Mujeres pescadoras artesanales respaldan ley de fraccionamiento para proteger merluza común y sus tradiciones ancestrales
La Corporación Nacional de Mujeres de la Pesca Artesanal apoya la iniciativa que asignaría el 70% de la cuota de captura al sector artesanal y 30% al industrial, en medio del debate legislativo por la sobreexplotación que ha llevado al recurso al colapso. La medida busca preservar no solo el recurso marino sino también prácticas culturales centenarias.
La merluza común, recurso fundamental para las comunidades costeras chilenas, enfrenta una crisis de sobreexplotación que amenaza no solo su supervivencia sino también las tradiciones ancestrales vinculadas a su procesamiento artesanal. En este contexto, las mujeres dedicadas a la pesca artesanal han manifestado su apoyo decidido a la Ley de Fraccionamiento que se discute actualmente en el Congreso Nacional.
Andrea Fritz, charqueadora de Caleta Lo Rojas en Coronel, destaca cómo la situación ha empeorado en los últimos años: "Las mujeres desde niñas empezamos a trabajar en el secado del pescado, es una herencia que nos dejan nuestros antepasados". Sin embargo, advierte que la temporada de trabajo se ha reducido significativamente: "Nosotros antes empezábamos a trabajar con el pescado en octubre y ahora no se puede en esas fechas, recién está llegando en enero, y súper caro".
La práctica del charqueado, tradicionalmente realizada en localidades como Cocholgüe, Coliumo, Tumbes, Lo Rojas y Lota, representa más que una actividad económica: es un patrimonio cultural que incluye el intercambio con comunidades del interior mediante el trueque de productos como porotos y zapallo. "Todas las mujeres de esta caleta vivimos de eso, del secado del pescado", enfatiza Fritz.
Por su parte, Guillermina Flores, presidenta del sindicato de Cocholgüe, señala el impacto destructivo de la pesca industrial en los recursos marinos: "Los barcos industriales ya no dejan la misma cantidad de pescado que había antes, nos están cortando los brazos por así decirlo". Además, advierte sobre las prácticas dañinas: "La pesca industrial tiene un método de pesca que arrastran y matan todo", destacando que estas técnicas afectan no solo a la merluza sino al ecosistema marino completo.
"Hoy nos encontramos con este recurso en estado de colapso debido a una mala administración y a la falta de medidas oportunas", señala la Corporación Nacional de Mujeres de la Pesca Artesanal. Frente a esta situación, el fraccionamiento surge como una esperanza para proteger tanto el recurso como las prácticas culturales asociadas.
Flores ve con optimismo la propuesta legislativa: "Me gusta que se esté viendo la posibilidad del fraccionamiento de los recursos, es algo muy bueno que nos ayudaría a volver al flujo de peces que había antes". Esta visión contrasta con la postura del sector industrial, que ha manifestado su preocupación por potenciales pérdidas económicas y laborales.
La Corporación mantiene que el fraccionamiento es fundamental para la supervivencia del recurso y las tradiciones asociadas. "No se trata de pescar más, sino de gestionar mejor lo que ya se extrae", enfatizan desde la organización, reafirmando su compromiso con la defensa de un recurso que representa más que un producto comercial: es un legado cultural y económico para las comunidades costeras.
Mientras avanza la discusión legislativa, las mujeres de la pesca artesanal continúan su lucha por preservar no solo el recurso marino sino también las prácticas ancestrales que han sostenido a sus comunidades durante generaciones, buscando un equilibrio entre la sostenibilidad ambiental y la preservación de su patrimonio cultural.