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¿Energía solar o saqueo verde?
La provincia de Petorca, en la región de Valparaíso, se ha convertido en un símbolo de la crisis hídrica y ambiental que afecta a Chile. En los últimos años, este territorio ha visto llegar una serie de megaproyectos fotovoltaicos, como el Parque Solar Fotovoltaico El Sobrante, un megaproyecto de 299 MWac y, más recientemente, el Parque Solar Pullally, ubicado entre La Ligua y Papudo.
Aunque estos proyectos se presentan como parte de la transición energética hacia fuentes renovables, su instalación en un territorio ya devastado por la sequía y la sobreexplotación de bienes naturales comunes plantea serias interrogantes sobre el modelo de desarrollo que estamos impulsando.
Experiencias de otros países y comunidades nos muestran que la implementación de proyectos de energía renovable sin una adecuada planificación y participación comunitaria puede tener consecuencias negativas significativas. En España, por ejemplo, la expansión de parques solares y eólicos ha generado conflictos con comunidades rurales y ha afectado a ecosistemas sensibles.
En México, la instalación de parques eólicos en el Istmo de Tehuantepec ha provocado la pérdida de tierras comunales y ha generado tensiones sociales debido a la falta de consulta y compensación adecuada a las comunidades indígenas. En India, la construcción de grandes proyectos solares ha llevado a la deforestación y al desplazamiento de comunidades rurales, exacerbando las desigualdades sociales y ambientales.
Creo que es fundamental analizar los proyectos que se están instalado en nuestro país, no solo desde la perspectiva de su aporte a la matriz energética, sino también considerando sus impactos socioambientales y su contribución real a la justicia climática. La energía solar es, sin duda, una alternativa necesaria frente a los combustibles fósiles, pero su implementación debe ser cuidadosa y respetuosa con los territorios y las comunidades que los habitan.
El Parque Solar Fotovoltaico El Sobrante, con una potencia instalada de 109,7 MWp y una extensión de 106,01 hectáreas, se presenta como un proyecto clave para la generación de energía limpia. Sin embargo, su instalación en Petorca, una provincia que sufre una de las sequías más severas del país, plantea preocupaciones legítimas.
El segundo proyecto en Pullally, aún más ambicioso, consiste en la construcción y operación de una Central Solar Fotovoltaica (CSF) con una potencia nominal de 299 MWac. Este parque, que se conectará al Sistema Eléctrico Nacional (SEN) a través de una línea de alta tensión de 220 kV, promete ser el más grande del país.
Sin embargo, su escala y ubicación en un territorio ya vulnerable plantean riesgos significativos. La enorme extensión del proyecto implica una mayor remoción de suelos y una mayor alteración de los ecosistemas. La construcción de la línea de alta tensión y la subestación eléctrica también generaría impactos adicionales, como la fragmentación de hábitats, el aumento del ruido y la contaminación lumínica.
Este parque, ubicado entre La Ligua y Papudo, se suma a la lista de proyectos fotovoltaicos que buscan instalarse en la provincia de Petorca. Aunque los detalles específicos del proyecto aún están en evaluación, su ubicación en una zona ya afectada por la sequía y la degradación ambiental, al igual que en el caso anterior, plantea preocupaciones legítimas.
La zona entre La Ligua y Papudo es un área de alta sensibilidad ambiental, con ecosistemas frágiles y comunidades rurales que dependen de la agricultura y el turismo local. La instalación de un parque solar en esta zona, además de sus consecuencias hidrológicas, podría afectar la biodiversidad y modificar el paisaje, con consecuencias directas para las comunidades locales.
Uno de los aspectos más controvertidos y paradojales de estos proyectos es que, aunque se presentan como parte de la transición energética, su energía estará destinada principalmente a abastecer a empresas extractivas. Esto significa que, en lugar de contribuir a un desarrollo sostenible, estos parques ayudarían a perpetuar un modelo económico basado en la explotación de los bienes naturales comunes y la desigualdad.
La materialización de ambos proyectos, tanto de El Sobrante como con mayor razón el de Pullaly, implica la remoción de grandes extensiones de tierra y la eliminación de vegetación nativa, lo que altera los ciclos hídricos y reduce la biodiversidad. En un territorio ya afectado por la desertificación, esto representa un riesgo adicional para la estabilidad ambiental. Aunque los paneles solares no consumen agua durante su operación, su limpieza requiere grandes volúmenes de este recurso.
En Petorca, donde el agua es un bien escaso y disputado, este uso compite directamente con las necesidades de las comunidades locales y la agricultura de subsistencia. Además, la instalación de megaproyectos en zonas rurales modifica el paisaje y el modo de vida de las comunidades. La pérdida de tierras cultivables y la alteración de los ecosistemas afectan la soberanía alimentaria y la identidad cultural de quienes han habitado y cuidado este territorio por generaciones.
La llegada de estos megaproyectos fotovoltaicos a la provincia de Petorca plantea una nueva encrucijada para las comunidades locales y los defensores ambientales. Estos proyectos, presentados como parte de la transición energética, representan una amenaza adicional para un territorio ya devastado por la sequía, la degradación de suelos y la sobreexplotación de recursos. Es urgente replantear el modelo de desarrollo que estamos impulsando. La transición energética no puede ser a costa de los territorios y las comunidades que los habitan.
Necesitamos analizar innovaciones que permiten un uso dual de la tierra para la producción de energía solar y la agricultura, así como otras novedades en el área. Se requieren proyectos que prioricen la participación ciudadana, el respeto a los ecosistemas y la justicia ambiental.
En Petorca, las comunidades han demostrado una y otra vez su capacidad de resistencia y organización. Hoy, exigen que su voz sea escuchada y que se tomen decisiones que protejan el agua, la tierra y la vida. Solo así podremos construir un futuro verdaderamente sostenible y justo.