
Ante la triple crisis medioambiental: Revirtamos la tendencia
El 2024 pasó a la historia como el primer año en que la temperatura media global superó en más de 1,5 °C los niveles preindustriales pactados en el Acuerdo de París, convirtiéndolo en el periodo más cálido jamás registrado (como lo han sido de forma consecutiva los últimos 10 años).
Adicionalmente, la concentración atmosférica de dióxido de carbono (CO2) alcanzó los niveles más altos de los últimos 800 mil años y se produjo la mayor pérdida de masa glacial jamás registrada.
Más allá de las cifras, lo más preocupante es que en diversas oportunidades la comunidad científica ha advertido que, sobre los 1,5°C, la adaptación climática será más difícil, la ocurrencia de fenómenos meteorológicos extremos será aún más frecuente y será más complejo garantizar la seguridad física, sanitaria y alimentaria de las personas.
Pese a las malas noticias y a la sensación constante de que el momento de actuar fue ayer, lo cierto es que todavía estamos a tiempo para detener el avance de la triple crisis (climática, de biodiversidad y de contaminación), y todo lo que podamos hacer contribuye a avanzar en esta meta que la humanidad se ha propuesto.
El sector privado, por cierto, es un actor clave en este escenario, donde debe promover soluciones e innovaciones que nos permitan generar ecosistemas de negocios más sostenibles y acordes al momento que nos ha tocado vivir.
La lógica de hacer negocios del siglo XX (aquella donde los recursos parecían infinitos) ya no cabe en este momento y parece cada vez más urgente que la economía circular -aquella que alarga el ciclo de vida de los productos y recursos para reducir el impacto en el medio ambiente- tome el espacio que necesita en el mundo de los negocios.
El Día Internacional de la Tierra, que se conmemoró este martes, nos recuerda lo urgente que es evolucionar hacia un modelo económico más sostenible, que satisfaga y responda a las necesidades de las personas, mientras se hace cargo de la salud del planeta, pues sabemos que sin ello ningún negocio es viable.
Aunque las decisiones de los líderes globales puedan ir, por momentos, en contra de estos anhelos e intereses, sabemos que las personas están dispuestas a cambiar sus hábitos de consumo y que comienzan a demandar al sector privado no sólo una mayor preocupación en la materia, sino que también seamos capaces de acompañarlas en estos esfuerzos que, finalmente, nos benefician a todos.
Es en estos escenarios cuando las empresas tenemos una oportunidad única de dar un paso al frente. Desde el rescate de alimentos, el upcycling de ropa o el reciclaje de plásticos, las economías circulares nos muestran que es posible reducir el desecho y que se pueden utilizar los recursos que tenemos disponibles para seguir respondiendo a las demandas, tanto de nuestros clientes, como de nuestros inversionistas, otros stakeholders y el mismo planeta.
Si Estados, empresas y consumidores nos activamos juntos en este propósito y hacemos nuestra parte, es muy probable que en el futuro celebremos que 2025 fue el año en que finalmente logramos revertir la tendencia.