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Carlos Cardani a 20 años de la tragedia de los 45 soldados en Antuco: “No fueron héroes, fueron muchachos mandados a la muerte”
FOTO: Pantallazo video del poder judicial

Carlos Cardani a 20 años de la tragedia de los 45 soldados en Antuco: “No fueron héroes, fueron muchachos mandados a la muerte”

Por: Matías Saá Leal | 18.05.2025
En conversación con Carlos Cardani Parra, uno de los autores del libro de poesía documental Antuco, abordamos desde una visión crítica la tragedia ocurrida el 18 de mayo de 2005, cuando 44 conscriptos y un suboficial del Ejército murieron en una marcha bajo frío extremo.

Carlos Cardani Parra es uno de los autores de Antuco, libro de poesía documental publicado en 2019 en coautoría con Carlos Soto Román. Esta obra propone una lectura crítica y desgarradora de la tragedia ocurrida el 18 de mayo de 2005, cuando 44 conscriptos y un suboficial del Ejército de Chile murieron durante una marcha de instrucción en la cordillera del sur del país, bajo condiciones climáticas extremas y sin el equipamiento necesario.

Antuco se construye como un ejercicio de escritura a cuatro manos, en el que ambos autores se enfrentan al archivo, al trauma y a la memoria desde una estructura de diálogo textual.

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Cardani describe el proceso como un «pimponeo», una retroalimentación constante en la que los textos surgen de forma veloz, arrastrados por la carga emocional que implica trabajar con un hecho tan terrible.

Su propia experiencia en el servicio militar aporta una perspectiva interna sobre las lógicas de obediencia, violencia simbólica y clasismo que operan al interior de las instituciones armadas, y que el libro explora con lucidez y crudeza.

La figura del “héroe”, tan presente en el discurso oficial tras la tragedia, es desmantelada en este volumen con precisión.

En lugar de celebrar una épica nacional, Antuco interpela la indiferencia del aparato militar y judicial, y revela cómo la palabra “héroe” fue utilizada para silenciar la demanda de justicia.

Los textos del libro documentan el abandono, la precariedad y la obediencia ciega que condujeron a la muerte a jóvenes sin posibilidad de negarse.

En sintonía con otras obras de poesía documental como Once, del propio Carlos Soto, o En torno a lo innombrable, de Jaime Pinos, Antuco abre un espacio necesario para seguir pensando la violencia de Estado y sus formas de representación. No se trata solo de recordar, sino de insistir en la urgencia de nombrar lo que se ha querido olvidar. 

-Lo primero que te quiero preguntar es cómo fue trabajar con Carlos (Soto Román).

-Fue una experiencia muy enriquecedora desde lo escritural, porque no es usual escribir un libro a cuatro manos. Usualmente se hacen cosas por separado o escrituras muy definidas, pero fue distinto, como que hubo una sincronía en cómo se iba gestando el libro. Era como esta sesión que quise, dentro de lo que ya habíamos acordado antes: Raso, de mi parte, y Once, de Carlos Soto. Eso fue bacán. La sesión en sí de los textos fue como un pimponeo, una retroalimentación constante. Decía: hago esto y le respondo con esto otro, en medida del texto. Escrituralmente, se iban sumando los textos muy rápido, más allá de mi apuro con el libro, porque quería dejarlo pronto. Es fuerte la carga emocional que conlleva, y hay que mantener un estado muy concentrado. No es bueno involucrarse tanto en algo tan terrible, al menos para mí. Fue rápido.

-Tú me habías dicho que habías hecho el servicio militar. ¿Eso te sirvió de algo?
-
O sea, sí. Me sirvió para hacer el libro, para tener una visión de lo que es el servicio militar. Cuando entras, las primeras semanas o el primer mes son los más terribles. Los cabros de Antuco entraron meses antes de morir. Esa instrucción militar cercana a los primeros días, o a la campaña, es una suerte de... entre torturas, cansancio físico, abuso mental y otras formas que los milicos hacen bajo el concepto de entrenamiento. En rigor, lo que hacen es explotar a los cabros hasta el máximo. Después de eso baja la intensidad. Eso pasó con los cabros de Antuco. Por eso fallecieron. A mí me dieron de baja antes, pero estuve ese mismo periodo de instrucción física fuerte, y claro, eso crea un trauma.

