
Mario Amorós por biografía de Gladys Marín: "Ha habido una desmovilización muy fuerte y tenemos la amenaza de la derecha dura”
“Lucha como Gladys” es el lema con el que se recordó durante las protestas sociales de 2019 a la histórica figura del Partido Comunista, Gladys Marín. Profesora, diputada y una de las primeras candidatas a la presidencia de Chile, son algunos de los adjetivos que ejemplifican su trayectoria política.
A veinte años de su fallecimiento, el periodista español, Mario Amorós, publica una extensa biografía sobre Marín en la que abarca desde su infancia en Curepto hasta su vida en la clandestinidad posterior al golpe de Estado de 1973.
Con archivos inéditos reconstruye
Con archivos inéditos del Partido Comunista, Amorós reconstruye las distintas dimensiones de Marín, que la llevaron a entablar una relación de fidelidad con el partido en el que militó hasta su muerte.
En esta conversación, el escritor español repasa el legado de Gladys Marín y su impacto en la inclusión de la mujer a la vida política. Asimismo, cuenta cómo el movimiento feminista la “reivindica porque fue una mujer luchadora”.
En un acercamiento que comenzó en 1997 y se profundizó hasta 2001, Amorós pudo conocer el lado más humano de Marín, incluso comenta que “creo que me tenía aprecio”.
Por otra parte, el periodista repasa el escenario político chileno y aborda los desafíos que presenta para la izquierda la elección presidencial de noviembre. “La derecha tiene sus ejércitos listos, ahora falta que la izquierda defina lo que hará”, reflexiona Amorós.

No circunspecta, sí muy alegre
—Su reciente biografía de Gladys Marín se incluye a un extenso catálogo de libros sobre Chile. ¿Cómo nace su interés por la política chilena?
-Hace treinta años, cuando estudiaba los últimos cursos de periodismo, empecé a leer algunos libros de historia de Chile. En ese entonces, en España, conseguir libros sobre Chile era muy difícil. Tenías que ir directamente a las casas universitarias para poder acceder a ellos.
Entonces, empecé a leerlos y vine acá en el año 1997. Ahí conocí a personas muy importantes, entre ellas Gladys Marín, pero muchas otras más. Luego vino el caso Pinochet y publiqué varios artículos en la prensa española sobre eso. Durante diez años vine a Chile, lo que me hizo conocer muy bien los archivos chilenos.
—¿Cómo fue ese acercamiento con Gladys Marín en 1997?
-Ese invierno fue la primera conversación de las varias que tuvimos entre ese año y 2001. Hubo una gran cercanía con Gladys, era una persona muy abierta. No era la típica dirigente política seria, circunspecta, sino que era muy alegre, buena para conversar, para reír. Yo creo que ella me tenía aprecio.
Archivos del PC
—Uno de los aspectos llamativos de la biografía es la publicación de archivos del Partido Comunista. ¿Cómo fue acceder a esa documentación?
-Cuando vine a Chile después de la pandemia hablé con Guillermo Teillier, entonces presidente del Partido Comunista. Le dije: “Guillermo, yo quiero hacer esta biografía, pero necesito tener acceso al archivo del Partido Comunista. Es un archivo referido a la etapa de la dictadura, fundamental para una biografía de Gladys”.
Era muy importante poder acceder a ese material porque ahí están los papeles del Partido Comunista clandestino en Chile, el intercambio de comunicaciones entre la dirección que estaba en Moscú y la dirección dentro de Chile. Si yo no podía ver esa documentación la biografía iba a quedar coja y débil porque el resto de cosas ya se han publicado.
—Si bien usted pudo conocer personalmente a Gladys, cuando logra acceder a esta documentación, ¿cambió en algún punto su perspectiva de ella?
-No tanto la perspectiva porque los grandes rasgos de su vida los conocía, pero no sabía casi nada de su infancia. Yo ni nadie sabía nada de su etapa en la Escuela Normal, porque nadie había ido al Archivo Nacional de Chile a buscar la documentación de Gladys como estudiante de la escuela normal número 2 de Santiago.
Nadie sabía nada de su etapa en la embajada de Países Bajos. Yo por primera vez publico las fechas en que Gladys se asila (25 de octubre de 1973), y que sale al exilio, que tampoco se conocían. Mi imagen no cambió pero evidentemente, las personas que la conocieron, leyendo el libro, van a conocer mejor su dimensión humana.
Duros en la derecha están creciendo
—En un contexto donde posicionarse en la política siendo mujer era muy difícil, Gladys Marín logró hacerlo. ¿Cómo cree que su figura cambió el paradigma en ese sentido, en el rol de la mujer en esta esfera?
-Efectivamente, empezó a militar en una época en que la política era una actividad fundamentalmente masculina. En el mundo, en el año 70, habían dos secretarias generales de las juventudes comunistas, Gladys una de ellas y el otro país no lo nombran. Imagínate, dos en un momento en que existían partidos comunistas en todo el mundo. O sea, eso confirma que era una actividad fundamentalmente masculina.
