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¿Hermandad cristiana o lumpen religioso en la Plaza de Armas?
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¿Hermandad cristiana o lumpen religioso en la Plaza de Armas?

Por: Benjamín Escobedo | 30.03.2025
Lo cierto es que el fenómeno religioso debe tener ese impacto público en calidad de propuesta valórica para la sociedad civil, pero, pensar que ello es sinónimo de inhabilitar la ley jurídica sin duda es símbolo de ignorancia, arrogancia, desequilibrio espiritual y una fe mal entendida

La semana pasada un grupo de evangélicos en la plaza de Armas de Santiago se enfrentó a Carabineros de Chile producto de una tensa riña que derivó en caos cuando efectivos policiales intervinieron tras diversos reclamos por el alto volumen de los parlantes de esos denominados “hermanos evangélicos”.

Algunos, han señalado que estamos en presencia de un “abuso de poder” por parte de la autoridad, otros apoyan el procedimiento suscitado frente a un segmento de la fe que parece actuar como si la plaza fuera de propiedad privada.

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Tal vez divisamos una realidad que se repite una y otra vez en el tiempo, esa donde diversos grupos evangélicos se han “tomado” la plaza de Armas de Santiago con el fin de hacer proselitismo religioso, sin aceptar que están en un espacio público, guste o no.

Mario Desbordes condenó los hechos ocurridos en la Plaza de Armas, donde cuatro carabineros resultaron lesionados tras fiscalizar una actividad evangélica que no contaba con autorización municipal.

A su vez, el jefe del municipio ha señalado en más de una oportunidad que los espacios son de todos los vecinos para usarlos de manera ordenada y respetuosa, entonces, no es de extrañar que las fuerzas de orden público hayan intervenido debido al ruido dislocado y molesto que surgió con el desarrollo de una actividad no registrada ante la autoridad. Todo evento público debe solicitarse con anticipación ante las entidades reguladoras, de lo contrario, los resultados podrían ser los mismos.

Ahora, los videos que han circulado en redes sociales muestran como parte de los asistentes del evento religioso comienzan a lanzar objetos y a resistirse al control de Carabineros, quienes intentaban disminuir el volumen de los parlantes y otros equipos de sonido utilizados en la actividad religiosa.

Según la web oficial de T13 los hechos comprenden lo siguiente: “Como resultado del altercado, dos personas fueron detenidas y cuatro carabineros resultaron lesionados. El enfrentamiento ocurrió luego de que las autoridades intentaran mediar para resolver las denuncias por ruidos molestos en un área caracterizada por su alto flujo de personas”.

A lo anterior, la web del The Clinic complementa la gravedad de los hechos ocurridos diciendo lo siguiente: “Este violento enfrentamiento dejó un saldo de dos detenidos, un chileno y un extranjero, además de cuatro carabineros con lesiones leves, quienes fueron trasladados al hospital de la institución. El incidente se inició cerca de las 19:15 horas, mientras un grupo cercano a 70 personas llevaba a cabo un encuentro religioso, utilizando equipos de amplificación”.

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Sin duda, estos acontecimientos no son dignos de venerar, avalar o justificar, las fuerzas de orden público están para hacer su trabajo, ahí no hay agravante, por su parte, las comunidades cristianas evangélicas que transitan la Plaza de Armas deben entender que no están en sus templos, que la predica enarbolada necesita someterse no solamente a “Dios”, sino también a los estatutos y normas de esta tierra, eso es predicar con el ejemplo.

Además, hay varios elementos a considerar tras la gravedad de los hechos. Por ejemplo, la mano dura que aplicó el alcalde Mario Desbordes frente a esta situación ha de esperarse que también lo haga con los “famosostoldos, ambulantes y todos los que no tienen permiso para desarrollar sus “actividades” en lo público.

De lo contrario, su discurso de seguridad, orden y paz se desvanece como agua entre los dedos. Ley pareja no es dura, muy bien en su proceder frente a este grupo de evangélicos sublevados y con profundas faltas de respeto hacia la autoridad, sin embargo, lo mismo debe ser con el vandalismo, fritangas y delincuencia que parecen cada día dejar más huellas de horror y desorden en la misma comuna aludida.

Por otra parte, para nadie es un misterio que parte de las comunidades evangélicas pentecostales hace años predican en la Plaza de Armas, esto como una especie de “lugar santo o santísimo” donde caería el “poder divino y se derramaría el maná del cielo” para todas y todos los sedientos de paz y esperanza en nuestro país.

Ahora bien, lo cierto es que el fenómeno religioso debe tener ese impacto público en calidad de propuesta valórica para la sociedad civil, pero, pensar que ello es sinónimo de inhabilitar la ley jurídica, sin duda, es símbolo de ignorancia, arrogancia, desequilibrio espiritual y una fe mal entendida (como tantos y tantos feligreses evangélicos protestantes que se mantiene mirando al “invisible” con los ojos llenos de orgullo y prepotencia social).

Por último, viene bastante bien acuñar algunas preguntas a modo de reflexión final, siendo claves de interpelación ante los hechos consumados, como por ejemplo ¿Es Chile un país donde parte de la religión evangélica da que hablar por sus propuestas valóricas, o bien, por su pragmática y desafortunada actitud pública? ¿Qué tiene más prioridad en esa “teología política” de aquel segmento del pueblo evangélico enunciado?

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¿Obedecer y someterse a la autoridad civil, o desechar aquello en pro de obedecer ciegamente la voz de “Dios”, creyendo que este avala dichos comportamientos energúmenos? ¿El alcalde Desbordes fue imparcial en su actitud, o necesita equilibrar “la mano” y ser transversal en las calles de Santiago? ¿Cómo fortalecer la fe cristiana para que sea bien pensada y razonada? ¿Estamos frente a grupos fanáticos que viven la experiencia religiosa como una pulsión de terquedad que repercute al final del día a toda la dimensión evangélica protestante en Chile?

Estas y otras preguntas nos hacen pensar, meditar y fortalecer lazos de diálogo y equilibrio constante, ahora toca definir si estamos frente a una hermandad cristiana o lumpen religioso, juzgue Ud.