
Interpelando a la ficción en “Cosas que no creerías” de Juan Ignacio Colil
Su obra se ubica justo en la intersección entre las estelas de ese pasado no tan inmediato que ha resultado ser la copiosa producción neo noir latinoamericano, y las prontas entregas de una nueva narrativa negra que ha estado circulando los últimos diez años en el cono sur, a cargo de autores y autoras sub 50.
Las temáticas que aborda Colil en sus libros, en los que la identidad territorial y de pueblos originarios, dan cuenta de una obra interceptada por los hilos de un presente que se teje desde recónditos parajes de la memoria colectiva chilena. El elemento neopolicial específicamente, le permite recorrer espacios del margen, una relación que toma parte por sus narradores y personajes, quienes están dando cuenta de una realidad social y política.
Ya decía Daniel Link que en los orígenes de la novela negra se encuentra el secreto y la intriga trabajadas de manera espectacular, pues en cualquier otra novela, siempre existirá un secreto y una intriga que deben ser enfrentados por él o la protagonista. Este es el caso de Colil, quien propone un enigma y un secreto que están directamente relacionados con esa capa oscura y oculta de nuestro Chile, ensamblando de esa manera en muy certeros acordes la premura de que esas capas y la necesidad de que esos secretos salgan a la luz.
Lo que nos entrega Colil
En “Cosas que no creerías” las y los lectores nos enfrentamos a una serie de cuentos, que están narrados en tercera y primera persona. De tanto en tanto, dudamos si es que acaso ese narrador en primera persona, no es la misma tercera persona que en otros cuentos opera como un narrador testigo. Si es que acaso existe en este gran relato conformado por los diez cuentos del libro, un solo gran testimonio que se disemina y fragmenta para darnos a ver un solo gran conflicto que se muestra desde distintos ángulos.
Si Borges soñó en un cuento con el aleph, este pareciera ser el resultado de ese zaguán misterioso donde nos tendemos y miramos al mismo tiempo un todo, referido desde distintos puntos de enunciación. Es así como “Cosas que no creerías” se convierte en un conjunto de surcos, cicatrices de nuestro pasado no tan reciente, del que sabemos la historia oficial, y que Colil en este libro nos permite acceder desde sus secretos; direcciones que el autor nos hace creer que conocemos, pero no es necesario confirmar, pues bastan los mundos que ha construido en cada uno de los cuentos para que sea suficiente creerle, para habitar en ellos y comprender, comprendernos cómo habitar ese ahí.
La cercanía de la lectura
De esta manera, nos vemos sometidos al interior de una narración que se ve interceptada por otra historia, y así vamos de nuevo. Entre salto y salto, de un título a otro, no importa comprender si es que estamos en distintas ficciones o en una sola. Lo relevante es pasar por ahí, mirar los rincones, golpear puertas, encontrarnos con cuerpos muertos de animales, preguntarnos por los espectros del pasado. ¿Pueden venir los muertos a cobrarnos cuentas? ¿Dónde está la línea entre un narrador y el otro? ¿Quién que nos está contando otra historia?
El autor nos sitúa en las vidas de personajes que deambulan en una medianía cotidiana, aparentemente no visibilizados, pues no aportan a neoliberalismo ni a las grandes discusiones, pero de alguna u otra manera sus historias mínimas están asidas por el gran relato oficial de esos años que no son nombrados.
El secreto se yergue. En ese silencio nos sumergimos e incluso podríamos decir en qué año suceden las historias, pues a sus protagonistas y a las y los personajes alrededor, les seguimos demasiado cerca como lectoras y lectores. Asistimos a sus acciones observándolos con una lupa en mano, una lupa que ahora nos sirve para magnificar los eventos.
Otras veces el narrador nos ofrece un microscopio para enhebrar un detalle. Sobre todo cuando sus narradores, o quizás debiéramos decir su único narrador, ese que está en primera persona, se involucra a tal punto con lo que está sucediendo en el cuento, que ya no sabemos si estamos del lado de la ficción o si esa misma se horada y abre para llevarnos por una vertiente del género fantástico.
En esta última entrega de Juan Ignacio Colil, sus cuentos pasan a ser un atisbo, una pista o una secuela de una indeterminación en lo narrado. Una interpelación a la ficción, que revela sus causas. Estamos conectados en todo momento a él, al narrador, al autor. Estamos conectados en todo momento a estos más 50 años desde la instalación de la dictadura en Chile.
Estamos conectados a la historia de un país, al color local tan propio del género noir. Estamos conectados y conectadas a una serie de sucesos que por muy extraños y delirantes que sean, representan y a la vez ilustran eso que no creerías y que está hundido en cada casa, en cada calle, en a cada una de las esquinas de nuestro herido país.