Gladys se manejó en esa política hecha fundamentalmente por hombres con su sello. Luego, cuando ella va como candidata presidencial, en sus discursos enfatiza en la reivindicación de la igualdad entre hombres y mujeres. De hecho, tiene discursos muy bonitos llamando a las mujeres al compromiso y la lucha.
—En pocos días se conmemorará un nuevo 8M, instancia en donde suele rememorarse a Gladys Marín. En esa misma línea, ¿qué significa su figura para el feminismo actual?
-El feminismo la reivindica porque fue una mujer luchadora. Hace falta ese coraje, esa voluntad de lucha para enfrentar, lamentablemente, la discriminación que sigue afectando a las mujeres.
—Hipotéticamente hablando, y en relación a lo que pudo conocerla, ¿cuál cree que sería el análisis de Gladys de los movimientos sociales contemporáneos?
-Ella siempre llamó a enlazar la lucha social con la lucha política, y ese es el llamado que yo creo que haría hoy día. Llamaría a las feministas que marchan a comprometerse también políticamente, porque sin ese compromiso las demandas se pierden.
Normalmente, esas demandas siempre son de la izquierda, ya sea feminista, sindical, social, y siempre cuesta mucho que avancen. Por lo tanto, hace falta unir la lucha social con la lucha política.
—¿Se ha perdido esa convicción política en los movimientos sociales?
-Bueno, todos sabemos lo que ha pasado en Chile en los últimos años. La rebelión social del año 2019, que fue completamente inesperada, abrió un escenario que no estaba trazado en la historia del país. Los procesos constituyentes abrieron una gran esperanza, y la derrota del primer proyecto constitucional fue un golpe durísimo. Es verdad que se perdió una oportunidad histórica y va a tardar mucho volver a llegar a una coyuntura como esa.
Después de eso ha habido una desmovilización muy fuerte y ahora tenemos que tomar conciencia, no solo en Chile, de la amenaza de la ultraderecha. La elección presidencial no será fácil porque hay sectores muy duros en la derecha que están creciendo, y habrá que tener una respuesta democrática para eso.
Del DC, PC y FA
—En el libro se evidencia el impacto que tenían los jóvenes en materia política, con orgánicas estudiantiles muy fuertes, paradigma que dista de lo que ocurre hoy. Bajo esta premisa, ¿considera que hay un fenómeno de despolitización en los jóvenes?¿Por qué cree que los movimientos estudiantiles no son lo que fueron?
-En esos años en Chile había una efervescencia social y política impresionante. Era una época donde las propuestas del Partido Socialista y del Partido Comunista, tenían un arraigo muy fuerte en una sociedad donde existía un movimiento obrero industrial, con miles de trabajadores que se identificaban con sus compañeros. ¿Dónde está hoy la clase obrera? Está, pero no existe la conciencia de clase.
Hoy día las prioridades de los jóvenes son distintas, no existe ese compromiso tan fuerte. Y, aunque siguen existiendo movimientos juveniles críticos, no se pueden comparar con los de esos años. La sociedad está muy individualizada.
—¿Está quedando obsoleta la izquierda en la articulación de movimientos sociales?¿Hace falta una revisión profunda en este aspecto?
-No, yo no creo que esté quedando obsoleta. Hay fuerzas como el Frente Amplio, que no existían hace diez años, y hoy tienen posiciones muy importantes como el Presidente de la República. Pero, también están los partidos clásicos de la izquierda que aún representan a los sectores populares.
Concretamente, el desafío estará en la carrera presidencial porque la derecha ya tiene sus ejércitos listos, ahora falta que la izquierda defina lo que hará.
—Ante un escenario presidencial tan abierto, ¿cuál sería la mejor opción que podría tomar la izquierda para enfrentar a las cartas de la oposición?
-Tiene que haber una confluencia política desde la lealtad, que abarque desde la DC hasta el Partido Comunista y el Frente Amplio. Algo muy parecida a lo que pasó en los gobiernos de la presidenta Bachelet pero sin las peleas internas. Un programa común acordado y un escenario claro.
—El Partido Comunista aún no define su representante para las eventuales primarias. Si bien se sondean algunos nombres, aún nada está cerrado. ¿Ve viable que un cuadro del partido logre ser una opción competitiva?
-Yo creo que tiene personas sobradamente cualificadas, y no solo para ser un candidato presidencial, sino para llegar a la dirección del Gobierno del país. Por ejemplo, el ministro Cataldo y sus colaboradores más cercanos son jóvenes que creo no llegan aún a los 40 años, todos formados en la Juventud Comunista.
Por otra parte, es notorio el esfuerzo que ha desplegado Camila Vallejo y Jeannette Jara. Sin ir más lejos, es valorable la pelea de la ministra Jara por sacar adelante el mejor acuerdo de pensiones que se ha podido sacar, que seguramente es insuficiente y no es el que quería el Gobierno ni la ministra, pero es el que pudieron concretar. El Partido Comunista de Chile es de los pocos en el mundo que sigue teniendo un valor protagónico en la política de su país.
