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EE.UU.: La revolución plutocrática se toma la Casa Blanca (Parte II)
Agencia Uno

EE.UU.: La revolución plutocrática se toma la Casa Blanca (Parte II)

Por: Nelson Soza | 02.02.2025
Las cartas están echadas. Nadie podrá decir que no se enteró de que una plutocracia desmantelaba el país. Pase lo que pase en los próximos cuatro años, EE.UU. ya no será el mismo. O Trump es capaz de consolidar su gobierno de plutócratas empobreciendo cada vez más a la gente, o el pueblo norteamericano, en un momento más lúcido de la historia, logrará decir otra cosa.

Segunda entrega de la columna, ver la primera parte acá

La SEC es solo una de las más de 2.000 agencias federales que pasarían a ser manejadas por Trump. Otras incluyen la Agencia de Protección Ambiental (EPA), que regula, entre tantas otras cosas, donde es posible operar ciertas industrias, o la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) que entrega patentes y autoriza la venta de comidas y medicinas, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), tan controversiales durante la pandemia y hasta la NASA, de gran interés para el hombre más rico del mundo, Elon Musk, ahora amigo inseparable de Trump. 

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No solo las agencias federales sufrirían cambios, el propio Departamento de Justicia (DOJ), a cargo de la aplicación de leyes federales y la administración de justicia, históricamente independiente de la presidencia, pasaría al control directo de Trump.

Además de los fiscales y personal de las cortes federales, el DOJ contiene a todas las agencias investigativas y de aplicación de la ley, incluido el FBI, la Administración de Control de Drogas (DEA), el Buró de Control de Alcohol,Tabaco, Armas y Explosivos (ATF), entre otros. Con Trump a cargo de todos estos recursos, las posibilidades de lucrar y de perseguir a sus detractores no tienen fin. En algún momento también desaparecerían los ministerios de Educación y el de Seguridad Nacional (Homeland Security).

En 2016, cuando ni siquiera él pensaba que derrotaría a Hillary Clinton, Trump tuvo que improvisar para llenar cargos de confianza. También tuvo que aprender que la burocracia federal no siempre coopera, y que reemplazar trabajadores no es tan fácil como en su hotel.

En esta ocasión, siguiendo los lineamientos del Project 2025, Trump planea convertir miles de empleos públicos en cargos políticos. Con esta maniobra, la nueva administración piensa circunvenir las reglas y reemplazar a miles de trabajadores de carrera con fanáticos comprometidos con la cruzada de Trump. 

En otro momento de la historia se habría esperado que el Congreso y las cortes resistieran esta clara usurpación de poderes y concentración de atribuciones en el cargo de presidente, aún con un presidente que no fuera un delincuente, independientemente del partido. Hoy Trump es dueño del otrora empaquetado Partido Republicano y cuenta con mayoría en la cámara y en el senado. El Partido Demócrata, confundido, no atina a responder.

Es decir, Trump contará con los votos para sacar adelante su agenda. Y en caso de que las cortes deban intervenir, estas ya han demostrado su sumisión al líder. Hace unos meses, la comprometida Corte Suprema resolvió que el presidente tiene absoluta inmunidad para cometer crímenes mientras es presidente, convirtiendo en ley la visión del despreciable Richard Nixon: “cuando lo hace el presidente, no es ilegal”.

Con todas estas cartas en la mano de un individuo con las características de Trump, no sorprende que los superricos se le arrimen como pollitos, especialmente considerando que el mismo gobierno es parte del club. La revista Forbes calcula que hasta noviembre, la fortuna del propio Trump ascendía a U$5.600 millones, sin contar su criptomoneda.

Su segunda administración es la más acaudalada de la historia, con al menos 13 billonarios, con una fortuna combinada superior al PIB de 172 países, US$383.000 millones.

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Un buen número de sus asesores no está calificado para su puesto, pero cumplen otros requisitos. Howard Lutnick es un inversionista que donó al menos US$9 millones a la campaña y Linda McMahon es una magnate de la lucha libre que donó otros US$20 millones. Lutnick será Ministro de Comercio y McMahon Ministra de Educación. Más allá de si pagaron o no por el puesto, ¿cuál será su visión?

El acercamiento entre Trump y los tres hombres más ricos del planeta, Elon Musk, Jeff Bezos y Mark Zuckerberg, en ese orden, sigue el patrón de la operación comercial en la que Trump ha convertido la presidencia. Los tres llegaron a Trump en diferentes momentos, pero cada uno con su ofrenda. Naturalmente, a los tres les interesan los contratos que entrega el gobierno y los tres tienen asuntos legales frente a alguna de las agencias federales que Trump pasaría a dirigir directamente si Project 2025 tiene éxito.

Zuckerberg, dueño de Facebook e Instagram, con una fortuna de U$211.000 millones, decidió dejar de monitorear la desinformación en Facebook, una clara concesión al Trumpismo que como se sabe, vive de mentiras, y de “hechos alternativos”. Bezos, por su parte, le pagará a Melania Trump US$44 millones por un documental biográfico producido por ella misma, entre otros favores.

Musk es un caso aparte y sin duda el más emblemático. Es el hombre más rico del planeta y sus opciones políticas y liderazgo indican que quiere seguir siéndolo. Su fortuna está avaluada en US$434.000 millones y siempre lo tuvo claro: apoyó a Trump desde el primer momento.

Su relación con el presidente creció desde que Musk desembolsó US$44.000 millones para destruir Twitter y transformarlo en un pozo de desinformación. Además de aportar con Twitter, Musk participó activamente en la campaña de Trump y contribuyó el él sólo la impresionante suma de más de US$260 millones, ¡más de un cuarto de billón! Eso sí, su generosidad dio fruto.

Trump nombró a Musk y a otro charlatán billonario, Vivek Ramaswamy, para dirigir una comisión denominada -nada menos- que “Ministerio de Eficiencia Gubernamental”: el sueño del pibe.

Según un comunicado de Trump, su propósito es “desmantelar la burocracia gubernamental, recortar el exceso de regulaciones, recortar los gastos innecesarios y reestructurar las agencias federales". De acuerdo con Musk -quien se beneficia de millonarios contratos con el gobierno-, su objetivo es reducir en US$1 trillón (mil billones) el presupuesto fiscal.

Hoy está tomando forma una oligarquía en América”, dijo el propio Joe Biden en su discurso de despedida a la nación. “La riqueza, el poder y la influencia extrema amenazan toda nuestra democracia (…) Esa es la peligrosa concentración de poder en manos de muy pocas personas ultra ricas y las peligrosas consecuencias si su abuso de poder no se controla”.

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Las cartas están echadas. Nadie podrá decir que no se enteró de que una plutocracia desmantelaba el país. Pase lo que pase en los próximos cuatro años, EE.UU. ya no será el mismo. O Trump es capaz de consolidar su gobierno de plutócratas empobreciendo cada vez más a la gente, o el pueblo norteamericano, en un momento más lúcido de la historia, logrará decir otra cosa.