Al igual que muchas personas disfruto de la compañía de los perros, sin embargo, a pesar de los múltiples beneficios que nos brindan, también soy consciente de los impactos negativos que pueden generar cuando no se practica una tenencia responsable.

Se suele idealizar a los perros en libre deambular, viéndolos como animales felices e integrados a la naturaleza, incapaces de causar daño. Incluso, se les considera fieles guardianes que nos protegen de los peligros del bosque. Claramente, el problema no es el perro en sí, sino el cómo nuestra ignorancia ha permitido llegar a esta situación.

En Chile, el impacto de los perros domésticos y asilvestrados sobre la fauna silvestre se ha convertido en una problemática ambiental de gran relevancia, pero poco conocida por la sociedad en general. La presencia de estos animales en ecosistemas naturales está afectando gravemente a especies nativas, muchas de ellas ya en peligro de extinción.

Sin un control adecuado, los perros representan una amenaza que se suma a otras presiones antropogénicas como la deforestación, la fragmentación del hábitat y el cambio climático. Este fenómeno no es exclusivo de Chile, pero nuestro país, con su geografía diversa y alta tasa de endemismo, es particularmente vulnerable.

Datos y estudios realizados en Chile en años recientes han documentado que efectivamente hay perros atacando y matando a especies emblemáticas como el pudú, el zorro culpeo y diversas aves nativas.

A este grave problema, también debemos sumar el impacto de estos ataques a la pequeña ganadería de subsistencia, ya que en zonas rurales la depredación de ganado por perros asilvestrados genera pérdidas económicas significativas para los agricultores, creando un conflicto adicional. Según datos del SAG, los perros causan el 29% de la depredación del ganado en Chile.

Además, los perros son potenciales portadores de enfermedades que pueden transmitirse a la fauna silvestre, como el distemper, la sarna y la rabia. Estas enfermedades pueden diezmar poblaciones enteras, especialmente aquellas que ya se encuentran en estado vulnerable.

Los perros compiten con la fauna silvestre por recursos como alimento y refugio, especialmente en áreas donde la disponibilidad de estos recursos es limitada. La presencia de perros puede alterar el comportamiento natural de la fauna silvestre, generando estrés, desplazamientos y dificultades para la reproducción. Incluso la simple presencia de perros puede ahuyentar a especies sensibles de sus hábitats naturales.

Más allá de las cifras

El impacto de los perros en la fauna silvestre no se limita a la mortalidad directa. Las consecuencias a largo plazo son aún más preocupantes:

• Alteración de las cadenas tróficas: La disminución de poblaciones de especies clave puede desestabilizar ecosistemas enteros.

• Pérdida de Biodiversidad: La disminución de especies nativas y el aumento de especies exóticas (como los perros) contribuyen a la pérdida de biodiversidad, uno de los mayores desafíos ambientales de nuestro tiempo.

• Impacto en el Turismo: La presencia de perros en áreas turísticas puede afectar negativamente la experiencia de los visitantes y dañar la imagen de Chile como destino de naturaleza.

¿Qué podemos hacer?

• La solución a este problema requiere un enfoque integral que involucre a diversos actores:

• Promover la tenencia responsable de mascotas: Incluyendo la esterilización, la identificación y el control de los animales.

• Educar a la población: Sobre el impacto de los perros en la fauna silvestre y la importancia de proteger nuestros ecosistemas.

• Implementar programas de control: De poblaciones de perros vagabundos y asilvestrados, priorizando métodos éticos y efectivos.

• Fortalecer la legislación y la fiscalización: Para prevenir el abandono de animales y sancionar la tenencia irresponsable.

En países desarrollados, como Australia y Estados Unidos, se han implementado estrategias exitosas para controlar el impacto de los perros en la fauna silvestre. Estas estrategias incluyen programas de control, regulaciones estrictas en parques nacionales y campañas de concientización sobre tenencia responsable.

Chile puede aprender de estas experiencias y adaptar las estrategias a su realidad, fomentando la colaboración entre autoridades, organizaciones de conservación y comunidades locales.

Es hora de que, como sociedad, asumamos nuestra responsabilidad en este grave problema. No se trata de enfrentar el bienestar de nuestras mascotas con la conservación de la fauna silvestre, sino de reconocer que nuestra falta de cuidado responsable ha sido la verdadera causa de este conflicto.