Súmate a nuestro canal en: WhatsApp
Primarias pegadas con chicle
Agencia Uno

Primarias pegadas con chicle

Por: David Duhart | 28.06.2025
A veces, la política se trata de construir desde la diferencia. Pero otras veces, como ahora, se trata simplemente de admitir que hay un pegamento que ya no pega. Estas primarias no son un ejercicio de unidad: son apenas una puesta en escena. Una que, si no cambia de libreto, terminará desmoronándose apenas se apague la luz del estudio.

La centroizquierda chilena transita estas primarias como quien trata de armar un rompecabezas con piezas que no encajan, sujetas con el equivalente político al chicle: un pegote improvisado de conveniencias, tensiones contenidas y sonrisas forzadas frente a las cámaras.

El último debate televisivo no hizo más que confirmar lo que muchos intuían: esta primaria no es la antesala de una coalición vigorosa, sino el reflejo de una alianza agotada, sin relato compartido ni vocación de mayoría.

[Te puede interesar] Médicos Sin Fronteras pide acabar "mortal esquema de distribución de ayuda" de USA en Franja de Gaza

El episodio más llamativo fue, sin duda, el de Carolina Tohá. Visiblemente irritada, la exministra descargó su frustración en vivo, dejando en evidencia que las grietas internas no solo son políticas, sino también personales.

Su enojo, lejos de transmitir firmeza, proyectó malestar acumulado y la sensación de que participa en una competencia que preferiría evitar. Como figura histórica de la ex-Concertación, Tohá carga con una mochila compleja: debe representar experiencia sin parecer parte del pasado, y mostrarse abierta al diálogo con el PC mientras arrastra un historial abiertamente anticomunista. El resultado es una candidata tensa, que no logra encarnar ni renovación ni liderazgo conciliador.

Gonzalo Winter, en tanto, volvió a confirmar que su problema no es lo que dice, sino cómo lo dice. Su falta de carisma y de conexión emocional con el público se evidenció durante todo el debate. Aunque sus ideas pueden resonar con cierta izquierda intelectualizada, su estilo distante y su tono monocorde lo alejan del votante común. En un formato pensado para transmitir cercanía, Winter pareció atrapado en una lógica discursiva más propia de una asamblea universitaria que de una candidatura presidencial viable.

Jeannette Jara, por su parte, enfrentó nuevamente una de sus debilidades más visibles: su negativa a condenar de forma clara y directa la dictadura cubana. Interpelada al respecto, optó por evadir, relativizar y reformular, pero nunca responder con la contundencia que el momento exigía. Esa indefinición -que quizás satisface al aparato comunista- termina restándole fuerza frente a un electorado que exige coherencia democrática sin doble estándar. Su postura, más que prudencia, proyecta sumisión ideológica.

[Te puede interesar] “Narcomilitares” a la cárcel: Prisión preventiva para exintegrantes del Ejército vinculados a tráfico de drogas

Y si algo faltaba para confirmar el carácter errático de esta primaria, fue el curioso desliz de Jaime Mulet, quien corrigió en vivo la pronunciación de su apellido -"Mulet, no Tulet"- en lo que terminó siendo su momento más recordado de la noche. Irónicamente, ese lapsus encapsula su campaña: más conocida por detalles anecdóticos que por propuestas o liderazgo. Su candidatura parece un acto simbólico, sin mayor proyección ni impacto, una nota al pie que apenas logra resonar en el ruido general.

El debate no aclaró diferencias programáticas relevantes ni ofreció una visión compartida de futuro. Lo que dejó fue una postal de incomodidad mutua, discursos paralelos y una tensión latente que ni siquiera el formato logró disimular. La promesa de unidad parece hoy una fórmula vacía, repetida como mantra ante la ausencia de una narrativa común.

Estas primarias, lejos de proyectar fuerza o renovación, funcionan como un trámite desgastado, sostenido por el calendario y el temor a la dispersión electoral. La centroizquierda, en esta versión fragmentada, no está ofreciendo un camino claro al país. Cada candidatura representa un nicho, una identidad inconexa, un matiz irreconciliado. La supuesta alianza se tambalea entre egos, silencios estratégicos y gestos incómodos.

A veces, la política se trata de construir desde la diferencia. Pero otras veces, como ahora, se trata simplemente de admitir que hay un pegamento que ya no pega. Estas primarias no son un ejercicio de unidad: son apenas una puesta en escena. Una que, si no cambia de libreto, terminará desmoronándose apenas se apague la luz del estudio.

[Te puede interesar] Aislación social y el deterioro de la democracia