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Un colocolino rendido ante
Fotografía: Agencia Uno

Un colocolino rendido ante "Ser de la U" de Francisco Mouat

Por: Daniel Noemi | 19.05.2025
La pasión futbolística trasciende rivalidades a través de la nostalgia y la memoria. Así lo atestigua el crítico literario Daniel Noemi en su reseña a "Ser de la U" del periodista Francisco Mouat.

Me costó comenzar a leer este libro. ¿La razón? Muy simple: siendo colocolino de corazón, enfrentarme a un libro radicalmente chuncho se me presentaba no tanto como una contradicción, sino más bien como un empleo dudoso del tiempo, por decirlo suavemente. Pero debe haber sido por el zangoloteo del avión o por una curiosa nostalgia chilena, la cosa es que tomé el libro con la intención de, bueno, echarle un vistazo. Me alegro incesantemente de haberlo hecho y mi única queja es que debo admitir que no pude dejarlo hasta la última página. Lo leí de un tirón; me agarró como una novela policial, como un poema de amor, como un partido de fútbol en el que no nos quedan uñas y en el que todo, aún, es posible.

Ser de la U es un libro de memorias y de memoria; de amor a un equipo, pero más, creo, a las personas que nos acompañan en el camino. Está atravesado de nostalgia por el fútbol de otrora -cuando la máquina de hacer dinero no era tan potente-, pero más, por el recuerdo de aquellos y aquellas, familiares, amigos, que ya no están con el escritor. Para Pancho Mouat, el fútbol se convierte en una declaración de amor y un mural de memoria y nostalgia que no se queda pegado en el pasado, sino que se proyecta en el presente y más allá.

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La inteligente estructura –todo ocurre mientras se espera el fin del maleficio monumental que la U sufría durante casi un cuarto de siglo: no poder ganarle al Albo campeón en su estadio-permite que los recuerdos fluyan libres y al mismo tiempo construyan en conjunto una poética y una estética del ser de la U. Pues, a fin de cuentas (y al comienzo de ellas), existe un profundo misterio en el porqué de la pasión. Tal vez un atisbo de respuesta, aquella que más se acerca a la verdad inefable, es que se trata de una "hinchada que no deja de alentar y de creer en su equipo, aunque gane." Ahí, quizá, en ese aparente y bello oxímoron, radique el sentido de ese "ser". Tal vez.

Ahora, Mouat transita estas historias con sinceridad, amenidad y humor. El humor es lo que le entrega un sentido más profundo incluso a los momentos difíciles por los que atraviesa el protagonista. Como dice: "Los hinchas del fútbol, los de verdad, los de carne y hueso, no los de cartón, somo sujetos extraños". Esa extrañeza está en el corazón de lo que, creo, es el sentido insondable del fútbol en estas páginas, pues es desde ella –desde la extrañeza del ser hincha—que se rompe con la lógica racional que impera en la sociedad (la misma lógica que hace de los clubes sociales de fútbol sociedades anónimas.

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No voy a repetir las anécdotas que, de modo genial, se nos cuentan en el libro –quede ese placer para lectoras y lectores. Pero no puedo evitar mencionar el Museo Secreto de la U, "oculto bajo siete llaves en una residencia particular en la zona central de Chile." Un reciento en el que "no puedes creer que exista tanta belleza reunida en unos pocos metros cuadrados". Apenas me bajé del avión, googleé el museo para saber si de verdad existía.

Ahora que escribo, vuelvo a hacer lo mismo. Reconozco que mis habilidades internéticas son limitadas y no sé cómo responder. Hay un museo "de la gloriosa" donde se acumula parafernalia chuncha, pero de secreto no tiene mucho. Claro, cualquiera cosa que aparezca en Google no tiene mucho de secreta. Entonces me cae la teja, y me doy cuenta que lo importante no es si ese museo existe, porque el museo del fútbol que importa es el que está en nuestros corazones y en nuestras memorias y, así, es un museo infinito, personal, inclaudicable. Y, también, reconozco mi malformación profesional, es un museo delicadamente literario: recuerdo el museo de la inocencia de Pamuk, un museo de sus memorias que el escritor turco convirtió desde su novela en realidad (¿cómo olvidar las cuatro mil doscientas trece colillas de cigarrillo que se exhiben, cada una con su fecha, que dan cuenta del amor imposible del autor?)

El 10 de marzo del 2024 se acabó la maldición del Monumental. La U, por fin, venció a su archirrival de visita. Hubo, dicen algunos, un gran silencio en el vecindario esa tarde. Mouat fue feliz, o casi. Yo, como albo, ciertamente, no lo fui. Pero ahora que escribo estas líneas, descubro que a veces la derrota nos trae una belleza profunda e inesperada, incluso en un libro que se llama Ser de la U.