
Perdiendo Puente Alto: Reflexiones desde la educación pública comunal
Hay pocas experiencias más desalentadoras que confiar en un proyecto político que promete conocer el territorio y luego descubrir que ese conocimiento es superficial o, derechamente, inexistente.
Hoy, quienes trabajamos en la educación municipal de Puente Alto comenzamos a constatar con preocupación que la actual administración comunal ni comprende ni valora el funcionamiento real de nuestras escuelas. Lo que enfrentamos es un conflicto estructural entre el municipio, en su rol de sostenedor, y las comunidades educativas que, día a día, sostienen el trabajo en terreno.
En una reunión sostenida con representantes de la alcaldía, una jefatura intentó validar su autoridad señalando que conocía la escuela pública porque había estudiado en ella, “desde los baños”, dijo. Como si esa vivencia bastara para comprender la complejidad de un sistema educativo que hoy exige visión pedagógica, gestión técnica y sensibilidad social.
¿Sabía esa persona, por ejemplo, que bajo la administración anterior nuestras escuelas recibían insumos esenciales de forma trimestral? Desde papel higiénico y jabón hasta tinta y materiales fungibles. Esta provisión nos permitía enfocarnos en lo fundamental: enseñar. Lo valoraba aún más al conversar con colegas de otras comunas, donde lo básico suele faltar.
Durante los primeros meses de la nueva alcaldía, varios profesionales del Programa de Integración Escolar (PIE) intentamos, sin éxito, establecer un diálogo técnico con las nuevas autoridades.
Nuestro trabajo, silencioso pero fundamental, ha hecho del PIE de Puente Alto un referente nacional: reconocido por el Ministerio de Educación en 2013 y citado como experiencia exitosa en diversas instancias. Muchas familias de otras comunas optan por nuestras escuelas precisamente por la calidad del PIE comunal, algo que no ocurre en todos los territorios.
Según datos disponibles vía Ley de Transparencia, Puente Alto es una de las comunas con mayor número de postulaciones al proceso de excepcionalidad PIE. Esto no solo evidencia una gestión eficiente, sino también un compromiso profundo con el derecho a la educación de personas en situación de discapacidad. El artículo 94 del Decreto 170 establece que se puede postular a estudiantes con necesidades educativas especiales permanentes (NEEP) si se cumplen los criterios.
En Puente Alto eso se ha hecho con seriedad. Por eso es inaceptable escuchar en otras comunas la frase “no tenemos cupos PIE”, usada como excusa para negar apoyos que sí son viables con voluntad técnica.
Hoy atravesamos un momento crítico. La educación pública está en una transición compleja, entre el modelo de integración escolar y el paradigma emergente de educación inclusiva. Como todo proceso de cambio, requiere diálogo, reflexión y colaboración. Lo que sorprende -e indigna- es que la actual administración haya optado por una estrategia que erosiona las relaciones entre docentes y equipos PIE, precisamente el vínculo que ha sido clave para enfrentar los desafíos del presente.
Es incomprensible. Porque en Puente Alto ese conflicto ya lo habíamos superado. Durante los últimos 13 años, gracias a la co-docencia y al trabajo colaborativo, los equipos de educación regular y del PIE logramos una sinergia que fortalecía no solo el quehacer pedagógico, sino también los aprendizajes de nuestros estudiantes. Aprendimos a trabajar en conjunto: las profesoras del PIE aprendiendo sobre las asignaturas y compartiéndoles a nuestros colegas estrategias de diversificación. Un complemento perfecto.
¿Qué pretende entonces esta administración tensionando ese vínculo? ¿A quién sirve este conflicto artificial? Desde luego, no a los adultos. Los principales afectados serán nuestros estudiantes. Especialmente aquellos que forman parte del PIE, quienes corren el riesgo de perder apoyos fundamentales debido al desconocimiento del sistema escolar y de la realidad territorial por parte de algunas autoridades que parecen haber llegado a “inventar la rueda”.
Por todo esto, sentimos que estamos perdiendo Puente Alto. Y no porque hayamos renunciado a construir comunidades educativas inclusivas, sino porque las decisiones políticas actuales desconocen -y deshacen- los avances que con tanto esfuerzo logramos construir.