentarias
-Un ejemplo de cómo podría influir que ganara Jeannette Jara en la negociación de las parlamentarias
-Obviamente va a haber dos listas parlamentarias. En la centro-izquierda no va a ir una lista parlamentaria unida detrás de Jara en la presidencial, imposible. Va a haber dos listas parlamentarias y eso obligará al Frente Amplio a ir en una lista con el Partido Comunista y a disputarse algunos cupos calados que tienen.
-Definamos para nuestros lectores qué es centro-izquierda
-Lo que se llama Socialismo Democrático con la Democracia Cristiana.
-¿Apuestas a que ellos van a correr por un carril distinto que el resto de los partidos?
-En la lista parlamentaria, sí.
-Jara se ha mostrado dispuesta a llegar hasta a acuerdo con la DC. Se muestra bastante más renovada que el PC de Teillier, Jadue y Carmona. ¿No crees que eso tenga un efecto?
-No hay manera que electoralmente le sea útil al Socialismo Democrático una lista única. No tiene que ver con Jara. Es una cuestión de matemáticas.
-¿Podrías profundizar?
-Que la cantidad de cupos disponibles respecto a lo de que son elegibles para el Socialismo Democrático significaría subvencionar electoralmente al Frente Amplio y al Partido Comunista. Es decir, que con los votos del Socialismo Democrático la lista única tenga los escaños suficientes para que el Frente Amplio y el Partido Comunista crezcan.
-Rol del Presidente Gabriel Boric en este escenario: ¿qué significaría para su gobierno esto?
-Yo pienso que la masa burocrática que entró al gobierno se va a mantener allí más o menos hasta que salga el Presidente Boric. Hay algunos como (Ignacio) Achurra que están mirando a la Parlamentaria, pero en general, creo que los efectos políticos ya están más o menos asumidos: el Frente Amplio perdió la vanguardia de conducción de la coalición de Apruebo Dignidad, que eso ahora lo tiene el Partido Comunista. Es muy difícil una alianza de gobierno en el futuro que los incluya a todos.
-¿No le tienes fe tampoco en gestionar las parlamentarias?
-Es que no es un asunto de fe, es un asunto de matemática y de cómo está constituido demográficamente el país. Entonces, no, no veo que haya votos suficientes para que eso se concrete.
-Para estas parlamentarias y presidenciales 2025 habrá 8 millones de votos que por primera vez entran a escena. ¿Alguna teoría de qué pasará con ellos?
-Pues esa gente no va a ir a votar, no va a ir a votar por los rostros de siempre. Eso son los votos que están primero en la periferia política, es decir, que no son sensibles al relato ideológico. En segundo lugar, están muy sensibilizados con las redes sociales. En tercer lugar, hay un rechazo al gobierno del 70%, entonces, es muy probable que sean votantes de derecha, más que de izquierda, son simplistas.
-Para ti gana la derecha las presidenciales: ¿Quién: Matthei, Kast o Kaiser?
-Sí. O sea, me parece a mí que el triunfo cultural de la derecha ya está materializado, más allá de lo que ocurre en las elecciones, digamos, más allá de la futurología.
-Volviendo a las primarias oficialistas entonces: ¿Cómo interpretas el diseño de la Primaria?
-No se resuelve el tema de identidad. Son las Primaras armadas por La Moneda, donde ningún candidato ha logrado separarse útilmente del gobierno.
-¿No ves una disputa programática?
-A nivel ideológico, lo que hizo Boric fue tomar un jarrón y romperlo en el suelo en mil pedazos y después tratar de pegarlo con scotch. Decir, 'mira, si aquí están nuestros principios y nuestras ideas'. Y eso es muy complicado, ¿no? Me parece que si bien la Primaria da resultado en el sentido de unificar electoralmente la presidencial, lo que puede tener como correlato es una especie de rap ideológico, un derrape de contenidos que terminan en cualquier cosa, que es un poco lo que está pasando con el Frente Amplio.
Contenido
-A propósito de contenidos y de tu magíster en Periodismo. ¿Cómo calificas la campaña a ese nivel?
-Yo creo, esto es una interpretación mía, de que Winter no haya aprendido tiene que ver con eso, con esa disociación del contenido que se genera para comunicarse, no hay comunicación. Yo pienso que la política chilena está enferma de eso. Enferma de coaching, lleno de periodistas en los ministerios, llenos de minutas, de frasecitas y de muy poco trabajo de fondo. No hay gestión. No hay programa claro, entonces se le suele culpar a los periodistas y a los comunicólogos del fracaso político de los dirigentes nefastos que tenemos, especialmente los millennials.
