
Diversidad, equidad e inclusión como pilares del desarrollo sostenible
En este mes de mayo, cuando el mundo conmemora el Día del Trabajo, queremos hacer un llamado desde Fundación Ronda a no perder de vista una conversación urgente: la necesidad de proteger y fortalecer la diversidad, la equidad, la inclusión y la pertenencia (DEIB) en los espacios laborales. No como una moda pasajera, ni como un "checklist" para cumplir metas, sino como un imperativo ético, económico y social.
En tiempos donde a nivel global vemos con preocupación el retroceso de iniciativas DEIB, como ha ocurrido en Estados Unidos donde se han eliminado programas, presupuestos y equipos completos dedicados a estas temáticas, en Chile debemos mantener firme el rumbo. En momentos en que algunas voces intentan justificar este retroceso bajo argumentos de “foco en productividad”, es necesario reafirmar que los entornos inclusivos y diversos no restan valor, al contrario: potencian la innovación, la creatividad y el compromiso de los equipos.
En Fundación Ronda, tras más de una década trabajando con más de 300 organizaciones, hemos sido testigos del cambio profundo que ocurre cuando las empresas y organismos públicos abrazan verdaderamente la inclusión como parte de su ADN. Más de 3.000 oportunidades laborales han sido creadas para personas con discapacidad y cuidadoras (principalmente mujeres), y cada una de ellas nos recuerda que la inclusión no es solo una meta, sino una transformación estructural de nuestras culturas laborales.
Sabemos que no basta, por ejemplo, con hablar de equidad de género y contratación de mujeres en igualdad de condiciones, sin abordar también discapacidad, diversidad cultural, situación socioeconómica, el acceso a oportunidades, entre muchos otros factores. Esta mirada interseccional es clave para construir organizaciones realmente justas y representativas de la sociedad que las rodea.
Hoy, más que nunca, debemos hablar no sólo de inclusión, sino de pertenencia: de cómo las personas se sienten realmente valoradas, escuchadas y reconocidas por lo que son. De nada sirve contratar equipos diversos si no garantizamos ambientes y espacios laborales donde esa diversidad florezca y se transforme; donde esas diferencias y su valoración generen innovación social, impactando ya no sólo dentro de la organización, sino también amplificando este maravilloso efecto transformador a nuestra sociedad.
La inclusión no puede depender del ánimo del mercado o de los ciclos políticos. Tampoco puede permitirse el lujo de ser vista como una carga o un “extra”, porque lo que está en juego es el respeto por la dignidad humana, la coherencia de nuestras organizaciones y la sostenibilidad del desarrollo.
Por eso, alzamos la voz para decir que la gestión de la diversidad, la equidad, la inclusión y la pertenencia no se recorta, no se posterga, no se maquilla y menos aún, retrocede. Se vive, se lidera y se defiende. Porque el trabajo digno no puede existir sin una sociedad donde todos y todas seamos parte en igualdad de oportunidades y condiciones, sin excepción.