
Tiroteo en colegio en el sur: Tiene que ver con cómo trabajamos con "las comunidades fuera de la escuela"
Este jueves 29 de mayo San Pedro de la Paz, ciudad de la Región del Biobío, se vio involucrada en una situación preocupante. Ello porque tres estudiantes adolescentes, resultaron heridos en el contexto de una balacera al interior del Colegio Nuevos Horizontes.
Igual número de encapuchados fueron apuntados como responsables de este hecho propiciado tras el ingreso al recinto educacional saltando una valla perimetral en pleno horario de clases.
Qué hay detrás de este complejo episodio, a qué responde y cómo se puede abordar, es lo que conversamos con Víctor Rocha, académico y secretario de estudios de Pedagogía Media UDP.
“Las violencias dentro de la escuela, la violencia escolar, que tiene distintas manifestaciones, no solamente están vinculadas con lo que pasa en la escuela, sino que también con los procesos sociales que se viven fuera de la escuela, es una relación dialógica entre procesos de distintos niveles, más estructurales o individuales, pero también en el marco de las propias prácticas que aparecen dentro de las relaciones al interior de la escuela”, asegura.
Paralelamente, el docente asegura que “si quisiéramos mirar desde la escuela el fenómeno, es un evento disruptivo que tiene elementos de violencia extrema”.
Hablamos "de violencias mucho más delictuales”
Y, además, agrega, “donde esa violencia no es la violencia tradicionalmente que han definido o que se han desarrollado en el marco de la escuela, como bullying, acoso, sino que estamos hablando de violencias mucho más delictuales, de alguna forma”.
“Pero también pondría el foco en que cuando hablamos de lo delictual, estamos también focalizando en estudiantes y en jóvenes, entonces sería problemático también abordarlo desde esa lógica”, recalca el profesional al tiempo que sostiene que, “en el marco jurídico”, lo sucedido “claramente puede ser entendido como un delito”.
“En este caso, entonces, forma parte de otro más de los antecedentes propios de la conflictividad que vive nuestra sociedad y las formas en que se abordan y solucionan los conflictos o las situaciones personales dentro de la sociedad”, complementa.
- ¿Podemos hablar de una tendencia?
Respecto a si es una tendencia, en general si uno mira las estadísticas relacionadas con tipos de violencia que tenemos del 2023 hasta el momento, en el sentido más consolidado, vemos que son más bien violencias propias de las relaciones sociales dentro de la escuela.
En este caso, yo no pensaría en una tendencia, sino que más bien se transforma en un fenómeno de tendencia, en tanto es más noticioso e impacta en el sentido de su gravedad.
Y, además, porque la escuela tiene ciertas herramientas propias de otro tipo de violencias, propias a la escuela. O violencia escolar, más que este tipo de violencia. Entonces, frente a esto la escuela no sabe cómo responder, no sabe cómo abordarlo o no sabe qué hacer porque no está dentro de su campo, no ha estado históricamente dentro del campo de su propia realidad.
Además, siempre vamos a tener eventos coyunturales o eventos que tensionan esa propia realidad de la escuela. Entonces, no lo hablaría como tendencia, en tanto la tendencia involucra una mayor presencia de casos.
Ahora, si bien tenemos violencias en la escuela y violencias escolares que están marcadas por formas más violentas, podríamos hablar de las formas en que se presenta ese tipo de violencia, aunque no estamos hablando de que hay violencia buena o mala, sino que estamos hablando de las formas y de sus prácticas.
“Su abordaje es totalmente educativo”
- “Esto no es un hecho de violencia escolar; esto es un delito, y como delito tiene su abordaje", aseguró el ministro de Educación, Nicolás Cataldo, respecto de lo sucedido este jueves en el colegio de San Pedro de la Paz, ¿qué opinión le merece esta apreciación?
Cuando el ministro de Educación dice que es un hecho de violencia, claramente, pero en este caso más bien tiene que ver con lo educativo. Dice que esto no es un hecho de violencia escolar, claro, porque no es propio de la escuela, o no es aquello a lo que estamos acostumbrados, porque tiene que ver con otras formas.
Pero más allá de mirar o quedarnos en el delito, yo creo que eso va a quedar específicamente como lo que va a emerger frente a esta situación, en los apoderados, la comunidad educativa. Creo que su abordaje es totalmente educativo y tiene que ver también con el foco de la política pública, estoy pensando en la política nacional de convivencia escolar, y las herramientas que tienen las propias escuelas y comunidades educativas, entendiendo la comunidad educativa no solamente como los profesores, los estudiantes, sino que también los apoderados.
Creo que ahí todavía estamos al debe en una política y en una forma de abordar este tipo de situaciones y otras históricamente propias de la escuela o de las violencias propias de la escuela. Cuando hablo de propio, porque han sido que tradicionalmente se han dado de escuela, en donde tiene que ser un fenómeno abordado no solamente en el marco de situaciones frente al caso o la irrupción o la situación, sino que tiene que ser abordado en el marco de los proyectos educativos y de la cotidianidad de la escuela.
Y eso involucra políticas que aborden el proceso formativo y en lógicas centradas en la convivencia, en la resolución pacífica, en el desmantelar cualquier tipo de violencia y que también tengan elementos no solamente de seguridad, porque en algún minuto nos quedamos en la idea del aula segura, como foco, que es más bien lo prohibitivo o más bien lo normativo.
Debe haber ajuste normativo-formativo
Tiene que haber un ajuste entre elementos normativos, pero fundamentalmente elementos formativos. Entonces, claro, es un delito en tanto es un evento complejo, es una situación compleja de violencia grave, pero el foco hay que centrarlo en qué está pasando con esos jóvenes, qué está haciendo la escuela, y qué hacen los distintos actores de la comunidad educativa frente a eso.
Y eso me lleva a pasar por el tema de si existen comunidades más vulnerables. Yo creo que todas las comunidades educativas son vulnerables a este tipo de violencia. Tal vez hay factores que uno puede señalar que pueden generar mayor predisposición, o mayor generación de este tipo de violencia, pero en la actualidad lo que vemos es más bien que todas las comunidades pueden ser vulnerables a este tipo de violencia o a otros tipos, pero específicamente a este tipo de violencia.
Y tiene que ver con las formas en que los jóvenes están construyendo su propia experiencia de la juventud, y también cómo están asociados a ámbitos, en este caso de la experiencia de lo juvenil, donde la escuela ya no alcanza, o ya no solamente define la experiencia escolar o la experiencia de la educación como el único ámbito de desarrollo de lo juvenil.
Entonces, aquí también tiene que ver cómo trabajamos no solamente desde la escuela, sino que la comunidad y con todos los actores, con comunidades fuera de la escuela.
En este caso, creo que la vulnerabilidad más bien tiene que ver con la falta de herramientas y de entender que no es un fenómeno solamente que atañe a la escuela, sino que también al contexto social y a otras instituciones. Y yo creo que nos falta también tener una política más presente sobre la juventud, saber cuáles son las problemáticas.
Si bien tenemos datos importantes que ha recogido el Instituto Nacional de la Juventud, creo que ahora habría que preguntarse cuáles son las formas en que nos hacemos cargo socialmente, desde políticas sociales multisectoriales en torno a la juventud, y también en este caso a nivel social.
Es decir, cómo generamos acciones educativas, más allá de la escuela, asociadas con fenómenos de violencia, de convivencia, fenómenos que van más allá de solamente el acto de estar en una sala de clase, en la escuela.