-¿Podrías evaluar a los candidatos?
-Gonzalo Winter, a nivel político lo que hizo en su campaña fue una proyección de su personalidad, una cosa al lote, con falta de rigor, donde parece que él está jugando a ser candidato, donde él no sabe quién es realmente. Habla de la lucha de clase siendo un muchacho de Lo Barnechea; Carolina Tohá se ve una mujer cansada, fome, que pareciera que nunca ha trotado en su vida, nunca ha jugaba un juego, digamos, tenis, futbolito, algo entretenido. Va a los debates a disertar, no mira la cámara en los debates; Jeannette Jara, que sí sabe quién es, una mujer de Conchalí, pobre, tiene una ventaja respecto a lo otro y creo que eso la premia. Y, a nivel comunicacional, es eso lo que se premia: que no hay tanta estrategia en ella, sino que hay más, digámoslo así, naturalidad. ¿Puede estar estudiada esa naturalidad?, sí, pero me parece más verosímil que el resto.
-¿Habrá ayudado a Jara el estilo matriarcal de Bachelet?
-Sí, algo de eso hay... en un país donde los hombres viven la masculinidad de manera débil, primero por su madre, luego por la polola, después por la señora, después por la amante, después por la hija. Todos los hombres están gobernados por una mujer todo el tiempo, especialmente la izquierda. Hombres guiados por mujeres de manera calzonuda y me parece que va a continuar así con Winter y con Boric. Hay una crisis de masculinidad, especialmente en la izquierda. Chile está gobernado por calzonudos.
-Y esa crisis de masculinidad atenta contra la forma de hacer política
-Totalmente, porque, o sea, no tienen gestión, no saben qué hacer. Está el hombre que no quiere subir la voz porque entonces son machistas. No quieren abordar a la mujer en el carrete porque entonces la están acosando. Hay una especie como de masculinidad débil, insisto, donde el hombre se supedita a los deseos femeninos, especialmente en colectivo. Ir contra mujeres organizadas en un colectivo político, por ejemplo, tanto en la izquierda como en la derecha, es muy difícil. Y cuando ya es transversal, más difícil. No sé si tuviste oportunidad de leer mi libro, pero en él yo relato que había una especie de bancada femenina transversal en que se defendían entre ellas y que se tapaban entre ellas las cosas, lo que es una especie de irresponsabilidad frente a lo que estamos viviendo en una sociedad de calzonudos. Eso, en el poder, es muy evidente.
Millennials
-¿Y en la derecha eso no pasa acaso?
-También pasa en la derecha! Dieguito Schalper, Guillemito Ramírez, los hermanos Barchiesi, los hermanos Kaiser... yo veo un poco que el signo de los tiempos, transversal, es que los millennials allí donde van lo hacen mal.
-El problema son los millennials
-Sí. Son quienes sacan a la élite anterior y que vienen ahora a hacer la suya y eso de hacer la suya implica un racismo horrible, primero, un racismo generacional y, segundo, esta tendencia a la frivolidad en lo público, que está en izquierda y derecha. Esta idea como que el político es la estrella de rock.
-Los hijos de...
-Exactamente, y los hijos y todo el asunto, digamos, o sea, de cómo se relacionan con su propia identidad personal: desde generar unas especies de tribus digitales para que los sigan contra viento y marea. Y Boric es el caso más nítido de eso. Una persona narcisa que necesita sentir que hay gente apoyándolo y queriéndolo. Y que todo se subdivide en torno a eso.
-Bueno, pero Boric es el Presidente y la cabeza de todo un mecanismo que requiere de todo ese apoyo, empatía.
-Sí, pero no al nivel patológico que ha llegado la generación millennials, que es la del Presidente. Han enfermado la política con su deseo de aceptación. Eso los ha llevado a acuerdos insólitos como lo de SQM o lo que hicieron con la AFP. ¿Por qué eso de que estén escribiendo en El Mercurio? para que les digan que son buenas personas!, que lo están haciendo bien! Es como la mamá y el papá diciéndoles en la casa que no importa mandarse cagadas porque están aprendiendo... bueno, llegarán a los 40 años aprendiendo.
-¿Y qué le queda a dicha generación entonces? ¿Ves alguna reemplazante con Tohá o Mulet, por ejemplo, por un lado, o Matthei o Kast, por el otro?
