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Ricardo Manetti, decano de la UBA por motosierra de Milei: "Estamos frente a una batalla cultural por el sentido de la universidad pública"

Por: Matias Rojas | 28.05.2025
En entrevista con El Desconcierto, el académico argentino advierte sobre los intentos del gobierno de Javier Milei de destruir la educación superior gratuita y llama a los países de la región a estar atentos ante el avance de discursos que "utilizan la democracia para implementar elementos que se asimilan a las dictaduras militares". "Lo que en estos dos años el gobierno de Milei ha hecho va a costar muchísimo recuperar", asegura.

Frente a los problemas globales que están transformando el mundo, emergen voces desde el Cono Sur que cuestionan la destrucción de lo público como espacio común. Una de esas es la de Ricardo Manetti, decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA), quien conversó con El Desconcierto sobre los intentos del gobierno de Javier Milei de desmantelar la universidad pública argentina, un modelo que permite el ingreso de distintas clases sociales a un espacio común, y destino de miles de estudiantes chilenos.

Argentina cuenta con más de 70 universidades nacionales públicas y gratuitas, construcción histórica que se cimentó en tres pilares fundamentales: la reforma de 1918 que estableció la autonomía universitaria, la gratuidad instaurada en 1949 durante el gobierno de Juan Domingo Perón, y el ingreso irrestricto implementado en 1983 con el retorno de la democracia. La UBA, posicionada entre las principales universidades del mundo, ha sido blanco específico de los ataques del gobierno libertario, especialmente su Facultad de Filosofía y Letras, que cuenta con 23 institutos de investigación y es, junto a Exactas, la que concentra mayor cantidad de becarios del CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas), equivalente argentino del ANID.

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Chile figura entre los principales países de origen de estudiantes extranjeros en Argentina, aunque contrario a las cifras infladas del gobierno de Milei, los extranjeros representan solo el 4,3% de la matrícula en universidades públicas. El gobierno libertario anunció el cobro de aranceles a estudiantes no residentes como parte de su paquete "Motosierra y licuadora", pero cuatro meses después las propias autoridades académicas señalan no haber recibido indicaciones al respecto.

El gobierno de Milei ha implementado un congelamiento presupuestario que afecta décadas de construcción universitaria pública, impactando no solo a estudiantes argentinos sino también a la comunidad académica regional que históricamente ha encontrado en Argentina un espacio de formación superior accesible y gratuita.

Para el público chileno, ¿qué está pasando en Argentina con el gobierno de Milei respecto a la universidad pública?

—Lo primero que ha planteado Milei es que él se ha señalado a sí mismo como el topo que vino a destruir el Estado. Entonces todo lo que tiene que ver con una política estatal, con el sentido de las políticas públicas, el gobierno de Milei intenta que desaparezca. Con todo el sentido que también tiene para nuestros países la palabra desaparecer, que está cargada de un sentido absolutamente político que da cuenta también de la memoria.

Este gobierno es negacionista, entre otras cuestiones, y la universidad lo que ha hecho siempre es formar un discurso crítico en el estudiantado. Entonces estamos frente a una batalla cultural e ideológica del sentido que tiene la universidad pública gratuita en la Argentina.

La universidad pública argentina se construyó a lo largo del siglo XX a través de conquistas históricas. ¿Cuáles son esos pilares que ahora intenta atacar Milei?

—La universidad en Argentina tuvo varias transformaciones a lo largo del siglo XX. Hay tres fundamentales para pensar. Una que fue el levantamiento por parte de los jóvenes estudiantes en 1918 que estableció la reforma, que apuntó a cátedras libres, acceso por concursos libres, la importancia de la extensión universitaria y la autonomía universitaria.

En 1949, durante el primer gobierno de Juan Domingo Perón, se establece la gratuidad para que todos los hijos e hijas de trabajadores pudieran ascender a la universidad. Y luego, con la recuperación democrática en diciembre de 1983, el ingreso irrestricto.

Entonces tenemos tres baluartes fundamentales para pensar esta universidad pública. Milei busca destruir lo que significa la universidad, básicamente una historia de un país, una historia de posibilidad de ascenso social.

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Usted es primera generación universitaria. ¿Cómo ejemplifica esto la importancia de la universidad pública?

—Mi papá era mecánico, mi mamá se dedicaba a limpiar casas y yo, con mucho orgullo, pude estudiar en una universidad pública, pude recibirme, pude trabajar profesionalmente en la carrera que elegí y hoy soy decano de la Facultad de Filosofía y Letras. Esto habla de la importancia de la universidad. Si no hubiera existido la educación pública yo no hubiera podido ser decano.

Entonces tengo una responsabilidad con todas las generaciones que vienen, con los jóvenes actuales y tenemos que defender nuestra universidad. Porque es un proyecto de país. Lo que estamos defendiendo es un proyecto de país.

