Súmate a nuestro canal en: WhatsApp
Democratizar la Universidad de Chile: De la simulación a la participación real
Agencia Uno

Democratizar la Universidad de Chile: De la simulación a la participación real

Por: Constanza Heredia | 04.04.2025
Democratizar la Universidad de Chile no es solo un anhelo histórico, es una tarea urgente. Y no la haremos desde el silencio ni desde el interés por ascender individualmente en una carrera personal. Democratizar la Universidad de Chile será un logro de la organización colectiva, de la unidad y la convicción de que una universidad pública no puede seguir funcionando con lógicas que reproducen los peores mecanismos de exclusión y desigualdad.

La Universidad de Chile ha sido históricamente un espacio de pensamiento crítico, transformación social y defensa de lo público. Sin embargo, en su interior encontramos una estructura profundamente antidemocrática, heredada de tiempos autoritarios. Esta forma de gobierno impide, a dos de sus más grandes estamentos, la plena participación en decisiones cruciales para la comunidad universitaria y para nuestro quehacer colectivo.

Hablar de democracia en la Universidad de Chile no puede seguir siendo un gesto vacío ni una consigna utilizada a conveniencia de un grupo privilegiado. Es momento de asumir, sin ambigüedades, que nuestra democracia arrastra una deuda profunda con su propia comunidad. A pesar del discurso público sobre participación, pluralismo y en torno al respeto de los Derechos Humanos, la forma de administrar el poder sigue respondiendo a una lógica jerárquica, vertical y excluyente.

[Te puede interesar] “Masacre atroz”: Israel bombardea escuela en Franja de Gaza y causa al menos 27 muertos: 18 son niños

Hoy, decanos, decanas y autoridades unipersonales continúan siendo elegidos por una élite académica, en un sistema que no reconoce la incidencia real de quienes somos parte esencial de la vida universitaria: estudiantes, funcionarias y funcionarios. Una demostración concreta frente a la subvaloración de este último estamento, es la nominación “personal de colaboración” definida en el artículo 12 del estamento de la Universidad de Chile.

Lo que se presenta como modernización en la actualidad, como la propuesta de inclusión del derecho a voz y voto para estudiantes y “personal de colaboración” en los consejos de facultad, o el nuevo reglamento de campus, encubre muchas veces una estrategia de neutralización de la participación organizada.

Actualmente, en los consejos de Facultad, representantes funcionarios y estudiantiles tenemos derecho a voz: podemos hablar, llevar propuestas, presentar ideas para su discusión. Pero no tenemos derecho a voto. Es decir, podemos participar pero no decidir.

La implementación del reglamento de campus, promovida como un “avance” hacia la triestamentalidad, lejos de equiparar nuestras voces, perpetúa una estructura funcional y cómoda para un gobierno universitario que continúa mermando el carácter público y democrático del Universidad de Chile bajo la receta: participación sin incidencia, presencia sin poder.

Los avances que hoy presenta Rectoría insisten en esta lógica. Se plantea como progreso que un funcionario electo por sus pares tenga voz y voto, pero no en representación de las organizaciones legítimas, sino a título individual.

Esta propuesta, lejos de equilibrar la participación, consolida una desproporción evidente: la suma del derecho a voto de estudiantes y funcionarios no supera, según la facultad, entre un 8% y un 23% del total; mientras que el estamento académico concentra entre un 77% y un 92% del poder de decisión. Es decir, se instala una participación simbólica, que mantiene intacto el control del aparato universitario en manos de una élite académica.

[Te puede interesar] Ministro de Seguridad confirma que homicidios consumados bajan 4,8% en 2024: Hubo 1.207 víctimas

Se pretende desconocer así la existencia histórica de las asociaciones de funcionarios y funcionarias, cuya trayectoria se remonta a 1943 con la creación de la APEUCH, cuando existía un solo cuerpo organizativo en la Universidad de Chile.

Ese intento de individualizar la representación, lejos de democratizar, debilita la participación colectiva, erosiona el tejido social universitario y atenta en contra la voluntad pública por la cual muchas personas han decidido trabajar y estudiar en esta universidad.

Desde nuestras organizaciones sindicales y estudiantiles, respondemos a nuestras bases, a estatutos construidos democráticamente y a principios claros de representación. Invisibilizarnos no es sólo una omisión técnica: es una estrategia de debilitamiento de la vida democrática universitaria y un mecanismo que acelera el proceso de neoliberalización de las universidades públicas en América Latina y El Caribe.

No estamos dispuestas ni dispuestos a seguir en silencio ante esta situación que vulnera los derechos de las grandes mayorías. La pregunta es clara: ¿a quién representa alguien que no está vinculado a una organización ni rinde cuentas ante su comunidad?

Esto seguirá ocurriendo mientras no seamos capaces de mirar la Universidad como un todo, como una comunidad vinculada internamente y conectada con sus territorios. Debemos profundizar los lazos de colaboración y reflexión que tenemos entre el estamento académico, funcionario y estudiantil, pero también con la sociedad en su conjunto.

La Universidad de Chile debe recuperar la actoría pública y crítica que le ha caracterizado a lo largo de la historia y a pesar de los momentos más sombríos. En este sentido, como bien planteó el profesor emérito Alfredo Jadresis, uno de los líderes de la Reforma Universitaria de 1968 y primer decano elegido mediante votación triestamental, no se trata de oponer estudiantes a académicos, ni funcionarios a autoridades.

[Te puede interesar] La desinformación sobre vacunas: Un peligro para la salud pública

Se trata, más bien, de comprender que solo desde la colaboración entre todos los estamentos, reconociendo nuestras diferencias y aportes, podemos construir una universidad verdaderamente democrática. Una universidad que dialogue con el país, que se nutra de su gente, y que forme profesionales críticos, comprometidos y preparados para impulsar los cambios que Chile necesita.

Democratizar la Universidad de Chile no es solo un anhelo histórico, es una tarea urgente. Y no la haremos desde el silencio ni desde el interés por ascender individualmente en una carrera personal. Democratizar la Universidad de Chile será un logro de la organización colectiva, de la unidad y la convicción de que una universidad pública no puede seguir funcionando con lógicas que reproducen los peores mecanismos de exclusión y desigualdad.