-Que gane uno de ellos no significa que los millennials se acaben. Que se vayan los millennials de izquierda o que salgan los de derecha no quiere decir que venga otra generación a gobernar porque el cambio generacional ya está efectuado. No solo en la política, también en las empresas, como Max Luksic, un millennial jugando a la política y a la empresa. Francisca Ponce Pinochet, una millennial de 41 años siendo gerenta de una empresa millonaria en el mundo. En el fútbol, Arturo Vidal, digamos, protagonizando la vida social chilena. En el mundo de la farándula, Kel Calderón, en fin. Los millennials han ocupado el espacio público y privado porque ocupan los espacios de poder. Algo hay entre millennials y el poder.
-¿Qué?
-Una relación patológica, de eso trata el libro.
-Cómo miramos el futuro si tenemos que convivir con esta generación: ¿hasta que crezca más; retorne la Concertación?
-No, yo creo que van a estar por un largo período. Está ese sentido común errado de que a cada generación le toca gobernar, pero eso es mentira. Si uno mira los 200 años de historia de Chile, son pocas las generaciones que han gobernado y tienden a perpetuarse. Yo creo que los millennials van a perpetuarse en los espacios de poder y en lo público va a ser muy difícil sacarlos. Esta idea un poco torpe de Carolina Tohá de decir 'yo soy candidata porque a mi generación le toca gobernar' es bien torpe, ignorante. Las generaciones que han gobernado en Chile son seis o siete y han quedado otras 10 generaciones sin gobernar. Prieto, Bulnes, Montt es una generación; después de José Joaquín Pérez a Balmaceda hay otra generación; de Balmaceda al '24 hay otra generación; después de 24 a 64 hay otra, son cuatro o cinco generaciones y especialmente largas fueron la de la Patria Joven y la del Golpe. En la derecha y en la izquierda, piensa tú, en dirigentes como Jovino Novoa, o todo lo que duraron dirigentes como Camilo Escalona, Andrés Zaldívar en la DC, o sea, cuando una generación se instala en el poder, no es que después viene la otra y la saca. Esa generación se instala y tiene que venir un cambio político radical para que otra lógica generacional ocupe entonces los espacios.
-¿Te sumas a los que piensan que da lo mismo quien gobierne?
-Yo creo que en la estructura grande del país da un poco lo mismo. El país tiene dueños, que son ocho grupos económicos de los cuales hay tres que son gigantes, dueños de los bancos, especialmente los Luksic, que tienen un poder desbordado, insólito, solo equivalente al de los califatos y de los cataríes. Tienen toda la industria con concentración, tienen cable de televisión, han comprado una alcaldía... Max Luksic quiere ser el Presidente de Chile, obviamente. Por ende, es evidente que la concentración económica va a continuar gane quien gane. Después, los medios de comunicación son propiedad de estos mismos grupos o son grupos internacionales. Son muy pocos los medios de comunicación, como El Desconcierto, que son verdaderamente independientes o distintos. Y tercero, la generación millennial, que es a la que yo pertenezco, tenemos patrones de consumo, de socialización y de relación con el capitalismo que son aún peores que la generación anterior.
-Demasiado consumistas...
-... el capitalismo que nosotros practicamos es aún peor y más competitivo que con el que crecieron las generaciones anteriores. Por ende, esperar que los millennials van a cambiar el capitalismo o la concentración económica o la concentración mediática es no entender a los millennials. Los millennials se van a adaptar a esa concentración y van a querer ser parte de esa concentración.
-Si le encuentro la razón se me viene la injusticia social, beneficios incumplidos y clase media presionada.
-O sea, me parece que el fenómeno estructural en Chile, que articula eso que (Alberto) Mayol ha llamado 'malestar', que me parece un concepto pseudocientífico, es en realidad el costo de la vida. La vida en Chile es muy cara para la clase media, para los ingresos que recibe, especialmente en el supermercado, la farmacia, que es donde va el 80% del ingreso de la clase media popular. Y si a eso no le metes mano, es muy difícil bajar el malestar. Entonces, gobierne quien gobierne, si el país sigue caro para la clase media, va a tener mucho malestar social acumulado hasta que explote.
-¿Al estilo estallido social?
-No, no con la misma lógica de lo que ocurrió el 2019, porque estos fenómenos se reinventan y van apareciendo con diversas intensidades, pero sí que hay una conflictividad social latente, porque el Estado va a tener que recortar debido a la deuda pública creciente muy mal administrada durante 10 15 años. Aquí hubo un estallido social, y no cambió nada.
-Ni con dos "constituciones".
