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Nueva industrialización e inserción internacional de Chile
Agencia Uno

Nueva industrialización e inserción internacional de Chile

Por: Hugo Calderón y Darwin Alvarado | 18.06.2025
En mercados nacionales pequeños como Chile, la industria solo puede despegar si se operan economías de escala ampliadas a nivel regional y se complementan capacidades entre países vecinos (...) el viejo ideal cepalino: combinar industrialización y mercado común latinoamericano, para superar la dependencia de las materias primas.

Un interesante debate se está gestando en círculos progresistas, sobre la inserción internacional de Chile, enmarcado en un nuevo escenario global, caracterizado por conflictos bélicos, crisis humanitarias y el segundo mandato de Donald Trump en los EE.UU.

Este debate en la izquierda se entrelaza con la conversación en torno a un "nuevo modelo de desarrollo para Chile" -dada la relación entre política interna y externa- y las estrategias para abordar el cambio climático y la descarbonización de nuestra economía. Solo Joaquín Lavín en la derecha ha considerado estos temas.

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El mundo transita hacia un nuevo orden multipolar, lleno de tensiones y en un escenario donde participan múltiples potencias emergentes, lo que obliga a Chile a replantear su estrategia de inserción en el mundo. Las crecientes presiones que enfrentamos en el ámbito internacional, se han debatido en este medio de comunicación. En esta serie de tres artículos, abogamos por una estrategia de inserción equilibrada, pragmática y coherente con nuestros intereses económicos y con los valores políticos democráticos, que son propios de Chile y que deben iluminar nuestro futuro.

Industrialización e integración regional: El economista Roberto Pizarro manifestó recientemente en un artículo periodístico, que “el giro del escenario global abre una oportunidad para que Chile y América Latina avancen hacia la industrialización de sus economías”. Esta es una aseveración muy importante, porque devela que Chile no debe seguir haciendo lo mismo, que necesita crear una estrategia de desarrollo y que esa estrategia basada en la industrialización, debe ser un proyecto nacional.

Se argumenta que, al igual que en crisis pasadas, el freno a la globalización tras la pandemia de Covid-19 puede obligar a transformaciones productivas que dejen atrás el modelo primario-exportador. Pizarro subraya la necesidad de modificar la matriz productiva -históricamente centrada en recursos naturales– hacia una producción de mayor valor agregado, y sostiene que la integración latinoamericana efectiva es condición indispensable para ello.

En mercados nacionales pequeños como Chile, la industria solo puede despegar si se operan economías de escala ampliadas a nivel regional y se complementan capacidades entre países vecinos. Es decir, Pizarro reivindica el viejo ideal cepalino: combinar industrialización y mercado común latinoamericano, para superar la dependencia de las materias primas.

Esta visión es acertada en revitalizar la importancia de la integración regional y la necesidad de diversificar la economía, más allá de las materias primas. A este análisis habría que sumar de forma explícita la urgencia de una industrialización descarbonizada; dado el contexto actual de crisis climática y los compromisos internacionales, como el Acuerdo de París. Cualquier estrategia industrial debe ser sostenible ambientalmente.

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Chile no solo se debe industrializar, sino que debe hacerlo de la mano de las energías renovables y la transición energética, de la implementación de tecnologías limpias y procesos industriales bajos en emisiones de carbono, compatibles con la vulnerabilidad ambiental del país y de nuestro planeta. Desconocer este aspecto implicaría reproducir un modelo industrial obsoleto y contaminante, perpetuando zonas de sacrificio, incompatibles con el desarrollo sostenible de Chile.

Roberto Pizarro reconoce también la importancia de China, aunque su análisis se centre en la integración latinoamericana. A este lineamiento es importante incorporar vínculos relevantes para el futuro de Chile, especialmente la importancia del Asia-Global, en la estrategia político-económica chilena.

China es nuestro principal socio comercial, representando alrededor del 40% de nuestras exportaciones. A esto hay que agregar a potencias asiáticas como la India y Corea del Sur; y las potencias emergentes como Indonesia, Vietnam, Filipinas y Tailandia, que cuentan con grandes mercados y fuentes de inversión cruciales, como Japón. 

Una inserción internacional moderna debe destacar el rol de toda Asia, clave por las cadenas de valor, desarrollo de tecnologías y suministros globales: Chile debe profundizar su estrategia de participación en las cadenas de valor de todo el Asia-Pacífico, aprovechar los acuerdos comerciales vigentes y buscar coordinarse regionalmente con sus vecinos para negociar con China e India desde una posición de mayor fuerza.

En otras palabras, la propuesta de Pizarro es muy valiosa al rescatar la agenda latinoamericanista y productiva, y requiere complementarse con una visión sostenible y global, que integre la transformación verde y la conexión prioritaria con todo el continente asiático.

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