Haber hecho el servicio militar te lleva a esa cotidianidad. En parte te forma, pero también te transforma en su modo de ver a la gente: te enseñan nacionalismo con xenofobia, la competencia con el otro. Como que, entre comillas, los valores que estas personas exponen son, en realidad, formas de odio hacia otro, hacia su condición de existir.

“Te enseñan nacionalismo con xenofobia, la competencia con el otro”

-Cuando pasó lo de Antuco, Ricardo Lagos catalogó a estos chicos como héroes de la patria. Quería saber qué opinas tú sobre la palabra "héroe" en este contexto.

-Es terrible, porque es una forma mediática que usó el gobierno, el ejército y los medios de comunicación. Fue toda esta cobertura nacional que tuvo la noticia por meses, pero principalmente en mayo de ese tiempo. Usaron la palabra héroe para reemplazar la palabra justicia. Entonces no hay víctimas, no hay victimarios. No hay responsabilidad ni política ni judicial, ni de ninguna índole.

Piensa que, bajo esos mismos parámetros, hubo solamente una persona condenada por la justicia. Y fue una justicia ordinaria que copió el informe de la justicia militar. Los delitos civiles se dejaron de lado. Esa persona fue condenada a cinco años y solamente estuvo tres, en el resort de Punta Peuco. Es una burla a este sistema de justicia.

“Usaron la palabra héroe para reemplazar la palabra justicia” 

Justamente, poner a los cabros como héroes pasa a ser una forma de burla. Punto uno: ellos no quisieron inmolarse, ni los sobrevivientes ni los fallecidos, por la patria o algún concepto que implique un factor moral de alguna entidad o nación o lo que sea. Simplemente fueron llevados a la muerte por una orden estúpida, con poco tino, como suelen ser las órdenes militares: "Usted tiene que hacer caso porque yo mando aquí". Si lo ves así, no son héroes. Son solamente muchachos mandados a la muerte en una condición donde no tuvieron forma de negarse ni de proponer algo diferente.

Entiendo yo que el concepto de héroe implica también una voluntad, y esa voluntad no estuvo presente.

“Solo una persona fue condenada. Estuvo tres años preso en un resort militar. Es una burla”.

-¿Cuál fue el objetivo de hacer arte con esto? Porque, claro, hay hartos reportajes, pero no poesía. ¿Cuál era el objetivo?

-Principalmente porque Carlos tenía la idea de trabajar esto en un concepto de poesía documental. Él fue el gestor de la idea, yo la secundé, y quería que él hiciera algo que tuviera un esquema de poemas para que yo pudiera aceptar la invitación e intervenir con lo que hice en mi parte.

Pero, principalmente, al menos para mí, son temas que es necesario abordar una y otra vez, salvando toda proporción. Si lo piensas en el caso de gente que estudia sobre la dictadura o sobre otros temas fuertes e importantes, la mayoría de las personas que sufrieron esos vejámenes no pueden o no quieren escribir sobre esto.

Entonces, no es que alguien deba hacerlo, pero sí es bueno que existan otras voces que puedan llevar un mensaje, al menos en el código que sea. Puede ser teatro, por ejemplo. Hay una obra de teatro bastante buena de un estudiante, u otras que representan a chicos, y esas representaciones son válidas para poner el tema sobre la mesa una y otra vez.

Es importante que existan más lecturas de este concepto de "héroes" que dieron su vida por Chile. Que existan otros prismas, otras formas, para que simplemente el lector pueda sacar sus propias conclusiones. Que vea que hay intervenciones y que hay más maneras de hablar del tema, más interpretaciones que permitan reflexionar sobre lo que significa este concepto.