-Exactamente. Me pasa que tenerle tanta esperanza a los políticos y especialmente a los políticos millennials es no entender las fuerzas gravitacionales que hay en la sociedad chilena, que son de gran espesor y de gran calado: el consumismo de las personas, especialmente mi generación, el costo de la vida elevado, la falta de socialización... de esa manera tú no puedes esperar que la democracia florezca como lo hizo en algún momento, si es que alguna vez lo hizo.
-¿Votarás en la Primaria?
-No.
-¿Irás de candidato al parlamento?
-Me lo ofrecieron. Ser senador por el norte, y hubo un grupo también que intentó convencerme de de ir a la Primaria en el Partido Radical, pero no es mi intención.
-¿Sigues de radical entonces?
-Soy simpatizante del Partido Radical, pero no firmo la ficha para no tener la tentación después de renunciar a la militancia.
-¿Te dejó muy abatido tu paso por Revolución Democrática?
-La experiencia en Revolución Democrática fue muy mala, entonces prefiero mantenerme simpatizante no más.
-Bueno, con eso que dices de no tomar la bandera hay un cuestionamiento a no tomar roles, a propósito de millennials.
-Es que yo ya tuve la experiencia, o sea, fui frenteamplista, estuve en RD, fui a la convención constitucional. Mi experiencia no fue buena, entonces no veo por qué seguir insistiendo con la misma lógica que no me dio ningún resultado ni a mí ni a nadie.
-Porque es la lógica de la democracia, de las mayorías, de los partidos políticos.
-Sí, de los partidos políticos. Yo soy escritor, no soy un dirigente político. Yo era escritor antes de ser político. Yo estudio esa política, no ejerzo la política.
-Pero hiciste política, fuiste parlamentario, constitucional...
-Sí, claro, pero de eso habla mi libro, de cómo un parlamentario termina haciendo un libro de lo mal que lo pasó. Hay que aprender la lección. En cambio los millennials insisten mucho en el autoboicot, van a experiencias tortuosas para sentirse mejor con ellos mismos, que es lo que está haciendo un poco Gonzalo (Winter) con su candidatura. Yo creo que eso es un error. Porque es una patología, ¿comprende? Es llevar a la política un problema personal, una tara.
Salud mental
-No ve nada profesional
-Es que lo profesional se rompió o está romantizado. Así como están romantizados los padecimientos sicológicos. Gonzalo Winter siente cierto orgullo de su déficit atencional, Gabriel Boric siente orgullo de su TOC, y así.
-Es que las enfermedades de salud mental hoy son una prioridad para las personas.
-Es casi un rasgo narciso, creo yo, más que una prioridad.
-¿Tú no tienes ninguno?
-O sea, yo creo que todos padecemos de algo, pero salir a declararlo públicamente para hacer de eso un rastro de campaña... a mí me parece que hay una patología de fondo, una manipulación. Y estoy convencido que el diagnóstico médico de Gabriel Boric no es TOC.
-¿Cuál sería?
-TOC puede ser una parte, pero él tiene problemas de otra índole que a mí no me corresponde juzgar, pero a mí no me cuadra que Josefina Huneeus, siendo una psiquiatra infantil juvenil, trate a un adulto con TOC. Hay algo que no me están contando y que me falta. Entonces, políticos que te esconden su diagnóstico para después llevarlo a la oficina, me parece a mí que son doblemente cínicos. Está muy extendido, en la izquierda y la derecha.
-Volviendo a los millennials: ¿no consideras que al resto de las generaciones nos pasa lo mismo que a ellos?
-No en general. Yo no practico las tincadas, yo leo libros y veo lo que dice la literatura. La literatura dice que los millennials patologizan su espacio. Y que hay un narcisismo generacional tremendo. Thomas Erikson, un best-seller mundial, me interpreta muy bien en eso. Los cabros se creen bacanes y compiten por quién es el más bacán.
-Tienen mucha altura moral, dices.
-De nuevo: no es moral. Es una actitud narcisa, la de ser bacán, de atraer gente para ellos. Bueno, Jaime Bassa, en la comisión constitucional jugando a ser un rockstar. Eso, el dirigente político antes no lo hacía. Salvador Allende era una persona sobria dentro de todo. Frei era una persona sobria dentro de todo. Los pinochetistas eran grises y fomes. La Concertación era gris y fome, todos de terno y corbata. Ahora hay una cosa rupturista, como vanguardista. O sea, esta historia de que Winter se pone corbata y Boric no, más allá de la estupidez, me parece a mí que es un diagnóstico muy claro de lo que son ellos: una expresión estética de lo que es la figura política. Por ende, adolescente. Y ahí está el país: entre dos bandas millennials, en la derecha y en la izquierda. Un país banalizado.