Hemos visto que el gobierno ha atacado particularmente a facultades de humanidades. ¿Por qué se ataca específicamente a facultades como Filosofía y Letras, considerando que es la quinta que recibe más financiamiento?

—Este ataque vino fundamentalmente por parte de los medios hegemónicos, muy ligado a diarios como Clarín o La Nación, que atacaron a la universidad, pero sobre todo a facultades como Filosofía y Letras. Entendemos que siempre somos los que estamos en primera línea para establecer un discurso crítico.

También es cierto que tenemos cierta gimnasia en la militancia. La Facultad de Filosofía y Letras, como las de Ciencias Sociales y Exactas, tradicionalmente llevamos esa voz y somos los primeros en salir a la calle, los primeros en cuestionar.

Cuando se coloca a la UBA entre las principales universidades en el mundo por su prestigio, investigaciones y docencia, muchas de las carreras que le permiten colocarse en ese lugar son de la Facultad de Filosofía y Letras. Nosotros tenemos 23 institutos de investigación. Es la facultad que junto con Exactas tiene la mayor cantidad de becarios e investigadores del CONICET.

Chile se acerca a elecciones presidenciales donde hay una suerte de competencia sobre quién va a recortar más proyectos. ¿Qué mensaje envía a Chile, considerando lo que sucede en Argentina?

—Lo primero que uno puede indicar es que cuando Milei era candidato, uno escuchaba muchas de las cosas que decía, y pensaba bueno, él está diciendo todo esto, pero no va a hacerlo. No solamente hizo todo eso, sino que hizo más. Cuando dicen que van a hacer determinadas cosas, lo van a hacer, e incluso se van a superar.

Estamos frente a un gobierno que utiliza elementos democráticos para implementar características que se asimilan a algunas de las dictaduras militares. Lo que en estos dos años el gobierno de Milei ha hecho va a costar muchísimo recuperarlo y todavía estamos a mitad de su gobierno.

Por eso es muy importante, y les pido sobre todo a las hermanas y hermanos chilenos, que tengan muy en cuenta este presente que están atravesando, porque a veces hay determinadas ideas de desencanto, que pareciera que aparecen determinadas figuras que ofrecen otras perspectivas, pero esas heridas pueden ser absolutamente capaces de llevar adelante una motosierra para destruir todo.

Otro de los puntos que atacó Milei fueron los recursos del INCA. Ahora llega a Netflix "El Eternauta", una serie global, y libertarios argentinos dicen que se hizo con dineros privados. ¿Cómo afecta el desmantelamiento de las políticas culturales al sector audiovisual?

—Hace un año exactamente, y esto ni siquiera ocurrió durante las dictaduras, que no se produce ninguna película argentina, que no hay nada por parte del INCA (Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales). Hoy Netflix hace una serie como El Eternauta y estamos todos felices, pero no nos equivoquemos. Esto es posible porque ha existido una política por parte del Estado de financiar las representaciones de las imágenes y sonidos que nos han construido a lo largo de la historia.

Pero Milei niega la historia, niega la posibilidad de cualquier memoria, niega la posibilidad de cualquier archivo. Y tampoco quieren que queden imágenes y sonidos que den cuenta de este presente.

En Chile las políticas culturales son concursables, mientras que en Argentina teníamos el ejemplo del INCA con financiamiento basal. ¿Cómo ve usted esta diferencia y qué representa la pérdida de ese modelo?

—No hay duda que también todos buscamos la intervención del sector privado, pero para que pueda generarse esa inversión del sector privado, es necesario desarrollar una política pública.

Lo interesante en el cine argentino era la diversidad, que aparecían distintas voces y lugares de Argentina. Los nuevos realizadores, los jóvenes que están haciendo su primera o segunda película, ¿qué posibilidad van a tener si no tienen la posibilidad de desarrollar un proyecto inicialmente subsidiado por el Estado? Luego pueden ingresar las grandes plataformas y vamos a estar felices de que eso ocurra, pero para eso se tienen que dar las bases.

Hay una estructura de base que con la ausencia de las producciones que puede tener el Instituto Nacional de Cinematografía, esas otras voces van a estar ausentes.

Para cerrar, ahora que murió Mujica, quien siempre hablaba de los que quieren transformar el mundo, existe un descontento innegable en grandes bases sociales. ¿Cómo deben responder los movimientos progresistas para no alejarse de esos sectores populares y evitar que calen estos discursos de derecha?

—Creo que tenemos que generar tramas, trabajar muy unidos, de manera conjunta. Hay que construir otro tipo de redes, otras alternativas. Tenemos que hacer un trabajo muy unido con los sectores que están más golpeados.

Muchas veces justamente por estar más golpeados sienten el desencanto por las políticas del gobierno y eligen opciones que piensan que pueden ser beneficiosas cuando luego van absolutamente en contra y son fundamentalmente los que más van a estar afectados por las políticas de derecha.

Es responsabilidad de nuestras universidades públicas y fundamentalmente también un trabajo con los medios, con todos estos medios alternativos que están colocando otra voz.