-Hay un poema en donde se enumeran las causas, se dice que no tuvieron instrucción, que no tuvieron ningún equipamiento. ¿Qué piensas de lo que se dice sobre que las muertes fueron causas naturales?

-O sea, hay una decisión por parte del ejército. El entrenamiento, que es parte de la campaña —la campaña es el símbolo de la instrucción militar fuerte, de supervivencia— a mí me tocó vivirlo en Arica. En campaña, a esa gente le tocó sobrevivir a la montaña, al frío extremo, a la nieve y a otros factores climatológicos. Pero el factor climatológico no es tan importante, porque, si lo piensas, los soldados de planta van con tenidas Gore-Tex, con tres capas, ropa específica para alta montaña. Llevan brújulas, relojes, y ya tienen conocimiento del terreno.

En cambio, estos cabros no. Fueron con un pantalón cualquiera, unas botas roñosas —porque no les pasan nuevas—, una parka y una mochila de 90 kilos. Incluso su fusil no tenía balas. Entonces, echarle la culpa al clima de entrada no es válido, porque no estaban en las mismas condiciones que los soldados regulares. Eso es algo que recién con la tragedia de Antuco se empezó a regularizar dentro de la instrucción militar del ejército, para que no ocurriera lo mismo.

Esto también tiene que ver con un clasismo muy evidente que aplica el ejército: los soldados de filas tienen acceso a equipos e instrucción de calidad, mientras que los conscriptos no. La causa de muerte aquí es, principalmente, la soberbia. La soberbia del mayor del ejército, que no prestó oídos a las advertencias de que no estaban en condiciones para realizar esa marcha. A pesar de las señales, siguió adelante, demostrando una altanería por su posición de mando.

En el ejército, además, hay una obsesión por ejecutar órdenes sin cuestionarlas, aunque sean absurdas y pongan en riesgo vidas humanas. Nadie se atreve a negarse por temor al castigo. Entonces, las verdaderas causas de muerte son el clasismo y esa cultura de obediencia ciega.

-A 20 años de la tragedia, ¿crees que los distintos gobiernos han hecho algo?

-No, ninguno. El año pasado ocurrió algo muy similar con conscriptos en Parinacota y Putre, con resultados fatales. Aunque no hubo la misma cantidad de muertos, sí hubo personas que perdieron miembros o incluso la vida por condiciones de inseguridad y órdenes obtusas.

“Decir que murieron por causas naturales es lavarse las manos. Murieron por soberbia, clasismo y desprotección”.

 

Desde la democracia hasta ahora, incluyendo casos como el de Pedro Soto Tapia, ha habido suicidios y homicidios dentro del ejército. Jóvenes que, en medio de la presión extrema, llegan a situaciones límite. Es inconcebible que un cabro de 18 años muera de un paro cardíaco en el ejército. ¿Qué condiciones físicas o psicológicas lo llevaron a eso?

El problema persiste porque no se han hecho cambios significativos. Incluso ahora, con la mayoría de los cupos llenados por voluntarios, las condiciones siguen siendo precarias. El Ministerio de Defensa debería cuestionarse qué garantías ofrece a quienes están bajo su cuidado y cuáles son las normativas que rigen la instrucción militar para evitar estos abusos.

“Es inconcebible que un cabro de 18 años muera de un paro cardíaco en el ejército. ¿Qué lo llevó a eso?”

 

-Por último, ¿qué libro de poesía documental recomendarías?

-Bueno, Carlos tiene un libro que se llama Once, que es una suerte de caja negra. En él recopila frases, informes de torturas, fragmentos de televisión y recortes de prensa, todo trabajado con códigos de poesía. También está Jaime Pinos, que escribió hace poco En torno a lo innombrable: Poesía, deriva y memoria. Es un libro sobre 11 poetas que trabajaron en 11 sitios de memoria, como Villa Grimaldi, el Estadio Nacional y Tejas Verdes. Muchas veces se ha escrito sobre la dictadura, pero pocas veces desde la intervención de los lugares mismos.